El País, de Madrid, dice respecto a la catástrofe que se vive en tierras helénicas: „El Mecanismo Comunitario de Protección Civil de la Unión Europea se puso en seguida en marcha para recabar ayuda de los países miembros y vecinos. Sería deseable, en cualquier caso, una mayor celeridad en sus actuaciones. Seis vecinos comunitarios, entre ellos España, han mandado aviones, helicópteros especializados a otros medios. Serbia y Suiza también se han movilizado. Es una prueba de que la solidaridad europea funciona, aunque a veces resulta lenta.”

Verano y corrupción

El diario conservador Die Presse, editado en Viena, dice por su parte: “Lo que ahora sucede en Grecia (y hace poco en Italia y las Islas Canarias) tiene poco que ver con el verano y sus aspectos pernicosos. El primer ministro griego, Karamanlis, lo dijo al decretar el estado de emergencia: la parte sur de Europa se ve afectada por la acción de terroristas incendiarios. Por la mafia de Italia, y los grandes especuladores de terrenos en España y Grecia. Las llamas veraniegas no sorprenden, si se toma en cuenta que basta un plumazo para transformar una barata superficie agraria en un costoso terreno disponible para la construcción.”

Tragedia nacional

Desde Berlín, el Tagesspiegel utiliza una parábola para abordar el caso: “El primer ministro Karamanlis afirma que se trata de una tragedia nacional. Pero en las epopeyas de la Grecia antigua, el héroe trágico está ausente de toda culpa. Aquí no puede decirse lo mismo En 95 por ciento de los casos los incendios forestales son provocadospor el ser humano, y existen incidios en cuanto a que lo mismo ha ocurrido en el Peloponeso: el bosque ha sido quemado con absoluto conocimiento de causa, a fin de transformar la calcinada superficie para uso residencial o agrario. En ocasiones pasadas, la recompensa ha sido para los perpetradores. Al final se permitió la construcción, y nadie fue llamado a rendir cuentas.”

Complacencia ante especuladores

Opinión similar es la que presenta el Handelsblatt, de Düsseldorf: “Lo que sucede en Grecia es una combinación de factores ante los cuales los gobiernos han preferido voltear la cara y, en algunos casos, han mostrado complacencia: estructura insuficiente para combatir los siniestros, negligencia ante el abandono de las tierras altas, explotación desmedida de las zonas costeras, y destrucción de los bosques por especies que, para colmo, se esparcen rápidamente.”