Bottrop le dice adiós a la minería, la actividad de la que vivió durante más de siglo y medio, pero sus habitantes no están preocupados. Carsten Grün explica lo que hay detrás del optimismo que se respira en esta ciudad.
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La mina Prosper-Haniel no sólo fue el más grande empleador de Botttrop, sino también la única verdadera industria de esa ciudad alemana, ubicada en la cuenca del río Ruhr. No tener empresas de gran escala representó una desventaja para ella por mucho tiempo; pero ahora, cuando sus habitantes se despiden de la hulla, el carbón de piedra del que vivieron durante décadas, esa carencia es más bien auspiciosa. "Hace años previmos que esto pasaría y comenzamos a prepararnos tempranamente; nos concentramos en abrir compañías pequeñas y medianas de hasta seiscientos empleados en todo Botttrop”, cuenta Andreas Pläsken, portavoz del Gobierno de esta urbe.
En lugar de esperar a correr la misma suerte de Oberhausen o Bochum, que sufrieron y siguen sufriendo mucho tras el cierre del constructor de máquinas Babcock y del fabricante de autos Opel, respectivamente, Bottrop optó por guardarse las espaldas. "Que una empresa con 20.000 trabajadores cierre sus puertas es grave; que lo haga un negocio pequeño, no tanto”, dice Jörg Bogumil, profesor de la Universidad del Ruhr, sobre la estrategia de propiciar el asentamiento de pequeñas y medianas industrias en la urbe minera. Eso ha permitido que Bottrop tenga el desempleo bajo control: seis por ciento es poco en comparación con el doce por ciento de la vecina Gelsenkirchen.
Con el pasado en mente y el futuro en la mira
Otro efecto positivo de tener muchas compañías pequeñas y medianas en lugar de unas pocas empresas gigantes es que, al contrario de lo que ocurre en otras ciudades de la región, Bottrop no está perdiendo habitantes; de hecho, su población está creciendo. El proceso de transformación vino precedido por los planes discutidos a principios de los años noventa del siglo pasado en la exhibición internacional de arquitectura Emscher Park. "Nuestra divisa era impulsar el desarrollo regional”, señala Pläsken, en nombre de la localidad del Ruhr. Las columnas del desarrollo para Bottrop son: proteger el medio ambiente, disfrutar el tiempo libre y fomentar el conocimiento.
Desde entonces se trabaja en la reforma urbanística de los centros de alta densidad poblacional para reducir las emisiones de gases que contaminan el aire y contribuyen al calentamiento global. Más y más edificios son construidos o saneados de tal forma que sean más eficientes en lo que concierne al consumo energético. Las bombas de agua, los mecanismos ahorradores de electricidad y las instalaciones fotovoltaicas son parte fundamental de las actividades de los lugareños. Todos estos proyectos son posibles gracias a la transferencia de conocimiento facilitada por la cooperación del Gobierno comunal con las escuelas superiores especializadas y las empresas de los alrededores.
Apostando a la generación de relevo
Los ingenieros, los economistas y los otros profesionales formados en la región del Ruhr suelen emigrar hacia otros rincones de Alemania o del mundo, pero esa es otra de las tendencias que la clase política y el sector privado de Bottrop está intentando revertir; entre otras razones, porque en la ciudad sigue habiendo muy pocos fundadores de empresas jóvenes, si se compara su número con el promedio nacional. Y donde hay pocos fundadores de empresas también hay menos puestos de trabajo. A estas alturas hay seis mil estudiantes en Botttrop; en su mayoría, ingenieros. La meta es persuadirlos de que se queden y ayudarlos a montar sus propias compañías.
Alegar que los habitantes de Bottrop celebran el fin de la minería es exagerado; pero ese hito llega justo a tiempo para impulsar el desarrollo de la ciudad porque las pequeñas y medianas empresas que todavía están por asentarse en sus predios necesitan el espacio que antes ocupaban las minas. La idea es promover la construcción de edificios para usos industriales, comerciales y residenciales. Las ofertas de entretenimiento para el goce del tiempo libre no faltarán; ellas son fundamentales para la salud de la población y también como factor económico. Como muestra, el centro MoviePark y el Alpincenter, de los cuales se espera que atraigan a cerca de dos millones de personas anualmente.
(erc/jov)
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Alemania: el fin de la minería del carbón
Tras más de 150 años se acabó la extracción industrial de carbón en Alemania. Este viernes 21 de diciembre de 2018 por última vez se trabajó el "oro negro" en la mina Prosper-Haniel en Bottrop.
Imagen: picture-alliance/dpa/J. Stratenschulte
El último turno
Sin duda, la Navidad de 2018 fue melancólica para la gente de Bottrop, especialmente para los últimos mineros y sus familias: tres días antes de Nochebuena, la mina de carbón Prosper-Haniel, la última de su especie en Alemania, dejó de producir. En presencia del presidente Frank-Walter Steinmeier vio la luz el último carro cargado de "oro negro".
Imagen: picture-alliance/dpa/C. Seidel
El tetraedro
No muy lejos de Prosper-Haniel se encuentra el Tetraedro, como todos conocen a este mirador en la zona del Ruhr. La "prámide triangular" se encuentra sobre una escombrera y ofrece una vista panorámica extraordinaria del área noroccidental del Ruhr. Los escombros son más que nada material sobrante del carbón, ese que los mineros llaman "ganga".
Imagen: picture-alliance/dpa/S. Ziese
Oro negro
Al comienzo, el carbón era almacenado durante días, como se ve en la imagen. Normalmente la carga era llevada en trenes al puerto más cercano. Allí, desde barcazas era transportada a buques, que llevaban el carbón al extranjero. El carbón alemán tenía una alta demanda en el mercado, en gran medida por su bajo precio.
Imagen: picture-alliance/dpa/R. Weihrauch
Orgullo y unión
El trabajo en Pütt (la mina de carbón) no solo era bien pagado, sino que los mineros disfrutaban además de buena reputación. Su trabajo, agotador, sucio y peligroso, unió más a los trabajadores. Hasta hoy entre ellos se llaman "compadres", incluidos estos mineros de la mina Prosper-Haniel, que ven en la camaradería una razón más para sentir orgullo por su labor.
Imagen: picture-alliance/dpa/F. Heyder
Trabajar y vivir
Las empresas extractoras levantaron campamentos para los mineros cerca de las vetas. En los jardines se criaban pollos y cerdos, y también había espacio para bodegas. Con el tiempo, estos asentamientos se volvieron muy populares. Si se combinan las dos mitades de una casa, se obtiene mucho espacio y un jardín en la ciudad nunca está de más.
Imagen: picture-alliance/dpa/Schulte
Integración antes del carbón
No solo alemanes trabajaban en las minas. Es muy probable que alguno de los mineros de la foto (que es de fines del siglo XIX) sea polaco. Había mucho que hacer y los trabajadores escaseaban. Los mineros polacos y sus familias forman parte de la vida de esta zona desde hace unos 150 años. Nombres que hoy son comunes, como Kuzorra y Libuda, Niepieklo, Koslowski y Urban, dan muestra de ello.
Imagen: picture-alliance/IMAGNO/Austri
Primeras señales
Ya en las décadas del 50 y 60 del siglo pasado podían verse las primeras señales del próximo fin de las faenas. El carbón que antes estaba a ras del suelo ahora había que sacarlo excavando más y más, hasta los 1.500 metros de profundidad. Eso convirtió el proceso en algo más oneroso. Tanto, que rápidamente el carbón alemán dejó de ser competitivo.
Imagen: picture-alliance/KPA
Desaparecen los clubes
Durante años, los barones del carbón apoyaron generosamente al fútbol. Con la caída de las ventas, esos aportes desaparecieron. Clubes como Hamborn 07, SV Sodingen, Sportfreunde Katernberg o Schwarz-Weiß Essen y Westfalia Herne (en la foto) se diluyeron en la insignificancia. Lo mismo pasó con minas tradicionales, como Presidente, Ewald, Hugo y después también Augusto Victoria y Prosper-Haniel.
Imagen: Imago/Horstmüller
Alta tecnología
"El lugar" o "por la noche", como llamaban los mineros a sus puestos de trabajo, donde nunca brilla el sol, eran sitios muy bulliciosos. A la suciedad y el calor se sumaron también las ruidosas maquinarias con las que los propietarios de las minas intentaron mantener bajos los costos de producción. Al final fue en vano: el carbón alemán seguía siendo demasiado caro.
Imagen: Deutsches Bergbau-Museum Bochum
Contaminación ambiental
Durante décadas, la zona del Ruhr fue conocida por su aire contaminado. Especialmente responsables de ello eran las plantas de carbón coque, como las de la foto, en Oberhausen. El asunto era tan serio que la ropa se secaba tras el lavado, pero quedaba manchada por la suciedad del aire. Si hay algo que nadie extraña de esos años es precisamente eso, la contaminación.
Imagen: Getty Images/L. Schulze
Nunca dejen de bombear
En los últimos 150 años, la zona del Ruhr se ha hundido hasta 25 metros (!). Si las minas fueran abandonadas a su suerte, las aguas subterráneas subirían y convertirían la región, donde viven más de cinco millones de personas, en un enorme lago. Así que el agua debe ser bombeada. Siempre. Por eso se dice que el Ruhr es una "carga eterna".
Imagen: Imago/blickwinkel
¿Qué queda de la minería del carbón?
Veremos cuánto tiempo sobreviven las capillas y coros de mineros. Buena parte de la infraestructura ha sido demolida, dejando que la naturaleza gane terreno sobre ella. Varios monumentos industriales, y en el Rurh hay montones, se han convertido en zonas atractivas para el turismo. Un ejemplo lo vemos en Essen, donde el complejo industrial Zollverein ahora es patrimonio mundial de la Unesco.