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Bolivia va a experimentar la democracia

Julio Canto Ortiz
21 de octubre de 2019

Haya o no definitivamente segunda vuelta el 15 de diciembre, y gane quien gane las elecciones, ningún partido contará con mayoría absoluta. Habrá que buscar pactos, negociar y ceder, opina Julio Canto Ortiz.

Protesta en La Paz por los incendios en la Chiquitania Boliviana. (Archivo).
Protesta en La Paz por los incendios en la Chiquitania Boliviana. (Archivo).Imagen: Reuters/D. Mercado

Evo Morales lleva casi década y media gobernando Bolivia casi a su voluntad. Las mayorías arrasadoras en las presidenciales y en el Poder Legislativo le han permitido dictar el destino de los bolivianos sin oposición considerable. Pero los bolivianos empezaron en 2016 a darle la espalda a su presidente. La negativa a reformar una joven Constitución fue la expresión del miedo a que un líder al que habían querido se convirtiera en un dictador enamorado de sí mismo y en busca de la reelección eterna. Decidieron pararle los pies, aunque a él le dio igual.

Ahora parece que sigue dándole igual haber perdido un 20% de apoyo popular. Aún es posible que gane las elecciones y siga siendo presidente, pero parece que las cosas van a cambiar de alguna forma. Ya no tendrá una corte de aduladores que aprueben en el Legislativo cualquier cosa que desee el presidente. Se va a encontrar, si gana, con una dura oposición. 

Julio Canto Ortiz, de DW.

Y ese es el otro dilema de la democracia boliviana: la oposición. Dispersa y sin un proyecto claro de país, le ha faltado empuje y programa para convencer aún a más bolivianos de la necesidad de alternancia y cambio. El único argumento común era echar a Evo. Echarlo, pero, ¿para qué? Los principales candidatos opositores coincidieron en campaña en mantener el modelo económico de Evo Morales, y en sus discursos de campaña era difícil encontrar propuestas para mejorar el país. Ahora, Carlos Mesa tendrá la tarea de conseguir aunar el voto opositor en torno a él. Y tendrá que proponer una alternativa clara a Morales. En lo institucional, pero también en lo político-social.

Gane quien gane, todos tendrán que negociar con todos y dejar claro cómo entienden la democracia. Eso, o encontrar un nuevo ardid legal para suspender la actividad de un Parlamento difícil. Bolivia no es Venezuela, pero la deriva autoritaria que acusan muchos ciudadanos en Bolivia la hemos visto ya antes, y siempre empezaba de la misma forma: culto a la figura del líder, identificación de Estado con partido y búsqueda de la reelección indefinida.

(cp)

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