Boateng sienta un precedente contra el racismo
5 de enero de 2013 Se supone que el partido entre el AC Milán y el Pro Patria, un equipo de la cuarta categoría italiana, iba a ser un amistoso. Pero el juego terminó a poco de haber empezado con un escándalo: un grupo de unos 40 aficionados del equipo local, el Pro Patria, insultaron permanentemente a los jugadores de color del equipo visitante. Y cuando Kevin-Prince Boateng tuvo el balón en su poder en el minuto 25, desde las tribunas volvieron a resonar los sonidos burlescos de mono. El jugador les lanzó el balón a los fans, se quitó la camiseta y abandonó el campo, furioso. El resto del Milán siguió el ejemplo del berlinés con raíces ghanesas. Los jugadores del Pro Patria intentaron convencer a sus colegas de volver al terreno de juego, pero el Milán se negó a retornar y el árbitro no tuvo más remedio que dar por terminado el partido.
“Es una lástima que estas cosas todavía ocurran. Es inaceptable. Espero que este tipo de situaciones acaben de una vez. Negro y blanco es lo mismo, no hay seres humanos de segunda clase”, dijo Boateng en el portal de Internet Sport Bild online. “Estoy decepcionado y triste, pero creo que la decisión correcta era no volver al campo de juego. Por respeto a nuestros jugadores y a todos los jugadores de color de la liga”, dijo Massimiliano Allegri, el entrenador del Milán. “Debemos detener ese comportamiento incivilizado. Italia tiene que ser un poco más civilizada y más inteligente”.
Novedad en el fútbol italiano
Según el periódico Gazzetta dello Sport, es la primera vez que un partido de fútbol es suspendido en Italia por cuestiones racistas. Esto es sorprendente, pues el fútbol de ese país siempre tiene problemas por los insultos que reciben los jugadores de color. “En la Serie A italiana este tipo de incidentes se dan varias veces por temporada”, dice a DW Tom Mustroph, corresponsal del Neuen Zürcher Zeitung (NZZ) en Italia. “El jugador de color Mario Balotelli se fue de Italia por lo mismo y por eso juega en la actualidad en el Manchester City, en Inglaterra”.
Algo parecido ocurrió antes en la Serie A italiana, aunque no hubo disposición de todo el equipo para seguir la protesta. En el año 2005, cada vez que el jugador del Messina Marco Andre Zoro tocaba el balón, los fanáticos del Inter de Milán (el rival de turno) hacían ruidos de mono e insultaban al futbolista gritándole “negro sucio”. En la mitad del segundo tiempo, Zoro tomó el balón, salió de la cancha y habló con el cuarto árbitro. Sin embargo, Zoro fue convencido por sus compañeros de seguir jugando.
Mustroph piensa que la responsabilidad por lo que ocurre en los estadios italianos no tiene que ver solo con los fans. “Los dirigentes de los clubes les restan importancia a las palabras de los hinchas, esa es la típica reacción de ellos”, dice. “Algunos dirigentes de clubes dicen que estas cosas pertenecen al folclore. Otros apuntan que son cosas de la cultura. El ejemplo claro de esto son los seguidores de la Lazio, que incluso están orgullosos de sus acciones”.
Los hinchas de la Lazio, donde actualmente juega el futbolista alemán Miroslav Klose, desde hace años tienen esa impronta negativa. Una y otra vez, en el sector donde se instalan los acérrimos del club, aparecen símbolos nazis. Y Paolo di Canio, que lleva la banda de capitán desde hace varias temporadas, acostumbra a festejar sus goles con el brazo derecho estirado, dirigiéndose a los fan con el saludo nazi.
Más consecuencia
La Lazio de Roma es un ejemplo entre varios. En respuesta a numerosos incidentes raciales, el Gobierno ha ampliado el poder de los jefes policiales dentro de los estadios y ahora se les permite, al igual que los árbitros, suspender un partido en caso de disturbios o incidentes. Pero eso no ha sucedido hasta ahora. Y la cerrada actitud del AC Milán bien podría servir como ejemplo, pero solo en parte. En rigor no se perdía absolutamente nada con abandonar el campo de juego. Era un amistoso. Pero es distinto cuando se trata de un campeonato y peligran puntos, dinero o la posibilidad de pasar a la siguiente ronda.
“Para cambiar de verdad la situación en los estadios italianos, lo que debiera suceder es que los equipos siempre reaccionaran como lo hicieron Boateng y sus compañeros del Milán”, dice Tom Mustroph. “Y también el árbitro debe poner de su parte. Los árbitros siempre debieran suspender o cancelar definitivamente los partidos. Quizás entonces algunas cosas cambien”.
Autor: Andreas Sten-Ziemons / DZ
Editor: José Ospina-Valencia