En el sexto capítulo de esta bitácora amazónica, los periodistas de DW comprueban cómo vuelve el suministro a Santa Clara de Uchunya y descubren que el pozo se instaló por un programa de erradicación de cultivos de coca.
Hoy me he despertado mucho antes de que salga el sol y me he subido al depósito de agua para tomar desde ahí imágenes del amanecer. Justo estaba grabando los altavoces que hay allí arriba cuando han anunciado, en shipibo y en español, y en ambos idiomas mezclados, que hoy volvería el agua corriente.
Una de las cosas que más nos llamó la atención cuando llegamos a Santa Clara de Uchunya era era esa torre de hormigón con un depósito de agua encima. ¿Hay agua corriente aquí? Sí, desde 2007, nos dijeron. Lo puso la municipalidad. Pero se estropea constantemente. También hay suministro eléctrico e, incluso, alumbrado público desde 2016. Ahora acaban de abrir un nuevo pozo. Estos días, sin embargo, la comunidad tenía que traer agua de la cocha para cocinar, asearse o lavar la ropa. Incluso para beber la sacan de ahí, aunque hay que hervirla previamente.
Videoblog: La comunidad indígena uchunya vuelve a tener agua corriente
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La cocha
La pesca allí es rotativa. Cada tarde, un comunero coloca su "trampa", su red, y la recoge al día siguiente "para el sustento de la canasta familiar". Ahora el que está ahí es el anterior jefe de la comunidad, Carlos Hoyos Soria, que deja sus labores para explicarnos. "Difícilmente encontrarás una comunidad nativa asentada lejos de un río y una cocha", nos dice. Se saca hasta hasta tres kilos de pescado cada vez, aunque hay días en los que no se saca nada.
Prefieren la cocha porque no está contaminada. "Es por eso que casi no consumimos pescado del río", nos dice. Gracias al apoyo de la ONG Forest Peoples Programme han instalado en la cocha una pequeña piscifactoría artesanal de 10 metros de largo por 8 de ancho y 3 metros de profundidad. Tiene 2.400 parcos. Este mes podrán sacar al mercado por primera vez su producción.
"El que planta coca, planta muerte"
Cuando le explicamos al jefe que un comunero nos confiesa que tenía cultivos de coca, nos explica que en realidad la instalación de agua no la puso la municipalidad, sino el programa de sustitución de cultivos ilícitos del gobierno estadounidense. "Construyeron el pozo, el depósito elevado, los pilones [hay un surtidor de agua por cada casa, N. de la R.] y dieron cien dólares a cada familia", explica.
Videoblog: La "cocha", segunda casa de los uchunya
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Según ellos, fueron indígenas andinos los que bajaron a su llanura y empezaron a cultivar coca en sus tierras ancestrales. Muchos en Santa Clara de Uchunya trabajaron en los cultivos, aunque la mayoría como simples peones. "A nosotros nos basta con lo que tenemos, a los andinos sí que les gusta tener un buen carro, cadenas de oro, la plata... nosotros tenemos otra mentalidad", nos dice el jefe.
Amazonía Uchunya: un proyecto multimedia de DW
Sin embargo, sí que hay comuneros que admiten que tenían plantaciones, no simplemente que trabajaban en ellas: "Me daban 500 dólares por kilo de hoja de coca... si ibas a Colombia, a Leticia, y la vendías allí directamente, te daban tres meses más". "Yo nunca lo hice porque había muchos que no volvían", explica. Los propios narcos colombianos que recibían la mercancía los emboscaban en el camino y los mataban. "Esa maldita droga", recuerda, "por eso digo que quien planta coca, planta muerte".
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Santa Clara de Uchunya: ¿cómo convivir con la Amazonía de forma sostenible?
Los habitantes de Santa Clara de Uchunya, en la selva peruana, pertenecen a una comunidad indígena que lucha por seguir explotando los recursos naturales de la selva amazónica sin agotarlos.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Pesca y cría de peces
Los habitantes de Santa Clara de Uchunya recogen pescado de su laguna por turnos: uno cada día. Allí pescan con "trampa", es decir, con red. La colocan por la tarde y recogen los peces que se enganchan en ella por la mañana, uno por uno, sin arrastrar la red. Además, gracias al apoyo de una ONG internacional han instalado una piscifactoría que este mes de diciembre empezará a producir.
Imagen: DW/L. García Casas
Bañándose con pirañas
Pueden sacar hasta tres kilos de pescado al día, incluidas pequeñas pirañas. También "cazan" peces de la forma tradicional, con lanza, en el río Aguaytía, aunque lo evitan cada vez más debido a la creciente contaminación. En ese caso, van a primera hora de la mañana con la canoa cerca de la orilla, donde los peces se acercan para comer. Allí también se bañan, aunque hay rayas y otros peligros.
Imagen: DW/E. Anarte
Caza con escopeta
La forma tradicional de cazar, sobre todo aves, era con cerbatana. Pero ya nadie las usa ni las hace. En Santa Clara de Uchunya, según nos cuentan, ya ni siquiera nadie tiene una para mostrarnos. Quienes cazan, lo hacen con escopeta. Las fabrican en Pucallpa de forma casi artesanal. En sus tierras ancestrales hay caza, pero también osos hormigueros, tigrillos y otros animales amenzados.
Imagen: DW/L. García Casas
Cultivos
Sin embargo, de donde sacan la mayor parte de su alimento, y también una fuente de ingresos vendiendo el excedente en la ciudad, es de la agricultura. Todos los habitantes de Santa Clara de Uchunya tienen derecho a cultivar una chacra (parcela) dentro de las tierras comunales. El maíz, por ejemplo, se usa tanto para consumo humano como para dar de comer a las aves de corral.
Imagen: DW/E. Anarte
Plátanos contra el calor
También abundan los plataneros, que aguantan muy bien el calor y cuyo fruto, la banana, tiene salida a los mercados locales, sobre todo la variedad "bellaco". Sin embargo, es sensible a las inundaciones prolongadas, por lo que, a veces, se echan a perder las plantas y se malogra toda la cosecha.
Imagen: DW/E. Anarte
Arrozales en las lindes del camino
La cantidad de zonas inundables que hay en los alrededores de Santa Clara de Uchunya ha hecho que proliferen también los arrozales. Aunque no es una planta autóctona, han aprendido a cultivarla. El arroz es fácilmente almacenable y dura mucho tiempo, por lo que es perfecto para tenerlo como reserva por si una inundación los deja incomunicados sin poder salir de casa, como pasó el año pasado.
Imagen: DW/L. García Casas
Construcción sostenible
Otro de los aspectos claves de la sostenibilidad es la forma de construir de los shipibo. Antiguamente eran seminómadas: construían sus cabañas en un lugar y cazaban y recolectaban hasta que agotaban las reservas, para luego trasladarse a otro sitio, dentro de sus tierras ancestrales. Ahora están asentados en lugares fijos, pero siguen construyendo aún según su técnica tradicional.
Imagen: DW/E. Anarte
Sin clavos
La forma tradicional de construir utiliza para fijar las vigas unas lianas que recogen en la selva y que duran muchos años. Para atar las hojas de palma con la que hacen el techo, utilizan atadijo, una corteza que cortan en tiras y que también es muy resistente y duradera. Sin embargo, los tejados hay que renovarlos cada doce o quince años, por lo que algunos optan ya por techos sintéticos.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Madera para construir casas
Sin embargo, para construir una casa necesitan cortar bastantes árboles: seis cumaseba para los pilares, cinco espintana para las vigas largas, varias carahuasca y al menos ocho cañas bravas para el esqueleto del tejado. Además, tienen que pelar veinte palmeras para cubrir el techo. Aquí la sostenibilidad se basa en la gran extensión de tierra que utilizan unas pocas familias.
Imagen: DW/L. García Casas
La empresa de palma
En el caso de Santa Clara de Uchunya, lo que ha venido limitando el acceso a sus tierras ancestrales es la instalación de una plantación de palma de aceite que ha deforestado 7.000 hectáreas de bosque primario. Eso ha reducido las tierras en las que cazaban y de las que recogían madera y plantas medicinales. Además, ha espantado a la caza. Ahora están luchando para recuperar esas tierras.