Hace más de una semana, la represión china de protestas en el Tíbet saltó a las primeras páginas de los periódicos para demostrar al mundo lo que ya sabía: China no es un país en el que se respeten los derechos humanos y las libertades fundamentales.

Según el Gobierno tibetano en el exilio, más de 130 personas han muerto desde entonces en los enfrentamientos, 21 reconocidas oficialmente por Pekín. La prensa libre no existe. Los extranjeros han sido "invitados" a abandonar el Tíbet. Nadie sabe con seguridad lo que sucede en la provincia, salvo que algo pasa y que China se esfuerza por ocultarlo.

Y ahora, con unos Juegos Olímpicos a la vuelta de la esquina, ¿qué? En Europa se buscan respuestas. Las radios y televisiones del continente invitan a los representantes políticos a ofrecer soluciones: y de éstas hay para todos los gustos.

La postura inteligente

"No le cierro la puerta a ninguna opción. Tomaré una decisión en función de cómo se desarrollen los acontecimientos”, ha declarado el presidente francés, Nicolás Sarkozy, en relación a un posible boicot de las próximas olimpiadas.

El Comité Olímpico Internacional y otros organismos, como la Federación Deportiva Olímpica Alemana, se han manifestado abiertamente en contra de torpedear los Juegos chinos, y no son pocas las voces que desde los primeros días de la revuelta tibetana han calificado de sinsentido la idea de un boicot. Sin embargo, la situación se encuentra lejos de la tranquilidad, y crece el número de los que ven en la postura del presidente galo la más inteligente de las opciones.

“No sabemos lo que va a pasar en China y en el Tíbet, por eso lo mejor es no descartar la posibilidad del boicot”, opinó el democratacristiano alemán Ruprecht Polenz en la radio germana Südwestrundfunk, y en el mismo sentido se manifestó su colega de partido Eckart von Klaeden en la emisora Deutschlandfunk.

También Claudia Roth, presidenta del Partido Verde alemán, participó esta mañana en una tertulia radiofónica. “En este momento no estoy a favor de un boicot, pero descartarlo me parece incorrecto. Eso sólo serviría para justificar el proceder de las fuerzas de seguridad chinas. No podemos ofrecerle al Gobierno chino un cheque en blanco asegurando que no habrá boicot”, dijo en la radio WDR.

Los diferentes modos de protesta

Hans Gert Pöttering, el presidente del Parlamento Europeo, es otro de los que habló con la prensa, la semana pasada, para recordar que el boicot todavía es posible. La cámara comunitaria debatirá este miércoles la cuestión, y seguramente surque la sala más de una propuesta.

El parlamentario alemán del Grupo Popular Europeo Elmar Brock opina que lo más apropiado sería que la clase política prescindiese de viajar a Pekín. “Sería una forma de debilitar al régimen sin que los deportistas tiren por la borda cuatro años de preparación”, dijo el político, quien igualmente considera que los Juegos Olímpicos deberían regresar para siempre a Grecia: “De todas formas, los países pequeños ya no pueden permitirse la celebración de unos Juegos Olímpicos”.

Apagar el televisor, no asistir a la ceremonia de inauguración: muchas son las ideas que florecen estos días para enfado de las autoridades chinas, que consideran los intentos de boicot como “un ataque al espíritu olímpico”. “Pido a los atletas que se manifiesten ópticamente”, dijo la verde Roth en WDR, y no es la única que reclama señales visibles de protesta en las camisetas de los deportistas.

“Pero entonces tendremos que cambiar los contratos: los atletas británicos han tenido que comprometerse por escrito a no portar símbolos de ningún tipo en la indumentaria deportiva”, continuaba Roth sin olvidarse de otro pilar responsable al que apelar: “Yo me pregunto, ¿dónde están los patrocinadores? ¿Por qué no dice nada Adidas? ¿Por qué no dice nada Volkswagen?”

Mientras tanto, el Gobierno alemán llama al diálogo entre las partes, China y Tíbet. El ministro germano de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, ha hablado por teléfono con su homólogo chino. Angela Merkel se muestra abierta a otro encuentro con el Dalai Lama, aunque en mayo, cuando el líder religioso visite Alemania, la canciller se encontrará de viaje por América Latina.

Pero, sobre todo, “en nuestra opinión, el Gobierno chino haría bien en aclarar lo que sucede. China tiene que lograr más transparencia”, dijo en Berlín un portavoz gubernamental.