A propósito de la polémica en la capital colombiana, no solo por la tala masiva de árboles, sino también por dudosas siembras, DW contactó a las entidades encargadas de Silvicultura. Los ciudadanos continúan protestando.
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Desde hace meses, ambientalistas, concejales y ciudadanos protestan en diferentes sectores de la capital colombiana. Exigen mayor socialización de la información y que paren las talas de árboles.
Bogotá cuenta con 1.276.199 árboles, es decir, alrededor de 1 árbol por cada 6 habitantes. Sin embargo, para preservar la calidad de aire, se debería contar con 1 árbol por cada 3 habitantes, según recomienda la Organización Mundial de la Salud.
Para el exdirector del Jardín Botánico Herman Martínez, nunca antes en la historia de Bogotá se habían autorizado tantas talas. Según él, "desapareció el rigor y el criterio técnico".
De acuerdo con datos entregados por la Secretaría Distrital de Ambiente a DW, entre enero de 2016 y febrero de 2019, durante la administración del alcalde Enrique Peñalosa, se autorizaron 41.305 talas en Bogotá, de las cuales 14.076 ya fueron ejecutadas.
DW tuvo acceso al documento que contiene el registro de talas -actualizado a agosto de 2018-. Tras analizar algunas variables, se evidencia que el norte de Bogotá ha sido el más afectado. Así mismo, que el 62,9% de las talas se realizan en espacios públicos, mientras que un 37,1%, en privados.
Pero dicho documento tiene incongruencias. Allí, cada árbol registrado tiene un código, único e irrepetible, como una cédula de identidad. Sin embargo, alrededor de 800 códigos figuran repetidos.
En muchos de estos casos, el mismo código de árbol, con la misma altura, especie y ubicación, aparece en dos barrios diferentes y con un distinto valor a pagar -en pesos colombianos- por la compensación de la tala.
Al respecto se consultó con la encargada de autorizar las talas en Bogotá, Claudia Yamile Suárez, subdirectora de Silvicultura Flora y Fauna Silvestre, y con Yamid Saldaña, encargado de prensa del Jardín Botánico, entidad responsable del Sistema de Información para la Gestión del Arbolado Urbano (SIGAU), pero no se obtuvo respuesta.
Diseño Paisajístico
Si bien, una gran parte de los individuos vegetales deben ser talados en casos de emergencia, el 21% de las talas son casos de infraestructura y un 50,7% por manejo o por “condiciones físicas y sanitarias deficientes”.
Respecto a la última cifra, se evidenció que muchos de los árboles aprobados para ser talados estaban, sin embargo, en buen estado: "No se describe ninguna afectación del árbol por enfermedad, daños irremediables o riesgo de caída. Por el contrario, indican que están en perfecto estado. La razón de la tala es porque interfiere con el ‘diseño paisajístico'”, explicó a DW Carmen Castañeda, de la Personería de Bogotá, órgano de control de los servidores públicos, dependiente del gobierno de la ciudad.
Frente al tema, la Alcaldía de Bogotá aseguró en un comunicado que antes de talar un árbol, "un equipo de profesionales forestales y biólogos revisa y evalúa el arbolado para determinar si está en buenas condiciones”.
Otro de los puntos críticos, además de la tala árboles en buen estado, está relacionado con los humedales. A María Fernanda Rojas, concejala de Bogotá y quien ha venido denunciado dicha situación, le preocupan "aquellas [talas] autorizadas en zonas de reserva y de protección ambiental, para la construcción de obras duras, como pistas, gimnasios al aire libre, quioscos y canchas deportivas”, según dijo a DW.
¿Dónde están las siembras?
A la polémica de la tala de árboles se le suma otra, la de siembras.
De acuerdo con la Alcaldía y demás entidades encargadas "por cada árbol talado en Bogotá, hemos plantado ocho nuevos”.
Tras consultar con la Secretaría Distrital de Ambiente y directamente con la subdirectora de Silvicultura y no obtener respuestas sobre dicha cifra, DW consultó nuevamente con el Jardín Botánico y su directora, Laura Mantilla, para poder constatar las más de 110 mil siembras que figuran en su página en internet, pero hasta el momento no hubo contestación.
Algunas de las preguntas que se le enviaron fueron: ¿Por qué cuentan la restauración ecológica y los replantes como un nuevo árbol plantado? O, ¿por qué en el informe de Rendición de Cuentas del Jardín Botánico de 2018 hay 8.538 árboles desaparecidos?
"No creo que el alcalde haya sembrado todos los árboles que asegura. Lo que está ocurriendo es que en sus cuentas, el alcalde suma como árboles, especies que no lo son, por ejemplo, arbustos, plantas de jardín y herbáceas", aseguró la concejala María Fernanda Rojas.
Cambios en reglamentación
Sobre las modificaciones de los decretos que reglamentan la silvicultura en la ciudad, surgen varios interrogantes. Como por ejemplo, si el salvoconducto o permiso para la movilización del arbolado todavía se emite, ya que no figura en el decreto más reciente, de 2018.
O por qué el Plan de Podas pasó de "presentarse anualmente” y con dos revisiones al año, a tener una vigencia de 8 años.
Y finalmente, con base en un nuevo artículo, agregado en el decreto 383 de 2018, "las constructoras podrán solicitar el cumplimiento de la compensación por tala de árboles mediante la plantación en zonas duras públicas”, refiriéndose a zonas pavimentadas.
Sí escogen únicamente plantar, ¿las constructoras no están obligadas a compensar con dinero?
Hasta la fecha, y durante el mismo periodo de Enrique Peñalosa, se han recaudado alrededor de 6 millones de dólares por compensación de talas en Bogotá.
Aunque las talas y siembras son actividades regulares en cualquier ciudad, la falta de la socialización de la información, la incongruencia de las cifras y la falta de transparencia continúan generando dudas.
(cp)
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Reserva Thomas van der Hammen: la lucha por el último relicto de naturaleza en Bogotá
Para unos está claro: la "Van der Hammen" es intocable. Otros apoyan la construcción de vías contra los atascos en el norte de la ciudad. Un paraíso con pronóstico reservado. ¿Sobrevivirá a los intereses encontrados?
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Un paraíso en disputa
Este lugar paradisiaco en los Andes colombianos pertenece a la llamada “Reserva Thomas van der Hammen”, el último reducto de bosques y humedales situado en el norte de la capital de Colombia. No obstante, se encuentra en el centro de una disputa jurídica y política desde hace 18 años; unos a favor de su reforestación y conservación, mientras otros apuestan por la urbanización. ¿Quién se impondrá?
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Bogotá, una ciudad que arrasa...
Bogotá es la 3ª capital más alta del mundo, pero a pesar de estar a 2.6301 metros de altura, sus 10 millones de habitantes respiran un aire cada vez más contaminado. Los bosques de los "Cerros Orientales" y la última reserva natural producen el oxígeno para su población, además de brindar espacios de recreo. Desde el Cerro Majuy se ve cómo el concreto acorrala la naturaleza, metro tras metro.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Un bosque convertido en colcha de retazos
A pesar de que la reserva Van der Hammen es un “área protegida”, las autoridades no han garantizado su total integridad. Este territorio ha sido violentado por constructores y, en parte, usado como vertedero. Su completa restauración implicaría el derribo de edificios y fábricas, con la consecuente indemnización de los propietarios. ¿Quién está dispuesto a pagar por aire puro?
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Naturaleza: un bien común
Fuertes intereses económicos colisionan aquí: los territorios de la Reserva Van der Hammen están en medio de una zona de gran interés de expansión urbana. Los bogotanos asfixiados por las emisiones del tráfico urbano y las fábricas piden conservar el último pulmón verde de su ciudad como una zona de beneficio común. Algunos niños ven aquí, por primera vez, aves silvestres, a menudo migratorias.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Árboles marginados en una selva de cemento
Los Cerros Orientales recorren la ciudad de sur a norte. “A la gente se le olvidó que hay robles y cedros, que eran sagrados para los indígenas, pero desaparecieron de nuestra historia cultural”, dice Wilson Ramírez, reforestador del Instituto Humboldt. Las montañas son para muchos en Bogotá como una película que ven todos los días desde la lejanía, pero cuyos escenarios les parecen inaccesibles.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
El "Humboldt" colombo-holandés
Thomas van der Hammen (1924-2010) fue un geólogo, botánico, micólogo, paleontólogo y arqueólogo colombo-neerlandés que dedicó su vida a estudiar los ecosistemas de los páramos andinos que surten con agua a Bogotá. En su honor, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) declaró en 2011 dicha zona como Reserva Forestal y la llamó Thomas van der Hammen.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Ecosistemas por ¿autopistas?
A pesar de que urge garantizar la conexión de los ecosistemas, el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, planea cruzar la reserva Thomas Van der Hammen con cuatro autopistas y construir 350.000 casas, al tiempo que promete “agrandar el área protegida”. Así lo presentó en la pasada Cumbre Global de Acciones para el Cambio Climático en San Francisco, dentro de la iniciativa "Cities4Forests".
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
La propuesta de la Alcaldía: "agrandar, y quitar"
La reserva se ha convertido en un "obstáculo" para la movilidad del tráfico, según la administración, y plantea “una reserva más grande y mejor conectada, que recupera humedales y bosques, donde todos puedan disfrutar de la naturaleza”. La idea es "incrementar el área ambiental de 634 hectáreas a 1.104 y el área total de 1.396 a 1.710." Pero también "sustraer" 104 hectáreas para unas 10 vías.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Ciudadanía vigilante
Los planes de la administración son rechazados por muchos, y alabados por otros. “La capital de Colombia se juega la pérdida del 70% del suelo protegido del norte de Bogotá”, advierte Patricia Bohórquez, de la ONG Red de Humedales. El Partido Verde, por su parte, cree que el gobierno de la ciudad “quiere hacer desaparecer casi la ruralidad del norte de Bogotá”. Otros exigen una consulta popular.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Propietarios: entre esperanza y temor
Algunos dueños de predios coinciden con el alcalde que ha dicho que la Van der Hammen "no existe”, que “está solo en el papel” o que es un “potrero” que impide la infraestructura. Otros apuntan a que “construir un gran parque natural es utópico, porque los predios son privados”. Pero el alcalde también asegura que su oficina ya tiene un buen monto de dinero para adquirir los terrenos.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
Futuro incierto
Después de que un tribunal aprobara el plan urbanizador de la alcaldía, tras una interpelación, este revocó la decisión y entregó la última palabra sobre el destino de la Reserva Thomas Van der Hammen a la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR), un ente gubernamental que decidirá, basada en estudios, a mediados de marzo de 2019. “La naturaleza está de fiesta”, apuntó entonces un ecologista.
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
"Reserva estratégica", ¿digna de restaurarse?
El pulso que libran los bogotanos entre naturaleza y tráfico obliga a una difícil armonización de derechos comunes e individuales, así lo pide la Constitución. El Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt de Colombia celebra que la Alcaldía haya abierto el debate sobre esta reserva “en estado de degradación”, y poder así “garantizar su viabilidad ambiental".
Imagen: Alexandra M. Rodríguez Ráquira
187 y más razones para proteger la Reserva Van der Hammen
Para las ONG Cerros de Bogotá y Humedales de Bogotá, hay razones de sobra para la preservación la Reserva Van der Hammen: 187 especies de aves y 514 de flora, así como 5 ríos, el Bosque de Las Mercedes, último relicto de la Sabana y mariposas por describir. Guías ofrecen caminatas en las que los visitantes no salen del asombro por la belleza de sus paisajes, pero también por el riesgo que corren.