El país decide entre el continuismo y la transición. Y mientras las encuestas dan a Evo Morales como ganador de los comicios presidenciales, se intensifica el debate sobre la legalidad de su controvertida candidatura.
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Bolivia vive meses de intensa campaña electoral. Seguramente la más compleja de las últimas dos décadas. La razón: Evo Morales, quien gobierna desde hace trece años contando con un amplio apoyo popular, ve cuestionada como nunca sus intenciones de permanecer en el poder. Su candidatura, que ignora el resultado de un referendo que rechazó su pretendida reelección, desató un debate interno que esta semana se traduce en la convocatoria a un paro cívico nacional de 24 horas, y la amenaza de nuevas y más frecuentes manifestaciones. La oposición exige que el mandatario abandone la carrera electoral. Pero el Movimiento al Socialismo (MAS) se ampara en la controversial decisión de la justicia boliviana, la cual falló a favor de Evo: impedir que se postulara violaba sus derechos humanos.
El referendo
"El resultado de ese referendo fue casi un empate electoral”, afirma Andrónico Rodríguez, joven cocalero a quien muchos señalan como el sucesor de Morales en el poder. En aquella consulta, celebrada el 21 de febrero de 2016, 51.3% de los electores votó en contra de reformar la Constitución, mientras 48.7% se pronunció a favor. Un resultado cerrado, cierto, pero en democracia las mayorías se imponen sin importar el margen de diferencia. "Claro, y como respetamos la voluntad popular, a la Constitución no se le modificó ni una coma. Lo que vino luego fue una iniciativa del propio pueblo. La gente buscó otras posibilidades legales para darle a Evo un nuevo período. Y los ciudadanos, junto con el Parlamento, lo lograron”, continúa Rodríguez.
Pero la oposición opina diferente. "Tras la derrota en el referendo, Evo se empeñó en buscar otras vías para aferrarse al poder", señala Vladimir Peña, jefe de campaña de Oscar Ortiz, candidato de la Alianza Bolivia Dice No. "Entonces recurrieron a la interpretación constitucional de los derechos humanos para habilitar forzadamente una candidatura contraria a la Constitución y a la voluntad del pueblo", condena Peña.
En Bolivia la reelección estaba prohibida por Constitución, hasta que Evo Morales promovió la redacción de una nueva Carta Magna que entró en vigor en 2009, y que ahora permite al presidente permanecer en el cargo hasta dos períodos consecutivos. "La incoherencia es que ellos, quienes impulsaron esta Constitución, ahora la violan. Eso prueba que usan las leyes a su antojo", añade Peña.
El peso de los indecisos
En la recta final de la campana electoral, las encuestas dan clara ventaja a Morales: en julio encabezaba la intención de voto con 37% (CiesMori), y en agosto con 35% (Mercados y Muestras). En cualquier caso, muy por delante de su más cercano rival, Carlos Mesa (27%), y aún más del senador Oscar Ortiz (11%). El resto del universo electoral se reparte entre los otros seis aspirantes.
"La oposición está muy dividida. Pero si se unieran, tal vez tendrían posibilidades de vencer”, dice Oskar Fletcher, director de VíaCiencia en Bolivia. La encuestadora estima en 39% la intención de voto a favor del mandatario. Sin embargo, cree que los resultados pueden variar. "Observamos que hay un porcentaje importante de indecisos. Entre 21% y 24%. Y dado que en Bolivia el voto es obligatorio, esa franja —los que no saben— podría definir la elección”, concluye. Pero más allá de preferencias políticas, 61.8% de los consultados cree que Evo será reelecto (VíaCiencia).
Los proyectos
Para los simpatizantes del MAS, otros cinco años de gestión son necesarios para seguir cumpliendo los llamados "trece pilares”, entre los que se cuentan la erradicación de la pobreza, fortalecimiento del sector salud, e incluso el reencuentro con el mar. Sin embargo, para Andrónico Rodríguez la continuidad de Evo trasciende lo político: "Este país estaba dividido, y él es el único capaz de ofrecer estabilidad a Bolivia. Reconocemos que no se han construido otros liderazgos dentro del partido, esa es una falencia, pero por lo pronto, solo Evo es factor de unidad”.
Por su parte, el opositor Oscar Ortiz propone un proyecto alternativo concentrado en atender las necesidades primordiales de los bolivianos. "Queremos un presidente con las manos limpias, con cuentas claras, que ofrezca soluciones a la violencia de género, que luche contra las mafias y el narcotráfico que han crecido bajo la mirada complaciente de Morales, y que no tenga enredos con contratistas del Estado”, dice Vladimir Peña en clara alusión al candidato Carlos Mesa, a quien el Parlamento vincula con la Operación Lava Jato, acusándolo de haber recibido sobornos millonarios durante su gestión como presidente de la república (2003-2005).
Cifras alentadoras
Lo cierto es que, en términos económicos, Bolivia va bien. El FMI proyecta que el país crecerá 4% en 2019, y 3.9% en 2020: la nación de mayor crecimiento del continente. Esto, combinado con una baja tasa de desempleo (la tercera de América Latina), augura estabilidad financiera para el aparato del Estado. Indicadores macroeconómicos que, sin embargo, no son garantía de prosperidad para los ciudadanos. Eso, en cambio, dependerá en gran medida de quien asuma el Ejecutivo tras los venideros comicios. En cualquier caso, un nuevo período de bonanza puede abrir la puerta al desarrollo del país, o por el contrario —y ejemplos hay muchos en la región—, ser caldo de cultivo para la corrupción.
(jov)
La diversidad de los pueblos indígenas en América Latina
Según datos de UNICEF, en América Latina existen actualmente 522 pueblos indígenas. México, Bolivia, Guatemala Perú y Colombia aglutinan el 87% de los pueblos indígenas de América Latina y el Caribe.
Imagen: Christopher Pillitz
Amazonia, fuente de diversidad
Según el Atlas Sociolingüístico de Pueblos Indígenas en América Latina de UNICEF, la Amazonia es la región con mayor diversidad de pueblos indígenas (316 grupos), seguida por Mesoamérica, la cuenca del Orinoco, los Andes y la región del Chaco. Brasil (foto) es el país con más diversidad de pueblos indígenas con un total de 241. Colombia es el segundo con (83), seguido por México (67) y Perú (43).
Imagen: DW/T. Fischermann
Diversidad de pueblos y lenguas
Cinco pueblos agrupan varios millones de personas: Quechua (foto), Nahua, Aymara, Maya yucateco y Ki'che; y seis aglutinan entre medio y un millón de habitantes: Mapuche, Maya q'eqchí, Kaqchikel, Mam, Mixteco y Otomí. Cerca de una quinta parte de los pueblos indígenas perdió su idioma nativo en las últimas décadas. De 313 idiomas indígenas, el 76% es hablado por menos de 10.000 personas.
Imagen: picture-alliance/Robert Hardin
Cada vez más urbanos
Aunque más del 60% de la población indígena de Brasil, Colombia, Ecuador, Honduras y Panamá todavía vive en zonas rurales, más del 40% de la de El Salvador, México y Perú reside en áreas urbanas. En Chile (foto) y Venezuela, la población que vive en ciudades supera el 60% del total. Éstos tienen 1,5 veces más acceso a electricidad y 1,7 veces más acceso a agua corriente que los de zonas rurales.
Imagen: Rosario Carmona
Conviviendo con la pobreza
Según un informe del Banco Mundial, la pobreza afecta al 43% de los hogares indígenas, más del doble de la proporción de no indígenas. El 24% de todos los hogares indígenas vive en condiciones de pobreza extrema, es decir 2,7 veces más que la proporción de hogares no indígenas. En 2011, en Guatemala, tres de cada cuatro habitantes de zonas con pobreza crónica pertenecían a un hogar indígena.
Imagen: picture-alliance/Demotix
Educación superior: un privilegio para muy pocos
El reporte del Banco Mundial 'Latinoamérica indígena en el siglo XXI' apunta que la finalización de estudios primarios entre indígenas urbanos es 1,6
veces mayor que entre los que habitan en zonas rurales, mientras que los que terminan la educación secundaria es 3,6 veces mayor y los que cursan estudios superiores es 7,7 veces mayor. El acceso a la universidad es un privilegio para muy pocos.
Imagen: Uskam Camey
Brecha digital: exclusión social
A pesar de la aparente familiaridad de este miembro de la tribu Kayapó (Brasil) con la tecnología, los miembros de pueblos indígenas no se han beneficiado de su masificación. Estos tienen cuatro veces menos acceso a internet que los no indígenas en Bolivia y seis veces menos acceso en Ecuador. Asimismo, los indígenas tienen la mitad de acceso a un computador que los no indígenas en Bolivia.
Imagen: AP
Implicados en la vida política
Los pueblos indígenas participan activamente en la vida política de sus comunidades, ya sea a través de parlamentos locales o nacionales, en los municipios o a nivel estatal. Sus líderes están involucrados en partidos políticos nacionales o han creado sus propios partidos. Así, existen partidos indígenas muy influyentes en Bolivia y Ecuador, pero también en Venezuela, Colombia y Nicaragua.
Imagen: Reuters/J. L. Plata
Empoderamiento ciudadano
Con una población de más de 800.000 habitantes, principalmente de origen aymara (foto), El Alto (Bolivia), comenzó a organizarse en juntas vecinales. A través de éstas, exigieron tener acceso a sus propios recursos financieros y ejercer control sobre ellos. Las Juntas se crearon con el objetivo de que éstas planificaran, financiaran y construyeran infraestructura básica y proporcionaran servicios.
Imagen: picture-alliance/dpa/EPA/BOLIVIAN INFORMATION AGENCY
Protección vulnerada
Cerca del 45% de cuenca del Amazonas está protegida en el marco de diversas formas legales. A pesar de que 15 de los 22 países de la región han ratificado el Convenio Nr. 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a menudo se vulnera el proceso de Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI) que pretende garantizar su participación en cambios que pueden afectar su estilo de vida.
Imagen: Survival International
Indígenas en el punto de mira
Los representantes de pueblos indígenas son víctimas de criminalización y hostigamiento y suelen sufrir amenazas, violencia e incluso la muerte al posicionarse en contra de la instalación de grandes infraestructuras en su territorio. En la fotografía, miembros de las comunidades indígenas en contra del proyecto hidroeléctrico Las Cruces, ubicado en el río San Pedro Mezquital, en Nayarit (México).
Imagen: AIDA/C. Thompson
Minería: fuente de conflictos
La minería también es una amenaza para los pueblos indígenas y provoca migraciones y conflictos. Se calcula que una quinta parte de la cuenca amazónica tiene potencial minero: 1,6 millones de kilómetros cuadrados, 20% de los cuales están en tierras indígenas. La extracción ilegal de oro también se ha propagado en la región, provocando deforestación, contaminación de los ríos y violencia.
Imagen: Jorge Mario Ramírez López
Defendiendo el territorio
Los Munduruku (foto), que cuentan con una población de entre 12.000 y 15.000 personas que viven en la orilla del río Tapajós, en los estados de Pará, Amazonas y Mato Grosso (Brasil), sufren el peligro de ambas actividades. Durante tres siglos, han tratado de demarcar oficialmente su territorio, una área de 178.000 hectáreas amenazado por actividades de extracción y proyectos hidroeléctricos.
Imagen: DW/N. Pontes
Socios clave en la lucha contra el cambio climático
El reconocimiento y la protección de los territorios indígenas es una estrategia eficaz para prevenir la deforestación y combatir el cambio climático. Entre 2000 y 2012, la deforestación en la Amazonia brasileña fue de 0,6% dentro de los territorios indígenas protegidos legalmente, mientras que fuera llegó al 7%, lo que produjo 27 veces más emisiones de dióxido de carbono.
Imagen: Ádon Bicalho/IPAM
Los grandes desconocidos
Algunas comunidades indígenas siguen negándose a tener contacto con el mundo exterior y viven en áreas aisladas, usando lanzas y dardos envenenados para cazar monos y aves. Es el caso de los Waorani (foto) que viven en la selva amazónica, en Ecuador. En las últimas décadas, muchos de ellos han pasado de vivir como cazadores a asentarse en el Parque Nacional Yasuní.
Imagen: AP
Contacto mortal
Lamentablemente algunos de los que han sido contactados han sufrido las consecuencias. Los indígenas matsés o “mayorunas” que viven en la ribera del río Yaquerana, en la frontera entre Brasil y Perú, conocidos como “el pueblo del jaguar" (foto) fueron contactados por primera vez en 1969. A raíz de este encuentro muchos murieron por enfermedades como tuberculosis y hepatitis.
Imagen: Christopher Pillitz
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