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Bolsonaro, ¡quédate en casa!

8 de julio de 2020

Jair Bolsonaro es el mismo con o sin coronavirus. Ha llegado el momento de que Brasil decida si acompañará o no a un presidente enfermo hacia el abismo. Sería mejor si se quedara en casa, según Astrid Prange de Oliveira.

DW Karikatur von Vladdo - Bolsonaros Flagge

Si hay algo que no se le puede reprochar a Jair Bolsonaro es falta de coherencia. Incluso después de haber contraído COVID-19, la actitud del presidente brasileño ante la pandemia no ha cambiado en absoluto. Continúa minimizando el virus y seguirá siendo así en el futuro.

Jair Bolsonaro pertenece ahora al grupo de más de 1,6 millones de brasileños infectados con el coronavirus. Y mientras la opinión pública sigue especulando sobre la cantidad de personas que se podrían haber contagiado de Bolsonaro, él se muestra relajado y asegura que se encuentra "sumamente bien".

La coherencia de Bolsonaro con respecto al coronavirus es increíble, increíblemente fatal: no cumple las reglas de distanciamiento, no usa mascarilla, y sus comentarios sobre la creciente y aterradora tasa de mortalidad suelen ser  de este estilo: "¿Y qué? Así es la vida. Todos moriremos algún día".

"Pelea como un hombre"

Esta lamentable coherencia pone de manifiesto que el presidente de Brasil carece de cualidades importantes y urgentemente necesarias para desempeñar su cargo: sentido de la responsabilidad, empatía, educación, racionalidad, tacto y conciencia de estadista.

En su caso, todo esto es pura ilusión. Su fatal coherencia, por el contrario, es el sello distintivo del gobierno de Bolsonaro. Él ha contribuido definitivemente a la rápida propagación de la epidemia en Brasil. Los más de 65.000 muertos por COVID-19 no cambiarán la actitud de Bolsonaro.

Al contrario, el presidente insiste en seguir usando la narrativa de que es valiente y lucha "como un hombre” contra la "histeria" que se ha extendido en la batalla contra el coronavirus. Según Bolsonaro, la recesión económica en Brasil, provocada por la "histeria", es peor que el virus.

Astrid Prange de Oliveira.Imagen: DW/P. Böll

Para él, se trata de una lucha de poder político. Bolsonaro quiere pelear esta amarga "lucha de poder" hasta el final. Sus fanáticos seguidores lo apoyarán, porque la ceguera ideológica no les permite otra opción.

De camino al abismo

En esta "lucha de poder", a menudo se pasa por alto un detalle pequeño, pero relevante. Bolsonaro puede permitirse su actitud radical. Después de todo, tiene garantizado el mejor tratamiento médico: una cama en caso de emergencia y una unidad de cuidados intensivos, en la sala de emergencias.

La situación es diferente para millones de brasileños, incluidos sus partidarios. Quienes no tienen seguro médico y deben luchar por sobrevivir día a día, están expuestos al riesgo de contagiarse sin casi ninguna protección.

"Todos moriremos algún día, así es la vida", dijo Bolsonaro. ¿Qué pueden hacer los afligidos familiares de los más de 65.000 muertos por COVID-19, con una frase así? Para ellos, la vida después del entierro de un familiar sin duda alguna no continúa de manera "normal”, como le gustaría al presidente.

Bolsonaro se mantiene fiel a sí mismo y a su fatal coherencia. Su camino hacia el abismo político está marcado independientemente de su contagio con coronavirus. Porque el tiempo, hasta el final de su mandato en 2022, será demasiado corto para corregir sus innumerables decisiones equivocadas y para revocar las innumerables frases llenas de odio e insultos personales.

A Brasil le ha llegado el momento de decidir si acompañará o no a un presidente enfermo hacia al abismo. Me alegraría y me aliviaría si Bolsonaro escuchara los consejos de sus médicos y esta vez se quedara en casa. ¡Qué se mejore!

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