En el noveno capítulo de esta bitácora amazónica, el equipo de DW intenta filmar la deforestación provocada por la palma aceitera en la selva amazónica peruana.
Al otro lado del río se alza una barrera verde, frondosa como pocos bosques que he conocido en mi vida. Dicen que, en la época de los romanos, una ardilla podía cruzar la Península Ibérica de árbol en árbol sin tocar el suelo. Imagino que esa misma ardilla no habría reconocido lo que hoy es España. ¿Podrá cualquiera de los habitantes animales de aquella orilla reconocer su hogar dentro de unos siglos?
La tarea era, aparentemente, sencilla: contar una de las muchas historias que componen la agonía medioambiental de la Amazonía. Vinimos a Santa Clara de Uchunya, en el departamento peruano de Ucayali, a poner el foco de la cámara en un rincón de selva convertido en plantación de palma aceitera. Evidentemente, no iba a ser tan fácil.
Uchunya: la lucha por la tierra y el medio ambiente
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El comunero Walter quiere cruzarnos y, con la ayuda de Huber, que vive en el lado en disputa del río Aguaytía, guiarnos a través de la jungla para alcanzar el territorio que ocupa la empresa Ocho Sur P S.A.C. Pero es demasiado peligroso. Ellos aseguran conocer una ruta segura. La realidad es que los uchunya han dejado de cazar en la selva que consideran su tierra ancestral porque, aseguran, arriesgan la vida en ello. Varios de los miembros de la comunidad han relatado ante el micrófono cómo sufrieron los disparos, presuntamente provenientes de los guardias de seguridad que vigilan la plantación.
¿Vale la pena arriesgarse? Hemos cruzado medio planeta desde Alemania para ver esto con nuestros propios ojos, pero, en la medida de lo posible, lograr que nuestro público pueda asistir también a esta realidad, ya sea desde otra parte de Perú, en México, Colombia o en la misma Berlín. Desde DW, sin embargo, las instrucciones son claras: la seguridad es lo primero.
La única salida periodística es buscar una alternativa. Si no puede ser por tierra, que sea por aire. Salimos hacia Pucallpa, para emprender otra vez el tortuoso trayecto que separa dos mundos tan cercanos geográficamente.
Amazonía Uchunya, un especial multimedia de DW
Poco después estamos sobrevolando la selva amazónica de Ucayali. El GPS de la avioneta no tiene la misma precisión que las coordenadas de Google Maps, así que me toca asumir el rol de guía, mientras Luis graba con la cámara. El piloto me pasa un mapa y me pide direcciones. En mi cabeza, la suma de dólares por minuto que cuesta el vuelo aumenta frenéticamente como el contador de una gasolinera.
Nuestra suerte es la desgracia del ecosistema local: es imposible pasar por alto la plantación. Desde el aire la atravesamos y damos vueltas a su alrededor. Más que la inmensidad del cultivo intensivo, lo que corta el ritmo respiratorio es la parada brusca que la arboleda protagoniza en los lindes del terreno ocupado por la empresa. Las metáforas sobre la fuerza de la Madre Naturaleza se demuestran aquí falaces. Por grandiosos que sean sus tentáculos selváticos, la perversidad de la técnica humana es capaz de amputarla. Como si al detenerme en un paso de cebra, un par de mis dedos quedasen más allá de una frontera arbitraria que sentenciase su inapelable condena. La vuelta es más fácil: el GPS conoce el camino. No son las mejores imágenes, pero las condiciones no daban más de sí. En cualquier caso, hemos visto uno de los dientes de la deforestación que devora la Amazonía. La pregunta ahora es cómo contarlo, cómo estar a la altura de este panorama a vista de pájaro.
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Santa Clara de Uchunya, un pueblo en lucha en la Amazonía peruana
Los uchunya, una comunidad indígena del pueblo shipibo ubicada en Ucayali, se enfrentan a una empresa de palma aceitera que opera en sus tierras ancestrales. DW los visitó para retratar su vida cotidiana.
Imagen: DW/L. García Casas
Nuestro hogar, la selva amazónica
Santa Clara de Uchunya está situada a pocos kilómetros de Pucallpa. Esta comunidad indígena de la Amazonía peruana forma parte del pueblo shipibo y habita a orillas del río Aguaytía, afluente del Ucayali. Desde hace años, sin embargo, se han visto involucrados en un conflicto territorial con una empresa de palma aceitera.
Imagen: DW/L. García Casas
El reto de liderar una comunidad en lucha
Efer Silvano es el jefe de la comunidad uchunya, un cargo que se renueva cada tres años y se elige por votación. Aunque no hay veto alguno a las mujeres, en la práctica, ninguna ha sido escogida aún para ser jefa. En la imagen, el actual líder viste las ropas tradicionales de este pueblo que, no obstante, han sido excluidas de la indumentaria cotidiana del lugar.
Imagen: DW/E. Anarte
Imagen paradisíaca, realidad más compleja
La cabaña de la imagen da una idea de cómo son las viviendas de Santa Clara. El suelo tiene que estar elevado porque las inundaciones pueden convertir el claro en el que está construida la población en un lago. La elección del techo es muy importante a la hora de hacerse un hogar: la chapa puede proteger mucho mejor de la lluvia, pero también puede producir un calor insoportable.
Imagen: DW/E. Anarte
Un coche para la selva
En la selva amazónica peruana también hay vehículos a motor. Los “motocars” como el de la imagen son esenciales para la movilidad entre las poblaciones más aisladas de la región, especialmente si llueve, porque los caminos se vuelven intransitables para otros medios de transporte. Eso sí, la contaminación de la gasolina y el ruido que producen son el precio a pagar, y difícil de pasar por alto.
Imagen: DW/E. Anarte
La “cocha” es la respuesta a todo
El lago Uchunya, al que los locales se refieren como “la cocha”, es una pieza clave de la organización económica de la comunidad. Cuando no tienen agua corriente, vienen aquí a bañarse o a lavar la ropa. Además, de sus aguas obtienen el pescado que tanto les gusta desayunar. Por supuesto, también es un agradable lugar para pasar su tiempo libre.
Imagen: DW/L. García Casas
Bien acompañado se trabaja mejor
Aunque cada uno tiene sus tierras (las "chacras"), en muchos sentidos la vida aquí requiere de colaboración. Las redes familiares de apoyo son de vital importancia, pero también la cooperación entre miembros de la comunidad. En la imagen, varios uchunya -mujeres, hombres e incluso menores- pelan yuca conjuntamente.
Imagen: DW/E. Anarte
Plátano para desayunar, almorzar y cenar
El plátano no es solo una fruta o un complemento para la ensalada en estas latitudes. La banana es la base de la dieta local y se come en multitud de formas, a menudo frita o machacada. Por eso muchas de las tierras que cultivan los uchunya están repletas de los árboles que dan estos frutos, los cuales resisten muy bien el calor de la zona.
Imagen: DW/L. García Casas
Las reglas del partido son las mismas
El deporte también está enormemente presente en el día a día de la comunidad. Cada tarde, al terminar las labores, se organizan partidos de fútbol masculino entre los vecinos. Las mujeres, mientras tanto, juegan al vóleibol, aunque algunos hombres también se les unen. Como en Europa, el fútbol femenino en igualdad de condiciones sigue siendo un asunto pendiente.
Imagen: DW/E. Anarte
Una iglesia vacía en medio de la selva
Hace años que la comunidad carece de un líder religioso cristiano. De acuerdo con los locales, el último misionero, de nacionalidad estadounidense, abandonó la población por problemas de alcoholismo. En la actualidad, los uchunya no tienen un credo oficial, aunque algunos de sus miembros profesan el cristianismo a título individual.
Imagen: DW/E. Anarte
Soldando bajo el calor amazónico
Neiser es el único mecánico de la comunidad. Aunque la mayoría de los hombres uchunya son autosuficientes y saben construir su casa, cazar, cultivar y pescar, el desarrollo de nuevas necesidades, como la de reparar los motocars, fomenta una relativa especialización del trabajo en esta población indígena.
Imagen: DW/E. Anarte
Frontera y fuente de vida
El río Aguaytía es clave para la economía local, ya que es una importante fuente de pescado. Al otro lado, donde se encuentra en esta imagen el comunero Walter, están las tierras ancestrales donde opera la empresa de palma aceitera. Como consecuencia de la disputa, los uchunya ya no pueden obtener tantos alimentos de la caza como antes.
Imagen: DW/E. Anarte
Arte para comer
La popular artesanía shipibo también está presente en Santa Clara de Uchunya, aunque todos dicen que mucho menos que en el pasado. Cuencos cuidadosamente elaborados como los de la imagen se utilizan para comer y beber, además de ser motivo de orgullo local.
Imagen: DW/L. García Casas
La mejor arma: la sonrisa de un niño
Aunque los uchunya llevan años enfrentados a la empresa que, dicen, les ha arrebatado parte de sus tierras ancestrales, la alegría es un don que nadie ha logrado robarles aún. Tampoco la ilusión de los más pequeños, que pronto tendrán que decidir si continuar con el modo de vida tradicional o intentar estudiar y tomar caminos que los llevarán, al menos a corto plazo, lejos de la comunidad.