Bolkovac: abusos sexuales de los soldados de la ONU
Azer Slanjankic (JAG/ERS)2 de marzo de 2016
La ONU busca esclarecer los supuestos casos de abuso de los Cascos Azules en República Centroafricana. Kathryn Bokovac, una expolicía que investigó casos similares en Bosnia, habla sobre su experiencia.
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Deutsche Welle:Algunos dirían que el escándalo de abusos sexuales de los Cascos Azules en misión de paz en la República Centroafricana es un caso aislado. ¿Cuál es su experiencia como activista pro derechos humanos en Bosnia-Herzegovina?
Kathryn Bolkovac: Lo que les sucedió en Bosnia a las víctimas del trafico de personas en los años noventa es similar a lo sucedido en la Republica Centroafricana. Sobre todo, los supuestos casos de acoso a grupos de población necesitados, a manos de organizaciones destinadas a protegerlos. El escándalo de Naciones Unidas continúa. Primero se descubrieron y ahora, cuando se abrieron las investigaciones, la ONU trata de cerrarlos y desacreditar a quienes los han destapado. El concepto de “encubrimiento” aparece frecuentemente en las misiones de paz. Yo supe de los casos de abusos en la República Centroafricana cuando hablé con expertos sobre la campaña Code Blue. Tratamos de ver cuál sería el mejor camino para terminar con estas prácticas. Pero se descubrió que la ONU no solo estaba tuerta, sino que se había convertido en un monstruoso cíclope que trataba de evitar la investigación y la persecución penal de los delitos de los Cascos Azules. Una cortina de humo oculta a los países miembros acusados. Se afirma que Naciones Unidas no tiene control sobre las medidas disciplinarias aplicables a Cascos Azules de los países afectados. Algo que, en parte, es cierto.
¿Qué casos descubrió en Bosnia?
Allí hubo muchos casos que nunca se esclarecieron. Traían a chicas jóvenes de Rumania, Ucrania, Moldavia y otros países destinadas a servir a las tropas de la ONU y como esclavas sexuales en los puntos estratégicos. Sucedió en muchas oficinas de países extranjeros, incluidos EE.UU., Pakistán, Alemania, Rumania o Ucrania. A los activistas nunca se les permitió investigar todos los casos. A los supuestos sospechosos se les cesaba de la misión o se les enviaba a otra. A las jóvenes se les mandaba de vuelta a sus países.
¿Sabían los empleados de la ONU que esas jóvenes eran víctimas de tráfico de personas?
Ese concepto no estaba muy extendido en los años noventa. Creo que algunos empleados creyeron que eran prostitutas. Pero fueron traídas de otros países y obligadas a prácticas sexuales. Muchos sospechaban que podían terminar así, pero que por la situación económica en sus países no les quedaba otra opción.
¿Sabían los altos cargo de esas prácticas?
Lo sabían porque les envié mis informes. Estaba todo bien documentado. Muchos de los altos cargos de la ONU lo sabían, incluido Jacques Klein, entonces director de la misión de paz en Bosnia
¿Hubo actuaciones o procesos contra empleados de la ONU?
Nunca. Las denuncias no surtieron efecto porque no se permitió cerrar las investigaciones. Fui despedida por intentar investigar estos casos. Al final denuncié a mi empleador en Gran Bretaña y gané por despido improcedente.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, encargó a la experta en seguridad Jane Holl Lute coordinar una respuesta contra las acusaciones. Después de lo que ha vivido, ¿piensa que son serios los esfuerzos de la ONU?
No creo que los esfuerzos de la ONU en los últimos 15 o 20 años con respecto a los abusos de los Cascos Azules a mujeres y niños sean serios. Siguen negándose a encargar la investigación a los equipos adecuados. Está claro que los altos cargos encubren para mantener su imagen
¿Qué debería cambiar en la política de la ONU para evitar estos abusos en las misiones de paz?
No creo que cambie algo si no cambia también la plana mayor. La ONU no se responsabiliza de estos casos. La responsabilidad está en los Estados miembros. Y mientras no sancionen y condenen las responsabilidades individuales de los enviados a las misiones de paz, Naciones Unidas tampoco hará nada. Han dejado de lado el asunto de las sanciones y responsabilidades. Y se fían de que lo aborden los países miembros. Ya es hora de que los Estados asuman el control de la ONU y termine este juego de echarse las culpas los unos a los otros.
La ex policía Kathryn Bokovac fue contratada por DynCorp para asumir un puesto en la ONU dirigido a combatir el abuso sexual y la prostitución en Bosnia. Encontró pruebas de la participación de algunos trabjadores de la ONU y al intentar investigarlo fue despedida. Kathryn Bokovac fue nominada para el premio Nobel de la Paz por su labor.
La intervención de la OTAN contra Serbia
El bombardeo de Serbia por parte de la OTAN terminó con la violencia de las tropas serbias contra los albano-kosovares. Sin embargo, esa guerra, que se realizó sin el mandato de la ONU, sigue siendo controvertida.
Imagen: picture-alliance/dpa
Huellas de la guerra
El conflicto en Kosovo escaló a fines de 1990. Decenas de miles de personas huyeron y, cuando todas las tentativas de restablecer la paz se vieron frustradas, la OTAN inició un ataque aéreo a las bases y objetivos militares serbios, el 24 de marzo de 1999. Once semanas después, Slobodan Milosevic se rendía.
Imagen: Eric Feferberg/AFP/GettyImages
El fracaso de la resistencia pacífica
Ya a mediados de los 80 comenzaron en Kosovo las protestas contra los intentos de Belgrado de recortar los derechos de la población albana. En los 90, las represalias aumentaron. Ibrahim Rugova, que lideraba el movimiento político en Kosovo desde 1989, creía en la resistencia pacífica y trató de convencer a Slobodan Milosevic de un cambio de rumbo, pero sin éxito.
Imagen: picture-alliance/dpa
Guerra de guerrillas
En Kosovo comienza a formarse la resistencia armada. La autoproclamada Armada de Liberación UCK empieza una cruel guerra de guerrillas perpetrando violentos ataques contra los serbios, pero también contra los albanos, a quienes considera colaboradores. Serbia responde a los actos terroristas incendiando viviendas y saqueando tiendas. Cientos de miles personas huyen.
Imagen: picture-alliance/dpa
Expulsión sistemática
La guerra se vuelve cada vez más brutal. Para romper la resistencia de la UCK y el apoyo que le brinda la población, las fuerzas serbias atacan cada vez más a civiles. Muchas personas huyen a los bosques. Miles de kosovares son llevados en trenes y camiones a las fronteras del país, sin documentos que probaran que provenían de Kosovo.
Imagen: picture-alliance/dpa
El último intento
En febrero de 1999, EE. UU., Francia, Gran Bretaña, Rusia y Alemania llaman a las partes en conflicto a una conferencia en Rambouillet para lograr un acuerdo limitado de autonomía para Kosovo. Los representantes kosovares aceptan, pero los serbios no están dispuestos a hacer concesiones, y las negociaciones fracasan.
Imagen: picture-alliance/dpa
"Intervención humanitaria"
El 24 de marzo de 1999, la OTAN comienza a bombardear objetivos militares y estratégicos en Serbia y Kosovo para frenar la violencia contra los albanos. También Alemania participa en los ataques. La operación “Allied Force” es la primera guerra de la OTAN en 50 años que no cuenta con el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU. Rusia juzga severamente la intervención
Imagen: U.S. Navy/Getty Images
Infraestructura paralizada
Además de los ataques a instalaciones militares, la OTAN también toma como objetivo vías de abastecimiento, líneas de ferrocarril y puentes. En 79 días y noches arriban más de 37.000 misiones de la alianza, y cerca de 20.000 misiles y bombas caen sobre territorio serbio. Muchos civiles pierden la vida. “Daños colaterales”, según el lenguaje que utiliza la OTAN.
Imagen: picture-alliance/dpa
Nubes tóxicas sobre Pancevo
También son atacadas las fábricas, como en Pancevo, cerca de Belgrado. Allí, las bombas de la OTAN destruyen un depósito de químicos y una fábrica de fertilizantes liberando grandes cantidades de sustancias químicas que contaminan suelos, ríos y el aire. Las consecuencias para la población son gravísimas. Serbia acusa a la OTAN de utilizar munición enriquecida con uranio, así como bombas racimo.
Imagen: picture-alliance/dpa
Guerra contra la propaganda de guerra
Para privar a Milosevic de un importante órgano de propaganda, la OTAN ataca la televisión estatal en Belgrado. Aunque se informó con anticipación al Gobierno serbio del ataque, éste no difunde la información. En el edificio de la emisora mueren 16 personas.
Imagen: picture-alliance/dpa
"Daños colaterales"
En Kosovo, las bombas de la OTAN caen por error sobre una caravana de refugiados albanos. Mueren cerca de 80 personas. La OTAN califica, además, de “daño colateral” el bombardeo de la embajada china en Belgrado, en el cual mueren cuatro personas. El incidente provoca una grave crisis diplomática entre Pekín y Washington.
Imagen: Joel Robine/AFP/GettyImages
Balance del horror
A comienzos de junio llegan las primeras señales de Belgrado que indican que Slobodan Milosevic está dispuesto a ceder. El 19 de junio la OTAN detiene los ataques aéreos. El balance de la guerra: miles de muertos y 860.000 refugiados. La economía serbia está por los suelos, y amplios sectores de su infraestructura están destruidos. Kosovo es puesta bajo administración de la ONU.