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"Berlusconi debe dimitir"

19 de enero de 2011

La fiscalía de Milán lleva a cabo investigaciones sobre Silvio Berlusconi, acusado de prostitución de menores y abuso de poder. Es la gota que rebalsa el vaso, opina Bernd Riegert.


El primer ministro italiano tiene, como cualquier ciudadano, derecho a una vida privada. Lo que haga en los numerosos dormitorios de sus diversas residencias es cosa suya. Pero, esta vez, este anciano libidinoso de 74 años realmente llegó demasiado lejos. Si se confirmase que el autodesignado “gigoló en jefe” contrató a una prostituta de 17 años, entonces debe renunciar sin demora. Y, lo que es más importante, tiene que enfrentarse a sanciones penales.

En vista de las 370 páginas de material que compromete a Berlusconi, recopiladas por la fiscalía de Milán, la afirmación del primer ministro acerca de que todo es un complot de la izquierda provoca risa. El jefe de Gobierno italiano, provisto del mayor ego de la República de Italia, presumió durante años de las aventuras amorosas y de su potencia inagotable. Este hombrecito vanidoso se hizo cirugías estéticas e implantes de cabello, y se le congeló la sonrisa gracias a grandes dosis de Botox.

Ahora es tiempo de cosechar lo sembrado, y todo eso se le vuelve en contra como un bumerang en ataque frontal. La fama de Berlusconi, que celebrara fiestas salvajes con damas de baja reputación en sus mansiones, está arruinada. En otros países, incluida Alemania, eso ya sería motivo suficiente para que tuviera que renunciar a su cargo. Pero, como dije, Silvio el Grande tiene derecho a tener una vida privada hasta tanto ésta no incluya actos penados por la ley.

No parece importarle que, con sus escapadas de hombre mayor, está poniendo en ridículo a la política italiana en Europa y en el mundo. Después de 15 años de Berlusconi, con interrupciones, tanto los fiscales como los medios y la oposición están a la caza de una oportunidad para vengarse por fin de tantas humillaciones.

A Berlusconi, los juicios por soborno y las mociones de censura siempre le resbalaron como gotas de grasa sobre teflón. Ahora, sus opositores intentan acorralarlo a través de escándalos sexuales. Pero no se trata de una conspiración, como Berlusconi sospecha, sino que es el resultado de sus actos. Ya no se puede escapar con rodeos ni con respuestas mordaces. En el escenario político de Europa, nadie llorará por Berlusconi, a lo sumo lo harán en Rusia o Libia. Con el primer ministro ruso en Moscú o con el dictador de Trípoli lo une una estrambótica amistad.

En Italia, las ciudadanas y ciudadanos que le fueron fieles hasta el momento, probablemente también le darán la espalda al conocer las revelacionesrecientes . Toda Italia canta canciones que se burlan de las orgías de Berlusconi, y que circulan profusamente en televisión e Internet. ¡Addio, Silvio!

Autor: Bernd Riegert

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