Brasil gira a la derecha
1 de enero de 2015 Crecimiento económico, Mundial de Fútbol y bienestar. Hace cuatro años la líder del Partido de los Trabajadores de Brasil (PT) parecía tener el éxito asegurado. La economía creció un 2,7 por ciento y los distintos programas sociales aumentaron el poder adquisitivo de la población.
Este 1 de enero, la economista Dilma Rousseff, de 67 años de edad, empezó su segundo mandato, pero el entusiasmo de antes ha sido reemplazado por pragmatismo. Los pronósticos de crecimiento para 2015 no superan el 0,8 por ciento y las luces del Mundial ya se apagaron hace meses.
Adiós a las vacas gordas
"El segundo período de Rousseff empieza con planes de austeridad. Algo que reducirá, automáticamente, las inversiones”, dice Luis Felipe Miguel, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Brasilia, para quien “el milagro ha terminado”. “La estrategia del PT de promover la industria junto con ayudas sociales ya no funciona”, concluye Miguel. “El partido de Rousseff y la bancada de izquierda perdieron mucha influencia en las últimas elecciones”, destaca el politólogo. Por esta razón, la presidenta tendrá que contar con sus socios conservadores para lograr mayorías en el Congreso.
Justo el Partido de los Trabajadores, que logró sacar a 12 millones de personas de la extrema pobreza durante los pasados 12 años, tiene ahora que aplicar una política de estricto ahorro para sanear las arcas del Estado. Ahora, el PT, que se ha presentado como el defensor de los derechos de los indígenas, labriegos y jornaleros, aboga por la producción industrial en el sector agrario.
"Miss Motosierra" al frente del ministerio del Medio Ambiente
Entre los nombramientos que han enfurecido a las mismas filas del PT está el de Kátia Abreu, la nueva ministra del Medio Ambiente. La industrial de la cría de ganado fue ya condecorada por Greenpeace con el negativo premio de “La motosierra de oro”, como representante en el Senado de los intereses de los latifundistas que derriban bosques para ampliar su negocio.
Y pensar que todo había empezado con grandes expectativas. Como protegida de Luiz Inácio Lula da Silva, Rousseff continúo sus vastos programas sociales y echó por tierra muchos de los prejuicios existentes: misiones de paz de Naciones Unidas y menos carnaval, más independencia de Estados Unidos y Europa, programas sociales a cambio de samba.
Como Lula, el otrora sindicalista, Rousseff luchó contra la dictadura militar (1964-1985). Nadie pensó en esos tiempos que una víctima de la tortura fuera a ocupar algún día la silla presidencial y se convirtiera en pionera en la política brasileña.
Rousseff es hoy otra persona
Pero después del prometedor comienzo, grandes escándalos afectaron más que su imagen, toda vez que en sus filas también se destaparon aberrantes casos de corrupción. Figuras del PT les pagaban a sus socios de coalición por sus votos en el Parlamento. A esto se suma la profunda corrupción que parece reinar en las estructuras del consorcio Petrobras.
Aún así, el primer Gobierno de Rousseff no estuvo dominado por la corrupción, opina Luis Felipe Miguel. Aunque “si bien Dilma despidió a varios directores, no ordenó investigar a profundidad los delitos”, agrega Miguel. Poner en evidencia a los corruptos hubiera chocado a sus socios políticos.
El pragmatismo no solo se ha tomado el Partido de los Trabajadores, sino que también ha llegado a la presidencia. Dilma Rousseff es hoy otra. La “chica de Lula”, que asumió hace cuatro años con lágrimas en los ojos, gobernará con dureza durante el próximo cuatrienio.