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Fin de la era Lula

1 de octubre de 2010

A través de programas sociales y el aumento del salario mínimo el presidente Lula ha ganado una gran popularidad en Brasil, aunque críticos le recriminan populismo y desinterés en problemas ecológicos.

Lula junto a su esposa Marisa, al llegar a la presidencia en Brasil.Imagen: AP

Su popularidad deriva de su propia biografía. Luiz Inácio da Silva, el séptimo de ocho hijos de una modesta familia proveniente del noreste de Brasil llegó a Sao Paulo a temprana edad huyendo de la pobreza. En la mayor ciudad brasileña fue donde Lula, diminutivo que significa también calamar en portugués, estudió unos años de primaria antes de convertirse en sindicalista y luego líder de la oposición, hasta que después de tres intentos fallidos llegó a la presidencia de Brasil.

Bajo su gobierno Brasil ha vivido un vertiginoso crecimiento económico. Aunque las diferencias sociales siguen siendo enormes buena parte de la población goza de un mayor bienestar que se deriva en buena parte de las medidas sociales y políticas puestas en marcha por su gobierno.

Entre ellas se encuentra la “Bolsa Familia”, como se llama a las ayudas a las familias más pobres. Alrededor de 46 millones de personas reciben un subsidio mensual que oscila entre 22 y 200 reales, equivalentes a entre 10 y 90 euros. Esta ayuda social asciende cada año a unos 13.000 millones de reales, unos 5.500 millones de euros. Adicionalmente la gestión de Lula ha aumentado el salario mínimo. Un estudio del Instituto Dieese, cercano a grupos sindicales señala que el salario mínimo, descontando la inflación, ha aumentado en más de un 50% entre el 2003 y el 2009.

La organización Greenpeace presentó un cartel con Lula envejecido diciendo que no fue posible detener el cambio climático.Imagen: AP

Política populista y engañosa

Sin embargo hay voces críticas que consideran la "Bolsa Familia" parte de una política populista que regala dinero a los pobres sin atacar las causas de la pobreza, haciéndolos dependientes del gobierno y de políticos ambiciosos.

Sus críticos recriminan a Lula que su único interés es mantenerse en el poder a través de su delfín y correligionaria Dilma Rousseff. La candidata del Partido de los Trabajadores de 62 años de edad tiene raíces búlgaras y se ha ganado una reputación de “Dama de hierro”.

No se anda por las ramas cuando se trata de imponerse. Es considerada una tecnócrata con una reconocida competencia que no ha tenido que abrirse paso desde las bases trabajadoras. Se mantuvo en la clandestinidad durante la dictadura militar hasta su detención, que estuvo marcada por largos años de torturas. No tiene el carisma de Lula pero ha sido elegida por él y por el partido para sucederle al frente del poder.

Rousseff se encargará de administrar el legado de Lula y alcanzar mayores conquistas en la lucha contra la pobreza. Según un estudio realizado por la Fundación Getúlio Vargas, la pobreza se ha reducido continuamente durante la última década. Sin embargo Brasil sigue siendo de los países con mayor desigualdad y se estima que serán necesarios todavía unos 30 años para alcanzar un nivel similar al existente en Estados Unidos.

Vista nocturna de Sao Paulo.Imagen: picture-alliance / Race-Press.co


La otra cara del desarrollo

Según dicho estudio desde el 2001 unos 30 millones de personas dejaron la pobreza para engrosar las filas de una clase media que entre tanto supera la mitad de la población brasileña.

Esta nueva clase media es responsable de un auge del mercado interno pues consumen televisores, lavadoras y coches. Adicionalmente, los créditos baratos han dado un impulso a la construcción.

Este año se espera una tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de un 7%. Sólo en el 2009 fue registrado un retroceso debido a la crisis, pero en general el país se beneficia de una creciente demanda de materias primas en los mercados internacionales, sobre todo de China. Brasil es uno de los principales exportadores de productos agrícolas y materias primas a nivel mundial, lo que ha contribuido a que consorcios como el fabricante de aviones Embraer y la empresa petrolera Petrobras se hayan convertido en trasnacionales.

Pero este crecimiento vertiginoso representa un desafío al medio ambiente. Grupos ecologistas recriminan a Lula de priorizar el desarrollo económico a costa del deterioro medioambiental. Ejemplo de ello es el proyecto hidráulico Belo Monte que quiere construir el gobierno en el Amazonas.

Es incuestionable que el gobierno de Lula ha logrado grandes éxitos en el terreno social, pero por otro lado la salida de Marina Silva del Ministerio del Medioambiente y la creciente influencia de Dilma Rousseff, son la prueba de que la preocupación ecológica ha sido relegada y goza de poco valor por parte del gobierno.

“Para Rousseff el medioambiente es más un obstáculo que una parte del desarrollo”, afirma Thomas Fatheuer, ex director de la Fundación Heinrich Böll en Río de Janeiro. De llegar Rousseff al poder es de esperarse que Brasil continuará el mismo ritmo de crecimiento que ha convertido al país en la quinta potencia económica a nivel mundial en un lapso de diez años.

Autor: Alexandre Schossler/ Eva Usi

Editor: Pablo Kummetz

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