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Bolivia: entre el deseo y la realidad

José Ospina-Valencia12 de julio de 2012

A pesar de que Bolivia ha emprendido una cruzada por recuperar los recursos naturales para el Estado y redistribuir los beneficios, el país se halla aún en una encrucijada entre riqueza no aprovechada e ineficiencia.

Philipp Schauer, embajador de Alemania en Bolivia.
Philipp Schauer, embajador de Alemania en Bolivia.Imagen: DW/J. Ospina-Valencia

“Lo más importante en la Bolivia actual es que el país tiene un gran potencial de reservas en materias primas”, dijo Philipp Schauer, embajador de Alemania en La Paz, durante el foro “Diplomáticos en diálogo”, realizado por el Instituto alemán de Política de Desarrollo (Deutsches Institut für Entwicklungspolitik, DIE) y el Instituto para Relaciones Internacionales.

Un serio problema empero es que “el 20% de los recursos naturales está siendo mal explotado“, agrega Schauer en la sede del DIE en Bonn. Otro 25% no está siendo explotado. Así que es mucho lo que los inversionistas, tanto bolivianos como extranjeros, pueden hacer por el desarrollo de ese país andino y el bienestar de sus ciudadanos “si existieran las condiciones para la explotación minera”.

Esta pregunta dominó el debate propuesto por el DIE sobre las materias primas que, consideradas una “bendición”, a veces, parecen una “maldición” para países como Bolivia que necesitan avanzar, pero que aún no cuentan ni la con infraestructura ni con el know how suficientes para hacerlo; además de sufrir severas carencias gerenciales tanto en el sector gubernamental como en el privado.

Materias primas: ¿Cómo aprovecharlas?

Ocupación de la mina de estaño y zinc en Colquiri, Bolivia.Imagen: Reuters

Dependiendo principalmente de la exportación de recursos no renovables, Bolivia no ha logrado ni industrializar el procesamiento de hidrocarburos ni desarrollar una industria significativa que aporte valor agregado. ¿Es posible el desarrollo basado en la mera explotación de materias primas no renovables? Es por eso la interrogante que lanza Christian von Haldenwang, coordinador para América Latina del Instituto alemán de Desarrollo.

Si bien en los últimos años los altos precios de las materias primas, sobre todo de los hidrocarburos, han hecho elevar las tasas de crecimiento de varios países en América Latina, contribuyendo a una relativa mejora de la situación social, la distribución de la riqueza sacada de la tierra sigue siendo un tópico candente. Países de corte izquierdista como Bolivia, Argentina, Ecuador y Venezuela han instaurado políticas de nacionalización del sector minero anunciando, a la vez, el aumento estatal de la explotación de los recursos. En el caso de Bolivia, de gas, petróleo y litio.

El populismo solo le sirve al caudillo

Y aunque los políticos de turno ganen réditos anunciando la “recuperación” de la autonomía energética para los Estados - un objetivo, por lo demás, legítimo - pueden así conducir a países completos hacia una calle ciega: la del desarrollo impedido. No en pocas ocasiones, porque un Estado no tiene ni los medios para invertir ni la capacidad para manejar la deficiencia.

Partiendo del consenso en que “sin inversión no hay desarrollo”, los Estados están obligados a ofrecer las condiciones para efectuarla. No en vano porque, en definitiva, la inversión es el motor del desarrollo económico.

Considérese la riqueza de minerales en Bolivia una “bendición” o una “maldición”, de todas formas hay que saber cómo lograr el tan anhelado desarrollo. Según Haldenwang, un Gobierno debe tener en cuenta 5 factores esenciales: Primero, “diversificación” impulsada por la atracción de inversiones; segundo, “ahorro” de parte de las divisas obtenidas; tercero, “control” y administración estatal de las ganancias. Justo aquí es donde el descontento boliviano con algunas empresas extranjeras por el reparto proporcional de las ganancias de la minería ha llevado a Bolivia a querer renegociar los acuerdos e, incluso, a expropiar firmas con participación foránea.

Un cuarto factor es la “distribución” justa de la renta obtenida con la exportación de los recursos naturales. Y, por último, la “sostenibilidad” social y ecológica de la explotación de los recursos naturales. Un factor humano y ambiental que afecta, directamente, a las comunidades cercanas a las minas o pozos gasíferos o petroleros y que deben ser incluidas y protegidas, en común acuerdo, por el Estado y las empresas privadas.

Alemania con los pobres

Philipp Schauer, embajador de Alemania en Bolivia (centro), Christian von Haldenwang, encargado de América Latina del DIE (der.) y Matthias Ruchser, director de comunicación del DIE, en Bonn.Imagen: DW/J. Ospina-Valencia

Aunque Alemania no tiene vínculos con la industria minera o energética de Bolivia, sí observa la problemática. Justamente la “incertidumbre jurídica” de las inversiones en Bolivia, es un “punto débil”, dijo el embajador Schauer.

El trabajo alemán de cooperación para el desarrollo en Bolivia se centra más bien en la lucha contra la pobreza. “Estamos dónde están los pobres con proyectos concretos diseñados desde las mismas experiencias de la gente”, dice la Embajada alemana en La Paz. En el transcurso de los años 2009 y 2010 se financiaron alrededor de 40 proyectos por un total de 270.000 Euros, según la representación alemana en Bolivia.

Bajo la misma pauta, Alemania trabaja en conjunto con otras naciones. Así es como el pasado 11 de junio se inició una innovadora cooperación tripartita. En ella, Alemania y México promueven el tratamiento de aguas residuales en Bolivia y su reutilización en la agricultura.

En países ricos en materias primas como Bolivia, la cooperación de Alemania puede trascender la ayuda a la construcción de infraestructura básica y aportar experiencia en el estudio y “manejo de conflictos por la distribución, la transparencia de gobierno, la recuperación de la confianza internacional y la legitimidad”, como propone Christian Haldenwang, encargado de América Latina del Instituto alemán de Política de Desarrollo (DIE).

Advertencia del FMI vale para todos

Concluyendo con el tema de las oportunidades aprovechadas o desperdiciadas como país rico en recursos naturales, los problemas para Bolivia no parecen disminuir sino aumentar. Justamente el economista chileno Nicolás Eyzaguirre, encargado para América Latina del Fondo Monetario Internacional (FMI), instó recientemente a la región a prepararse para un potencial impacto de precios bajos de las materias primas "recortando gasto público, manteniendo una política monetaria restrictiva y guardando los ingresos extraordinarios para el futuro".

Autor: José Ospina-Valencia

Editor: Emilia Rojas

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