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Blair internacionaliza la pugna con Irán

Emilia Rojas Sasse29 de marzo de 2007

El primer ministro británico se mostró decidido a no "regatear" para conseguir la liberación de los 15 soldados de marina detenidos en Irán y optó por buscar el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU.

Patrulla británica ente las costas de Basora, Irak.Imagen: AP

Tony Blair considera que no hay nada que discutir. Su fórmula para obtener la liberación de los 15 soldados de marina británicos detenidos en Irán es simple: "debemos incrementar la presión en forma decidida", dijo el gobernante británico a la televisión. Y agregó que hay que dejarles en claro a los iraníes que hay otras posibilidades a las que recurrir, "si no se muestran dispuestos a comportarse en forma sensata". ¿Cuáles son esas posibilidades? El premier londinense no lo dijo. Pero sus palabras no resultan precisamente tranquilizadoras. Los primeros en reaccionar fueron los corredores del mercado internacional, en el que el petróleo volvió a subir en previsión de una escalada de la tensión.

También los iraníes han reaccionado, a su manera: posponiendo la liberación de la única mujer entre los cautivos, la soldada Faye Turney. La difusión de su imagen en un video, en que se la veía confusa y admitiendo la incursión en aguas iraníes, incrementó la indignación de los británicos y de Blair, quien calificó la grabación como "una vergüenza", que contraviene todas las reglas internacionales.

Solidaridad europea

Tony Blair recurre al Consejo de Seguridad.Imagen: AP

Ante esta situación, Gran Bretaña juega la carta de la solidaridad de sus aliados. Y en el marco de la Unión Europea no le ha resultado difícil obtenerla. Francia tomó la delantera, citando al embajador iraní para manifestar su preocupación por el caso y demandar la inmediata liberación de los soldados británicos. También el coordinador de la política exterior de la UE, Javier Solana, tomó partido rápidamente, advirtiendo que este incidente podría perjudicar seriamente las relaciones europeas con Teherán.

Más allá del ámbito europeo, Londres busca también el apoyo de la comunidad internacional. Basándose en que la resolución 1723 de la ONU, de noviembre del 2006, autoriza a las tropas extranjeras encabezadas por Estados Unidos a controlar las costas iraquíes y la navegación por ellas, Gran Bretaña acudió pues al Consejo de Seguridad, en procura de una condena contra Teherán.

Política en lugar de técnica

La iniciativa británica, sin embargo, difícilmente hará dar marcha atrás a los iraníes. Y, en realidad, tampoco apunta al quid del asunto: Irán no pone en duda el derecho británico de patrullar en las costas iraquíes, sino que alega una violación de sus propias aguas territoriales. Londres lo niega y se remite a los datos del sistema de navegación GPS para probarlo, mientras Teherán hace exactamente lo mismo para avalar su propia versión. ¿Cómo discernir quién tiene la razón? Por lo visto, ni siquiera en el siglo XXI la tecnología permite dilucidar temas como éste, que han dado origen a más de una pugna a lo largo de la historia.

Queda entonces el veredicto político. Para Occidente, Gran Bretaña goza de credibilidad. En otras esferas, habrá quien dé más crédito a Irán. Así, una vez más se ensancha la brecha, justo en esta sensible región, donde lo que en realidad se requeriría es por fin aplacar tensiones y dar primacía a los argumentos objetivos y prácticos en los diversos temas candentes que están pendientes, comenzando por el del futuro del programa nuclear iraní.

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