Bienvenidos a 2050: así podría ser Berlín en el futuro
22 de septiembre de 2025
Aclaración: el personaje de Emilia es ficticio. Para visualizar la vida en la ciudad deBerlín en 2050, se han tenido en cuenta los conocimientos científicos actuales y los modelos de proyecciones para el desarrollo urbano.
Emilia se mudó a Treptow, un barrio al sureste de Berlín. Como cada día, se levanta y se pone una camisa que compró en un negocio de intercambio de ropa, y una falda que heredó de su madre.
Le cuesta imaginar la época de la moda rápida: mucha terminaba siendo transportada a través de océanos para ser desechada. Es instaladora de paneles solares, una profesión muy demandada últimamente, y estudia moda sostenible.
Emilia suele levantarse al amanecer para darse un rápido chapuzón en el río Spree, para gran consternación de sus padres, quienes aún tienen en mente cómo estaba el agua antes de la prevención exhaustiva de aguas residuales, que mejoró con la filtración y el uso del tratamiento con luz ultravioleta.
Espacios verdes, trenes y natación en el río de la ciudad
Mientras espera el tren, Emilia recuerda cuántas conversaciones tuvo con sus padres para convencerlos de que empezaran a recoger el agua de lluvia. Durante la reciente sequía, su padre anunció con orgullo cómo todos en su bloque, al otro lado de la ciudad, usaban el agua de lluvia almacenada para lavar la ropa, tirar de la cadena del inodoro y regar las plantas que cubren el edificio.
Los residentes comparten la responsabilidad de cuidar las plantas, entienden la importancia de mantener la ciudad fresca y reducir las emisiones de CO2.
Los padres de Emilia tienen poco más de 50 años, y la mayoría de la gente de su generación coincide en que la ciudad es ahora un lugar mejor para vivir, a pesar de las tormentas, los aguaceros y las cada vez más usuales olas de calor, debido al aumento de las temperaturas.
Emilia encuentra un asiento en el metro, y es que el sistema de transportes de Berlín se ha vuelto más eficiente en los últimos años, combinado con patinetes eléctricos, tranvías, metros, trenes y bicicletas. Ahora, la gente puede desplazarse gratis en vagones con temperatura controlada, o ir en bicicleta por carriles arbolados.
El metro sale de un túnel y Emilia ve desde la ventana una larga extensión de vegetación. Antes, allí había carreteras. En las últimas décadas, un tercio de las carreteras de la ciudad se ha permeabilizado para ayudar a elevar el nivel de las aguas subterráneas cuando llueve. Es difícil imaginar que antes circulaban un millón de automóviles donde ahora hay parques y jardines comunitarios.
Cultivando mangos en oficinas de la ciudad
La universidad de Emilia está equipada con puertas automáticas, paredes reflectantes, persianas y buen aislamiento. También en el comedor donde Emilia engulle las sobras de su filete impreso en 3D. Lo moja en la salsa que preparó con mangos, que ahora se cultivan en Berlín. Es extraño pensar en una fruta viajando al otro lado del mundo para ser consumida. Sobre todo, porque ella nunca ha viajado en avión. Hoy en día, si la gente vuela, es en aviones propulsados por combustible verde o electricidad, y, en gran medida, solo cuando viajan fuera del continente.
Como la mayoría de la gente, su madre adoptó una dieta vegetal hace mucho tiempo, pero a su padre le ha costado más adaptarse, come carne o pescado de procedencia local una vez a la semana. Una vez para cenar comió un filete de células animales cultivadas en laboratorio y no notó la diferencia.
Pero volvamos a los mangos. Se cultivan en contenedores en antiguas oficinas reconvertidas para la producción de alimentos. En las últimas dos décadas, la agricultura urbana ha florecido con huertos en azoteas, sistemas verticales e invernaderos comunitarios por toda la ciudad.
Invertir en los alimentos que cultivan ha hecho que la gente desperdicie menos, también por el movimiento de cero residuos y el aprovechamiento de cosas como cortezas de pan, fruta vieja y verduras imperfectas. Cualquier desperdicio se destina, en gran parte, a la alimentación animal.
El impulso de la innovación
Cuando Emilia regresó de la universidad, al final de la tarde, su piso tenía la temperatura perfecta. El sistema de casa inteligente está programado para enfriar el espacio en verano y calentarlo en invierno, con una bomba de calor geotérmica para todo el edificio. El sistema energético de la ciudad funciona de manera eficiente. Además, la expansión de Berlín en la implementación de paneles solares y parques eólicos, así como el intercambio regional de energía, significa que ahora funciona con energías 100 por ciento renovables.
Luego se dio una ducha sin desperdiciar el agua. Después se dejó caer en el sofá de segunda mano y leyó un mensaje de su novia, Sophia, que compró cerveza hecha con pan reciclado.
A menudo piensa en lo difícil que debió ser ir contracorriente, pero también en lo satisfactorio que fue cuando los gobiernos comenzaron a apoyar iniciativas y a legislar sobre la descarbonización de las economías.
Y no solo en Berlín, sino en el mundo entero, donde se produjo un cambio global colectivo y drástico.
(rmr/cp)