Con menos de dos meses en el poder, el gobierno de Jair Messias Bolsonaro ya tiene  su primer gran escándalo. A comienzos de esta semana, el presidente despidió al exdirector de su campaña electoral, Gustavo Bebianno, que había asumido la coordinación política entre el gobierno y el Congreso como secretario general de la Presidencia de la República.

Durante su desempeño como presidente del partido de Bolsonaro, el Partido Social Liberal (PSL), Bebianno habría desviado fondos públicos de campaña, traspasando ese dinero a candidatos falsos. El caso evidencia luchas internas de poder en el Congreso y amenaza a una base de gobierno de por sí tambaleante. Jair Bolsonaro fue electo en octubre de 2018 con la promesa de combatir la corrupción, en la política y, sobre todo, en los partidos. En las últimas semanas, sin embargo, la prensa reveló cinco casos de candidatos del PSL que, si bien recibieron altas sumas del presupuesto electoral estatal, no habían llevado a cabo ninguna campaña. Gran parte de ese dinero habría retornado a las arcas del partido.

Primero, un aliado; después, un enemigo

Bebinano aseguró no saber nada de las candidaturas "laranja”, y que la distribución del dinero era responsabilidad de la asociaciones de los estados federados. Al despedir a Bebbiano, Bolsonaro ajustó las riendas, dijo Ricardo Ismael, politólogo de la Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-RJ) en entrevista con DW.

"Bolsonaro gana porque desliga su imagen de la de Bebianno. Incluso ordenó a la Policía investigar el caso”, añadió Ismael. Según él, a pesar de eso, este caso es peligroso para la imagen pulcra de Bolsonaro, ya que, como exdirector de campaña del presidente de Brasil, Bebianno sabe mucho sobre cuestiones internas que ahora podrían ser reveladas a la prensa.

Al menos, la motivación para hacerlo parece existir. Según informan los medios desde hace meses, la campaña de Bolsonaro fue financiada con donaciones ilegales. Pero hasta ahora faltan pruebas contundentes al respecto. Ahora, luego de una acalorada discusión con el presidente ante la prensa, Bebianno habría declarado que lamentaba haber ayudado a Bolsonaro a llegar a la presidencia de Brasil.

Humillación digital

El despido de Bebianno era de esperar, señaló el politólogo Sérgio Praça, de la Fundación Getulio Vargas, en conversación con DW. Sin embargo, Bolsonaro lo hizo mal, agregó. El despido se extendió a lo largo de cinco días, en los que el presidente brasileño anunció varias veces a través de las redes sociales que lo echaba. Además, saltaron a los medios conversaciones confidenciales entre ambos. Todo fue un espectáculo indigno para ambas partes, condenó la prensa brasileña. La pelea se había inflamado la semana anterior por un tuit del hijo de Bolsonaro, Carlos, activo políticamente en Río, a quien su padre llama "mi pitbull”. Carlos habría calificado a Bebianno de "mentiroso”, reaccionando así a la afirmación de Bebianno de que Bolsonaro, a pesar de las acusaciones de corrupción en su contra, todavía lo apoyaba y hasta había hablado con él tres veces por día.

El hijo del presidente, por el contrario, aseguró que su padre, que estaba en el hospital por el tratamiento de las secuelas del ataque con cuchillo que sufrió en septiembre, no había hablado con Bebianno. La rivalidad entre ambos ya existía durante la campaña electoral, por lo cual Carlos habría presionado a su padre para que lo echara.

Despido por Twitter

El mismo presidente brasileño difundió el tuit de su hijo también por sus propios canales, y anunció varias veces que iba a despedir a Bebianno. "Una forma de proceder tan agresiva no es vista con buenos ojos en Brasilia. Y menos entre adultos”, subrayó Praça. "Ningún político quiere ser tratado como Bebianno”, explicó, por su parte, Ismael. Diputados del PSL exigieron, en vista del desmontaje público del exjefe de su partido, limitar la influencia de su hijo en sus decisiones. El martes, el gobierno perdió además una votación importante. Es una advertencia, ya que, en las próximas semanas, Bolsonaro espera que importantes reformas sean aprobadas por el Congreso. Para lograrlo, se propone ejercer presión sobre los diputados con ayuda de las redes sociales.

"Cada vez se vuelve más claro que es un riesgo tener a Bolsonaro como socio, y eso es malo para el presidente”, explica Praça la atmósfera en el Congreso brasileño. Si Bolsonaro fracasara con sus reformas, su presidencia se verá amenazada, según expertos.

Jair Bolsonaro nombró al exgeneral Floriano Peixoto como sucesor de Bebianno. De ese modo, hay militares en ocho de los 22 ministerios, más que en los gabinetes de la dictadura militar (1964-1985). Debido a las experiencias negativas que vivió Brasil con el Ejército, eso no es una buena señal, dice Ismael. Pero Bolsonaro necesita ahora la ayuda del Ejército para dar estructura a su gobierno, que da la imagen de ser caótico.

En cuanto a la creciente influencia del Ejército, Praça opina que es una señal de debilidad de Bolsonaro, que ni siquiera puede dominar a su propio hijo. Así, el presidente brasileño pierde poder internamente, mientras los militares ganan influencia. Según el experto, "no es débil el gobierno, sino el presidente”.

(CP/ERS)

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