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Brasil, ¿trampolín para la renovación de la Iglesia católica?

Evan Romero-Castillo22 de julio de 2013

El Papa Francisco inaugurará las Jornadas Mundiales de la Juventud en Río de Janeiro este 23 de julio. Está por verse si, con Brasil como trampolín, logra convertir su “evangelio social” en una agenda de carácter global.

Imagen: Yasuyoshi Chiba/AFP/Getty Images

El mundo cambió mucho en los últimos ocho años. Cuando el alemán Joseph Ratzinger fue nombrado máxima autoridad de la Iglesia católica y jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano el 19 de abril de 2005, lo que más expectativas generó fue su reputación de teólogo dogmático y la impronta que su afán por leer, escribir y hablar –el Papa Benedicto XVI siempre fue descrito como un intelectual– podría dejar en la Cátedra de San Pedro. Pero del pontificado de Francisco se espera mucho más por razones que van más allá de sus cualidades.

Prueba de ello es la atención que acaparan de antemano las Jornadas Mundiales de la Juventud, que se celebrarán en Río de Janeiro del 23 al 28 de julio y son percibidas como el verdadero acto inaugural del papado del argentino Jorge Mario Bergoglio. El primer pontífice no europeo eligió a Brasil, el país con la mayor cantidad de católicos, para presentar la agenda de su gestión, el “evangelio social”; un programa que dejaría indiferentes a los agnósticos y los laicos, si no fuera por su componente altamente político.

Quienes ya conocen el documento que el Papa Francisco dará a conocer en Río de Janeiro lo califican de “revolucionario” porque pone en primer plano las necesidades de los más pobres, condena la indiferencia de cara a la inequidad, critica duramente las distintas formas de opresión practicadas globalmente y celebra el pacifismo; posiciones no muy diferentes de las expuestas en las pancartas de “los indignados” de todos los continentes. Pero, ¿es este “evangelio social” algo más que una campaña publicitaria para el nuevo Papa?

El Papa Francisco en la isla italiana de Lampedusa (8.7.2013).Imagen: AFP/Getty Images

Al Papa lo esperan peregrinos y manifestantes

Esa es una pregunta recurrente entre quienes siguen mirando con suspicacia los gestos de humildad atribuidos a Francisco desde que comenzó su papado hace cuatro meses. En su primer viaje visitó la isla italiana de Lampedusa para llamar la atención hacia las condiciones inhumanas en que viven los inmigrantes llegados de África, desde el principio se ha referido a sí mismo como obispo de Roma y no como sumo pontífice, se niega a dormir en las ostentosas habitaciones reservadas para él y a usar los vehículos blindados para protegerlo.

Lo que deshiela la resistencia que muchos le ofrecen a Bergoglio es su explícito empeño en reformar el Banco del Vaticano para poner fin a las prácticas mafiosas en su seno. Puede que Francisco no se haya atrevido todavía a asumir posición frente a temas controvertidos como el del aborto, la eutanasia o la diversidad en la orientación sexual, pero la filtración de informes en el Vaticano con miras a obstaculizar su mandato sugiere que el argentino se enfrenta a instancias poderosas. Esto ha hecho que la popularidad de Francisco aumente.

En Brasil lo esperan dos millones de peregrinos católicos provenientes de toda Latinoamérica, pero también los jóvenes que desde hace semanas toman las calles del país suramericano para protestar contra la corrupción administrativa prevalente, contra los excesivos gastos ocasionados por la Copa del Mundo y a favor de reformas estructurales. Los manifestantes quieren persuadir a Bergoglio de que los apoye y éste dejó claro que estará a su lado para demandar justicia social y mejor calidad de vida para todos los habitantes del país.

Está por verse si, con Brasil como trampolín, el Papa Francisco consigue convertir su “evangelio social” en una agenda política de carácter global.

Autor: Evan Romero-Castillo

Editora: Claudia Herrera Pahl

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