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Cine

Berlinale: "Soldado", en un país sin guerra

Eva Usi
18 de febrero de 2017

El largometraje del argentino Manuel Abramovich, reflexiona sobre la vida cotidiana de un recién reclutado en el Ejército argentino, a tres décadas de la dictadura militar.

Berlinale 2017 - Manuel Abramovich- Film "Soldado"
Imagen: DW/E. Ursi

¿Por qué quiere ingresar al ejército? Pregunta una voz femenina a Juan José González, joven de 18 años, cuyo rostro expresa fragilidad y una cierta melancolía. Responde que le gusta, siempre le ha gustado. Además, tiene una necesidad laboral y quiere darle gusto a su mamá. Se ven imágenes de gran plasticidad sobre un mundo masculino. Una trompeta exalta el patriotismo, mientras los nuevos reclutas reunidos en una gran explanada, saludan a la bandera.

El segundo largometraje del realizador argentino, después de Solar (2016), fue estrenado en la sección Generation 14 plus, para un público adolescente. Filmó en el Regimiento de infantería 1 de Patricios, en Buenos Aires, uno de los más antiguos del país. La cámara registra con tono documental los entrenamientos del joven en la disciplina militar, el uso de armas y su participación en la banda de música, en donde se le ha asignado tocar el tambor. 

Deutsche Welle ¿Por qué le interesó este tema?

Manuel Abramovich: Vivo justo enfrente del Regimiento en donde filmamos la película en Buenos Aires. Para mí el Ejército está asociado a la dictadura militar en Argentina hace 30 años, cuando desaparecieron 30 mil personas. Es una institución asociada con la época más sangrienta de la historia. Cada vez que pasaba por ahí veía ese mundo paralelo. Me preguntaba qué pasa ahí ahora que el país no tiene guerra. Son miles de soldados que se levantan a las 6 de la mañana, se ponen el mismo uniforme, tiene los mismos rituales, tocan la misma música, repiten una y otra vez una serie de acciones, todo reglamentado. Me parece como una ficción, como una obra de teatro. 

La cámara sigue a Juan José González, el protagonista que acaba de reclutarse, en todo momento. ¿Se siente orgulloso de pertenecer al Ejército?

Me interesaba ese momento de la vida por el que todos pasamos. Uno se vuelve un autómata y no se hace demasiadas preguntas. En el caso de Juan, que tiene 18 años, necesita un trabajo, necesita dinero y ayudar a su familia. Como para la mayoría de los chicos que se reclutan provenientes del norte pobre.  El Ejército es garantía de trabajo a largo plazo, tienen cama, comida, un sueldo fijo y pueden ayudar a sus familias. Me interesaba esa especie de incertidumbre que tiene Juan, hasta en su mirada, en su postura, en ése tránsito a la edad adulta.  Me interesaba el Ejército como fábrica de soldados. En donde uno entra con su historia personal y familiar y se vuelve anónimo, parte de una gran masa, que se tiene que mover toda igual.

Un joven recluta en el Ejército argentino.Imagen: M. Abramovich

Sin embargo se aborda la muerte desde un inicio. Puede pasar en cualquier momento...

¿Cómo sería ser soldado en el Ejército de Israel en donde realmente la guerra está al lado de uno, en donde se escuchan bombas y se está en contacto con la muerte y la sangre? En Argentina la muerte en contexto de guerra es una fantasía porque hace más de 30 años que el país no está involucrado en ningún conflicto, sin embargo un compañero puede morir de un día a otro.

En la película el hilo conductor son las marchas militares, el tambor que toca el protagonista, junto con el clima lleno de voces que ordenan a gritos.

Es un contraste entre el entrenamiento militar y de guerra y la música militar. El soldado se entrena para la guerra, en el uso de armas y por otro lado toca el tambor en la banda militar. Sus días transurren entre el entrenamiento con las armas y la música.  Sin embargo la música militar tiene reglas muy estrictas y rígidas. Sigue siendo disciplina.

¿Cómo armó la historia para filmar dentro del regimiento?

Hice una investigación durante dos meses. Hice muchas entrevistas  a diferentes soldados, que grababa con mi teléfono y luego transcribía. A partir de esos testimonios armé un posible recorrido de un soldado. Les preguntaba que los llevó a ser militares, De dónde venían, de dónde eran sus familias, todos tenían una motivación diferente; algunos necesitaban el trabajo, a otros les gustaban las armas, otros decían que era un deseo de sus padres, o por tradición familiar en donde había muchos militares.

 Llama la atención que no se ve a ninguna mujer, más allá de la voz de la madre y de las enfermeras...

Las únicas voces femeninas son las enfermeras y médicas en el Ejército y la mamá. En ese universo masculino, esas voces son de las mujeres que cuidan al protagonista. Para mí una película es una invitación para que se generen preguntas. Quería que se viera una vida en un cuartel en el que no pasa nada. Es como estar de guardia constante y en donde la mayoría de los militares adultos nunca participaron de un conflicto. Por eso elegí trabajar con planos tan largos para transmitir ese tedio y aburrimiento que es estar ahí adentro.

El joven recluta recibe entrenamiento en el uso de armas.Imagen: M. Abramovich

Pero a la vez es una vida con disciplina, en donde tienen todo el tiempo para aprender algo. Para un joven puede ser algo positivo para su desarrollo.

Para mí positivo es algo que deje expresar tus emociones y desarrollar la individualidad. El ejército limita eso. Uno tiene que seguir muchísimas reglas, las cosas no pueden ser como uno quiere, sino que todo está reglamentado. Por ejemplo, la cama. Los martes y jueves se hace triangular, los lunes y miércoles, cama deshecha y viernes cama cuadrada. Como no hay guerra, el soldado repite la misma rutina y no le queda más que esperar.

¿Esperar a que haya un conflicto? ¿Se realiza un soldado en una guerra?

No se si puede uno decirlo sin haberlo vivido. Por eso justamente me interesaba una situación en donde no hay guerra.

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