El canciller alemán, Gerhard Schröder, felicitó a su homólogo británico con un mensaje en el que alude también a su 52 aniversario el viernes. En él se percibe el tono de amistad personal entre ambos. "Con tu triunfo electoral te has hecho tú mismo el mayor regalo de cumpleaños", dijo Schröder, quien prometió a Blair su respaldo durante su futuro mandato. "Gran Bretaña asumirá este año, con la presidencia de la UE y del G-8 -el grupo de países más industrializados del mundo y Rusia-, una gran responsabilidad. En ello podrás contar con mi apoyo", señaló el canciller.

El presidente francés, Jacques Chirac, envió un telegrama a Londres manifestando sus más calurosas felicitaciones. El jefe de Estado galo evocó en su mensaje 'el espíritu de la confianza y la cercanía entre París y Londres'. Entre los numerosos desafíos comunes, Chirac mencionó la construcción de Europa, la lucha contra el hambre y el impulso del desarrollo sostenido.

Pese a la guerra de Irak

En Austria, el líder del Partido Socialista Austriaco, Alfred Gusenbauer, felicitó al premier laborista, calificando su triunfo de 'histórico'. El laborismo alcanzó, por primera vez en su historia de más de 100 años, un tercer triunfo consecutivo en unas elecciones parlamentarias. 'Pese a la fuerte crítica a su persona por la participación británica en la guerra de Irak, Blair logró convencer a los británicos de que el país bajo su liderazgo tiene un mejor futuro', señaló el político austriaco.

Felicitaciones enviaron el canciller austríaco Wolfgang Schüssel, el primer ministro sueco, Göran Persson, el presidente del Parlamento Europeo, Joseph Borell, así como el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.

Gordon Brown, sucesor de Blair

Tony Blair alcanzó lo que nunca había logrado ninguno de sus predecesores laboristas y tan sólo por ello los resultados han sido calificados como históricos. Sin embargo Blair se mostró modesto en la hora de la victoria, consciente de que la población no le dio el triunfo a él sino al laborismo. Las fuerzas políticas británicas dieron más lástima que envidia. La pérdida de decenas de escaños laboristas demostró que los comicios se ganaron más bien por debilidad de la oposición. El laborismo simplemente capitalizó, como lo viene haciendo desde hace años, la fortaleza económica del mercado británico. Esta cuestión fue, por lo visto, el tema preponderante en los comicios. Analistas coinciden en que tras el estrecho triunfo, Blair acabará cediendo el timón a su sucesor natural, el titular de finanzas Gordon Brown.

Triste espectáculo político

Triste espectáculo es el que ofrecieron los conservadores que no lograron capitalizar la debilidad de Blair entre los votantes. Ello se debió a la pésima campaña de Michael Howard, un sobreviviente de la era Thatcher, quien al parecer no percibió el latir político del país y apostó en su campaña por el miedo, al evocar los demonios de la inmigración y la criminalidad.

Los liberales fueron los únicos que atacaron el principal punto débil del primer ministro, -el desastre de la guerra en Irak- y también fueron los más beneficiados. Sin embargo el débil programa económico del líder del partido, Charles Kennedy, y el controvertido sistema bipartidista británico, no le ayudaron a llegar más lejos. La moraleja es que si bien Gran Bretaña es un país al que le va mejor que a otros de sus vecinos en Europa occidental, también es un país que busca nuevas figuras.