Desempañar la imagen de Riad puede no resultarle tan difícil a Bin Salman. En su primera gira internacional tras el asesinato del periodista árabe Jamal Khashoggi, el príncipe heredero saudí tiene un as bajo la manga.
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La más reciente gira del príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, es un periplo tenso. Ella tiene lugar tras el sonado asesinato de su compatriota, el periodista Jamal Khashoggi, en el consulado de su país en Estambul. Bin Salman intenta lavar la imagen de Riad, pero, hasta que no regrese a casa, no podrá saber a ciencia cierta cuán exitosa fue su misión. Al ser recibido en Baréin, en el emirato Abu Dabi y en Egipto, el "caso Khashoggi” no jugó un papel importante; en primer plano estaba la hermandad de los pueblos árabes.
Pero en Túnez, la visita de Bin Salman ha sido precedida por protestas. La federación local de periodistas le echa en cara el homicidio de Khashoggi y la restricción de la libertad de expresión en su país. Muchos otros le reprochan a Riad el haberle dado asilo a Zayn al-Àbidin Ben Ali, el dictador tunecino derrocado en 2011, al calor de la primera revuelta de la "Primavera Árabe”. Siendo que Arabia Saudita combate las revoluciones en el mundo musulmán abiertamente, era de esperarse que Bin Salmán no fuera del todo bienvenido.
Apostando al pragmatismo
Sin embargo, el politólogo Adel Jutiar, de la Universidad de Salahaddin, con sede en la ciudad iraquí de Erbil, da por sentado que Bin Salman procurará conservar o recuperar el respaldo de sus vecinos –sobre todo de aquellos cercanos a Occidente– apelando a posiciones compartidas frente a los movimientos de oposición seculares, al archienemigo Irán, al conflicto palestino-israelí y a la guerra del Yemen. "No debemos olvidar que el pragmatismo influye mucho sobre la política de los Estados árabes”, subraya el especialista.
Riad tiene mucho que ofrecer en todos esos ámbitos. Arabia Saudita se erige en el gran contrapeso de Irán en el Medio Oriente y eso la hace interesante hasta para Estados Unidos. Es poco probable que las relaciones de la Casa Blanca con Riad se vean afectadas por el "caso Khashoggi” porque ese tema no es relevante para el electorado del presidente Donald Trump, explica Norman Ornstein, analista del think tank conservador American Enterprise Institute, con sede en Washington.
Última parada: Argentina
Abu Arar, miembro del movimiento musulmán de Israel, comentaba en entrevista con la publicación online "Al-Monitor” que Bin Salmán también coquetea con la idea de poner fin al añejo enfrentamiento entre israelíes y palestinos promoviendo la naturalización de los refugiados palestinos como ciudadanos de algún país del Cercano Oriente. Como Jordania, por ejemplo. Su lógica es: quien deja de ser un refugiado pierde su "derecho a regresar”. ¿Regresar a dónde? Simplista como es, esta noción puede ser bien acogida en Washington.
Mientras tanto, Arabia Saudita seguirá exigiéndoles visa de entrada a los palestinos apátridas, no sólo cuando quieran buscar en su territorio, sino también cuando aspiren a completar la peregrinación hacia los lugares sagrados del Islam durante el hach. Con esa medida, Riad ejerce presión sobre aquellos palestinos que insisten en preservar su estatus como refugiados. En todo caso, Bin Salmán apuesta a que la mayoría de los Gobiernos en su vecindario cultivarán una política de intereses similares a los suyos a mediano y largo plazo.
La última parada de su gira está al otro lado del océano Atlántico, en Argentina. Bin Salmán asistirá a la cumbre del G-20 en Buenos Aires. A más tardar en la reunión para la foto de grupo sabrá qué posibilidades tiene de salvar la imagen de su país frente a las otras potencias del mundo.
(ERC/CP)
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Yemen, una guerra civil olvidada (09.2016)
Los choques entre las tropas leales al Gobierno y los rebeldes hutíes en Yemen causan decenas de víctimas cada día, sin que la comunidad internacional parezca conmoverse demasiado.
Imagen: Reuters
Conflicto de larga data
Si bien la guerra civil de Yemen comenzó formalmente en 2014, los choques entre los hutíes del norte del país y el Gobierno central tienen una larga historia. En esos enfrentamiento, los rebeldes incluso incursionaron en territorio saudita. Durante el mandato del presidente Abdo Rabu Mansur Hadi, la situación empeoró, con los hutíes luchando abiertamente para tomar el poder.
Imagen: AFP/Getty Images/M. Huwais
Un presidente en problemas
El presidente Abdo Rabu Mansur Hadi intentó dialogar con los hutíes, que se acercaban a la capital, Saná. Finalmente los rebeldes tomaron la ciudad en septiembre de 2014 y obligaron al mandatario a negociar un acuerdo. El Gobierno presentó una propuesta para dividir en regiones con cierta autonomía, pero los insurgentes la rechazaron. En enero de 2015 Hadi renunció y fue confinado a su residencia.
Imagen: picture-alliance/C. Court
Vía libre para los hutíes
Los hutíes finalmente atacaron el Palacio de Gobierno y el Parlamento. Poco después, Hadi escapó de su residencia en Saná y viajó a Adén, antigua capital de Yemen del Sur, donde estableció provisoriamente a su Gobierno. En un discurso, declaró ilegítimo el golpe de Estado perpetrado por los insurgentes y aseguró que seguía estando al mando del país.
Imagen: Reuters/K. Abdullah
Toma del poder
En una demostración de que el poder en realidad lo tenían ellos, los hutíes realizaron una ceremonia en Saná para anunciar una nueva Constitución, la disolución del Parlamento para ser reeemplazado por un consejo nacional de 551 miembros y la formación de un consejo presidencial que guiaría los destinos del país.
Imagen: picture-alliance/dpa/Str
Arabia Saudita interviene
El 25 de marzo de 2015, a solicitud del Gobierno reconocido internacionalmente de Yemen, Arabia Saudita comenzó la "Operación Tormenta Decisiva", una serie de misiones aéreas que buscan debilitar las posiciones de los hutíes, que a esas alturas ya cercaban la nueva sede del Ejecutivo de Hadi, en Adén. Una coalición árabe da sustento a esta operación militar.
Imagen: Getty Images/AFP/J. Pachoud
Ataques indiscriminados
Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la ONU han acusado a Arabia Saudita de cometer crímenes de guerra en Yemen, pues muchas veces los objetivos de sus bombardeos son los civiles. Lo de Yemen es, también, una extensión de una lucha de potencias regionales, pues los hutíes son respaldados por Irán, mientras que el Gobierno de Hadi cuenta con el apoyo de Riad.
Imagen: Reuters
Un enviado especial impotente
La ONU encargó a Ismail Ould Chekh Ahmed que mediara entre las partes en conflicto de Yemen para alcanzar un acuerdo que terminara con los bombardeos y aliviara la crítica situación de la población civil, que pasa hambre y carece de atención médica. Ha habido ceses de las hostilidades, pero suelen ser violados por ambos bandos. El trabajo del enviado ha sido arduo e infructuoso.
Imagen: picture-alliance/Xinhua/Xu Jinquan/
Diálogos de paz en Kuwait
El último intento serio por lograr un acuerdo para conformar un Gobierno de transición formado por miembros de los hutíes y del Ejecutivo de Hadi se realizó en Kuwait. Pero los desacuerdos no se superaron y el 7 de agosto de 2016 las conversaciones concluyeron, sin lograr avances. Además de la guerra, los encontrones políticos entre ambos bandos no han cesado desde entonces.
Imagen: Reuters/M. al-Sayaghi
Condena internacional
En esta guerra han sido bombardeados hospitales, escuelas, barrios completos y, en la última masacre perpetrada por los aviones sauditas, un funeral. El 8 de octubre de 2016, los cazas de la coalición atacaron Saná, impactando en una ceremonia fúnebre, matando a más de 150 personas. La acción ha sido condenada transversalmente y Arabia Saudita prometió investigar el caso.