Justicia impiden al alcalde de Río favorecer a evangélicos
17 de julio de 2018
El edil se hizo famoso por intentar impedir que se desarrollara el Carnaval el presente año.
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Desde la semana pasada que el alcalde de Río de Janeiro, Marcelo Crivella, ha sido blanco de la justicia, que lo investiga por utilizar su cargo para realizar favores, por los que estuvo a punto de iniciarse un juicio político para destituido.
Finalmente, la Justicia de Brasil bloqueó hoy unos 815 mil dólares de las cuentas del alcalde de Río, Marcelo Crivella, por supuesta gestión indebida cuando era ministro. Casi en paralelo, un juez de Río determinó 12 restricciones impuestas al alcalde Crivella que le impiden desde ahora favorecer a los evangélicos.
Los antecedentes recabados en contra de Crivella, establecen que mientras fue ministro de Pesca, entre 2012 y 2014, supuestamente rubricó un contrato para la instalación y sustitución de vidrios, puertas de vidrios, espejos y suelos del Ministerio con un sobreprecio de alrededor 411.000 reales, unos 106.000 dólares. Al respecto, el juez federal Renato Borelli, afirmó que, Crivella "no adoptó las medidas necesarias para garantizar que el precio estimado de la contratación estuviera en conformidad con los valores" del mercado.
En paralelo, el juez Rafael Cavalcanti Cruz, del Tribunal de Justicia de Río de Janeiro apuntó las limitaciones al alcalde, entre las que figuran la prohibición de usar los organismos públicos en intereses de grupos religiosos, de privilegiar el uso de servicios públicos (como filas de hospitales) o de realizar censos religiosos.
En caso de incumplir alguna de las restricciones, Crivella, que es obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), puede ser retirado de su cargo hasta que tenga lugar el juicio que aborde la causa abierta por la Fiscalía la pasada semana.
La justicia carioca también prohíbe al alcalde estimular a las entidades religiosas con patrocinio, subvención o financiación, la utilización de espacios públicos para el adoctrinamiento religioso, la implantación de una agenda religiosa, la utilización de espacios públicos para eventos de la IURD o la discriminación de personas que no profesen sus credos.
MN (efe, O'Globo)
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Okupas en Río: así reclaman sus derechos los pobres
Río de Janeiro enfrenta una grave crisis habitacional. Los pobres son excluidos de la ciudad e incluso quedan fuera de las favelas más céntricas. ¿Alguien hace algo por ayudarlos?
Imagen: DW/S. Derks
Ocupar y jugar
Isabelle juega en un antiguo almacén en la famosa Rua da Lapa, en el centro de Río de Janeiro. Sus abuelos ocuparon la construcción hace más de treinta años. Con el tiempo construyeron muros, habitaciones y un bar, instalándose definitivamente en el lugar.
Imagen: DW/S. Derks
Decadencia colonial
En su mayoría, las viejas casas de estilo colonial que se erigieron en el siglo XIX fueron abandonadas. Muchas de ellas, cuando sus dueños portugueses murieron y no dejaron descendencia. Cada vez más pobres se van a vivir a ellas, mientras que los ricos de Río de Janeiro prefieren los nuevos edificios de apartamentos.
Imagen: DW/S. Derks
Hay que usar cada espacio
Muy a menudo las casas son subdivididas en pequeños compartimentos para acomodar en ellos a la mayor cantidad de personas posible. Este edificio destartalado cerca de la estación de metro Gloria es el hogar de unas 30 personas, que viven en 18 habitaciones que comparten una sola cocina.
Imagen: DW/S. Derks
Buscando un lugar tranquilo
Como consecuencia del aumento de los precios y la prolongada crisis económica que afecta a Brasil, en los últimos años la cantidad de personas sin hogar se ha triplicado en Río de Janeiro. En las noches, buscan un lugar tranquilo donde poder dormir, como vemos acá en Rua da Lapa.
Imagen: DW/S. Derks
Okupas organizados
A veces el acto de tomar u "okupar" un edificio se realiza de forma preparada y organizada, bajo el mando de instituciones sociales como Mariana Crioula, en la zona del puerto. Por más de siete años han estado presionando al gobierno para que construya departamentos para los menos favorecidos.
Imagen: DW/S. Derks
Esperando aprobación
Los 70 miembros de esta iniciativa pagan una contribución y esperan, algún día, obtener una casa propia. Cada dos semanas llevan a cabo reuniones. Sus propuestas, incluidos los esquemas realizados por arquitectos, han sido ya aprobadas por las autoridades, pero el paso final de liberar los fondos para que comience la construcción se está demorando.
Imagen: DW/S. Derks
Partir de cero
Quilombo da Gamboa es otro proyecto social que intenta el mismo proceso. Sin embargo, vivir aquí es estresante. "Hace unas pocas semanas hubo un incendio que destruyó parte del lugar. Vinieron los bomberos e intentaron sacarnos de acá a la fuerza. Como okupa, puedes perder tu casa en cosa de minutos", dijo Roberto a DW.
Imagen: DW/S. Derks
Peligro a la vuelta de la esquina
Roberto enumera los peligros de "okupar" un lugar. "Durante una ocupación anterior, la gente me convirtió en líder de facto. Pero la cohesión social se derrumbó cuando llegaron los traficantes de drogas y se hicieron cargo de todo", cuenta. Tras ser atacado con un arma, Roberto tuvo que escapar y empezar todo de nuevo con el Proyecto Quilombo da Gamboa.
Imagen: DW/S. Derks
Mala reputación
En Brasil, muchos proyectos sociales tienen mala reputación y son vistos por parte de la ciudadanía como organizaciones criminales, por estar relacionadas con gente pobre, ocupantes ilegales de casas, pandillas violentas y narcotraficantes.
Imagen: DW/S. Derks
Siempre atentos
Todos quienes se involucran con estas iniciativas concuerdan en que la vía al éxito está cimentada sobre la base de una estructura fuerte y efectiva. Una de las reglas es monitorear las 24 horas del día quién entra y sale de las casas. Creozlita Silva aparece acá en su turno de puerta en Manuel Congo, donde se construyeron apartamentos después de que los "okupas" tomaran el terreno.