La brecha salarial de género o Gender Pay Gap muestra que el trabajo de las mujeres está mal pagado. Pero ese indicador es un instrumento político, y muchas discusiones fracasan por su incorrecta interpretación.
Publicidad
Es para tirarse de los cabellos: en realidad, el indicador de la brecha salarial de género debía facilitar las cosas, ya que con él tendríamos una cifra para reconocer claramente cuán discriminadas se hallan las mujeres en el mundo laboral.
Sin embargo, cualquiera que se queje hoy de que el salario medio bruto por hora de las mujeres en Alemania es un 18 por ciento inferior al de los hombres -es decir, según las cifras actuales, el país tiene una brecha salarial de género del 18 por ciento- puede esperar una de estas reacciones:
A: "¡La brecha salarial de género no ajustada no tiene sentido y es pura polémica!" (luego abundaremos sobre esto).
B: "¡Entonces, vete a Rumania (opcionalmente, también a Italia), si todo es mucho más justo allí!"
¿Qué está pasando aquí? ¿Puede realmente ser que Rumania, Italia o Polonia lo estén haciendo tanto mejor que Alemania en términos de brecha salarial de género? ¿Y qué pasa con los países escandinavos, que suelen ocupar las primeras posiciones en este tipo de clasificaciones? Y finalmente: ¿qué significa todo esto para la hermosa idea de tener una cifra que haga visible la discriminación, y sobre cuya base se puedan formular demandas políticas?
Katharina Wrohlich y Julia Schmieder, del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW), intentan arrojar algo de luz sobre el tema con un análisis de datos, entre otras cosas, porque estaban hartas de enfrentarse a reacciones como las descritas. Las cifras que emplean, de la oficina europea de estadísticas Eurostat, se refieren al año 2018.
Sorprendente correlación
"Descubrimos que existe una correlación positiva entre la brecha salarial de género y la tasa de empleo femenino", explica Wrohlich a DW. Esa tasa indica la proporción de mujeres en un país que tienen trabajo remunerado o lo buscan activamente. "Existe una tendencia a que los países con una baja tasa de empleo femenino también tengan una brecha salarial de género baja, y viceversa", precisa.
Las investigadoras del DIW tienen una explicación para este fenómeno, que Wrohlich ilustra tomando como ejemplo a Italia. "Casi sólo una de cada dos mujeres trabaja allí", dice, refiriéndose a la tasa de participación femenina italiana del 56 por ciento. En Italia, sin embargo, las mujeres que eligen desempeñar un empleo remunerado son justamente aquellas con calificaciones superiores a la media y que, por lo tanto, ganan bien.
"Eso significa que, en países con una baja tasa de empleo femenino, el cálculo de la brecha salarial de género contempla sobre todo a mujeres que ganan salarios muy altos se tienen en cuenta al calcular la brecha salarial de género". El resultado: la diferencia con el salario medio por hora de los hombres aparece como relativamente pequeña.
Así que, "al considerar la brecha salarial de género, solo deberían compararse países que tienen una tasa de empleo femenino similarmente alta", concluye Wrohlich. De esta forma, Alemania, por ejemplo, sale mejor parada, pero aún no particularmente bien.
La brecha salarial de género
02:14
Wrohlich identifica varias razones para el mejor desempeño de los países nórdicos. Por un lado, hay en esos países menores diferencias salariales en general, no solo entre sexos. Por otro, también la política familiar se distingue allí por "fuertes elementos de igualdad de género".
Ofertas como el permiso parental para los padres y la guardería para niños menores de tres años han estado disponibles en esos países durante décadas, mientras que en la Alemania reunificada se trata de una realidad reciente. Asimismo, en Alemania, la declaración de impuestos conjunta de los cónyuges hace a menudo que el empleo remunerado apenas valga financieramente la pena para las mujeres.
Publicidad
¿Ajustado o no ajustado?
Pero, ¿qué pasa con el argumento contra la brecha salarial de género mencionado al principio, ese de que solo tiene sentido si se "ajusta"? Ajustar significa, en este caso, solo tener en cuenta las diferencias salariales para trabajos y calificaciones comparables, o sea, centrarse en el pago de diferentes salarios por el mismo trabajo.
Que las mujeres en Alemania trabajen con más frecuencia en profesiones peores pagadas, que sean las que más trabajan a tiempo parcial, que tiendan menos a “hacer carrera”, todo eso queda descartado así. Como resultado, la brecha salarial de género ajustada, es decir, el indicador de discriminación, se reduce: en Alemania sería oficialmente del seis por ciento.
Además, en Alemania se critica que muchas actividades ni siquiera se consideran en el cálculo de la brecha salarial de género: ni las del servicio público, que suele remunerarse de acuerdo con estrictas tarifas, ni las desarrolladas en granjas agrícolas o empresas con menos de diez empleados.
¿Decisiones individuales?
Después de todo, no estamos tan mal, ¿no es cierto? O preguntémoslo de otro modo: ¿No es la brecha salarial de género no ajustada el resultado, principalmente, de decisiones individuales, tomadas con libertad de elegir una profesión o planear una carrera?
Katharina Wrohlich lo duda: "¿Trabajan realmente todas estas mujeres por voluntad propia a tiempo parcial? ¿O se niegan sus parejas a compartir los trabajos de cuidado en el hogar?", pregunta. "¿Tienen acceso a buenos servicios para el cuidado de los hijos? ¿Cuidan de sus familiares porque, si no, nadie lo haría?"
Adicionalmente, hay suficientes estudios que prueban que no son solos motivos personales los que determinan que haya menos mujeres en puestos de liderazgo. "Veo la brecha salarial de género no ajustada como una forma de resumir estadísticamente muchas de las desigualdades presentes en el mercado laboral", dice la científica.
Valores tradicionales
La pregunta sigue siendo en qué forma la Gender Pay Gap o brecha salarial de género ayuda a trazar metas políticas. Todavía se puede llegar a un consenso para luchar por una brecha salarial ajustada de casi el cero por ciento. La Comisión de la UE acaba de recomendar una iniciativa de transparencia que debe permitir a los empleados comparar mejor sus salarios.
Pero todo lo que va más allá de eso parece más difícil de conseguir. Así lo muestra una encuesta sobre la preservación de roles tradicionales: muchas personas, en muchos países de la UE, siguen considerando que ganar el dinero es responsabilidad del hombre, mientras la mujer debe ocuparse de cuidar del hogar y la familia.
Por supuesto, esas ideas pueden cambiar. La pregunta es si la política puede o debe forzar ese cambio. En cualquier caso, los políticos se lo piensan bastante cuando se trata de decidir cuánto cambio admitirán sus votantes. (rml/cp)
Mujeres que lideran la lucha por una América Latina más justa
Desafiando la discriminación en un continente marcado por el machismo, sacan la voz, defienden sus derechos, sus comunidades y el medio ambiente. Estas son las historias de mujeres que luchan por una región más justa.
Imagen: Claudio Reyes/AFP/Getty Images
Berta Zúñiga Cáceres: su misión continúa
El asesinato de Berta Cáceres, la líder ambientalista del pueblo indígena lenca, en 2016, no logró detener su lucha. Como coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), su hija mayor, Berta Zúñiga, continúa la tarea. Ni las amenazas ni un atentado en su contra detienen su trabajo por los derechos de su comunidad, y su búsqueda de verdad y justicia.
Imagen: DW/M. Banchón
María Margarita Lool: por un manejo sostenible de los bosques
La emprendedora Maria Margarita Lool Sutuj, de la comunidad Sacala Las Lomas en Guatemala, es presidenta de la asociación Tikonel. Con apoyo de We Effect reúne a productores de micro, pequeñas y medianas empresas del sector forestal, y promueve un modelo de manejo sostenible para la gestión y conservación de los bosques. Cuenta con más de 8400 participantes de 152 comunidades del país.
Imagen: We Effect
Rosalina Tuyuc: Mujeres, arte y memoria
La activista por los derechos humanos Rosalina Tuyuc Velásquez (segunda de izquierda a derecha), fue diputada en Guatemala y cofundó CONAVIGUA, una asociación de viudas y madres de personas asesinadas o desaparecidas durante el conflicto armado. Con apoyo de ONU Mujeres, pintaron con su arte un espacio conmemorativo, en este bosque donde se encontraron fosas con decenas de cuerpos.
Imagen: Ryan Brown/UN Women
Vanessa Racua: defensora de su territorio en la Amazonía
Esta joven del pueblo Ese Eja, en la Amazonía peruana, es dirigente de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes y está a cargo de la Secretaría de la Mujer de la comunidad nativa Infierno. Pese a que ella y los demás miembros cuentan con títulos de propiedad, ha debido defender sus territorios de intentos de ocupación. Es una de las caras de la campaña Mujeres y Amazonía de Oxfam.
Imagen: IPDRS – OXFAM
Yoana Galindo: reforestación y agricultura
Con solo 22 años, Yoana es vicepresidenta de la Asociación de Jóvenes Reforestadores en Acción (Ajora), en su Comunidad Nazareth, del departamento del Beni, en la Amazonía boliviana. Como apicultora y agricultora del cacao, promueve la reforestación de zonas afectadas por incendios e inundaciones, como una forma de combatir el impacto de las actividades extractivas y el cambio climático.
Imagen: IPDRS – OXFAM
Tarcila Rivera: Contra las violencias
La abogada peruana es la coordinadora del Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas (ECMIA), una red integrada por más de 30 organizaciones indígenas de 23 países. Desde esta plataforma lucha contra diferentes formas de violencia: doméstica, sexual, racismo, discriminaciones o expulsiones de los territorios. Fue miembro del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU.
Imagen: UN Photo/Mark Garten
Claudia López: más mujeres en política
La primera alcaldesa de Bogotá ya se perfila como opción a la presidencia en Colombia. Tras los gobiernos de Michelle Bachelet en Chile, Cristina Fernández en Argentina o Laura Chinchilla en Costa Rica, actualmente no hay ninguna mujer en el sillón presidencial en América Latina. Aunque lentamente las mujeres van ganando espacios en la política, hay mucho camino que recorrer.
Imagen: AFP/J. Barreto
Centro Originarias: emprendedoras del altiplano
En la ciudad de Iquique, en el norte de Chile, el Centro Originarias es un espacio impulsado por el programa para el empoderamiento de mujeres indígenas, de ONU Mujeres. Aquí reciben capacitación en liderazgo y negocios para desarrollar sus emprendimientos y se organizan para la venta de tejidos, alimentos y artesanías.
Imagen: UN Women
Evelina Cabrera: líder deportiva y social
Exfutbolista y actual entrenadora argentina, Evelina Cabrera es un ejemplo de superación y liderazgo. Llegó a vivir en la calle antes de encontrar su camino en el deporte y conquistar espacios para ella y otras mujeres. Fundó y preside la Asociación Femenina de Fútbol Argentino (AFFAR), ha sido premiada, invitada a hablar en la ONU y sus charlas motivacionales inspiran a miles de personas.
Imagen: Pancho Monti
Las Brujas del Mar y el paro de mujeres
Esta “colectiva” de Veracruz, México, uno de los países más golpeados por la violencia de género, se ha convertido en una de las principales organizaciones feministas de América Latina. El paro nacional de mujeres al que convocó el pasado 9 de marzo tuvo una amplia acogida. Su vocera, la abogada Arussi Unda, es una de las 100 personas más influyentes del mundo, según la revista TIME.
Imagen: Getty Images/AFP/I. Guzman
Nemonte Nenquimo: Nobel de la naturaleza
También reconocida por TIME, esta lideresa de la etnia waorani en Ecuador recibió en 2020 el premio Goldman, conocido como el Nobel de la naturaleza, junto con otros defensores ambientales. Gracias a su campaña y una acción legal, consiguió una sentencia judicial que protege más de 200 mil hectáreas de bosque amazónico del extractivismo petrolero, sentando un importante precedente.
Imagen: Rodrigo Buendia/AFP
Natalia Ponce de León: su lucha contra los ataques con ácido
En 2014 estuvo al borde la muerte tras ser atacada con un litro de ácido sulfúrico por un hombre obsesionado con ella. Fue sometida a más de 20 operaciones y renació con más fuerza para luchar contra los ataques con químicos en Colombia, uno de los países con mayores casos del mundo. Creó una fundación para apoyar a las víctimas y consiguió la promulgación de una ley que endurece las penas.
Imagen: privat
Susana Raffalli: contra el hambre en Venezuela
Desde su especialidad, la nutrición y la seguridad alimentaria, esta venezolana ha denunciado la emergencia humanitaria que vive su país, en medio de la crisis económica y el desabastecimiento. Ha sido distinguida por su lucha contra el hambre y su trabajo en programas de cooperación para ayudar a los más necesitados. Recibió el Premio Franco-Alemán de Derechos Humanos 2018.
Imagen: Reuters/C. G. Rawlins
Amaya Coppens: líder estudiantil por la democracia en Nicaragua
La estudiante de medicina ha estado en dos ocasiones presa por su activismo en contra del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. La primera vez, acusada de terrorismo, estuvo encarcelada nueve meses y protagonizó una huelga de hambre. Es miembro de movimientos sociales y universitarios por la democracia y la justicia y en 2020 recibió el premio Mujeres de Coraje, del gobierno de Estados Unidos.
Imagen: Sergio Midence
Ni una menos: No más feminicidios
El movimiento de protesta que acuñó el “Ni una menos” nació en Argentina a raíz de la alarmante y creciente cifra de feminicidios. Pronto se extendió por toda América Latina, donde, según el Observatorio de Igualdad de Género de la CEPAL, en 2019 fueron asesinadas 4.640 mujeres. Unidas bajo esta consigna, las mujeres de la región han salido a exigir el fin de la violencia machista.
Imagen: picture-alliance/Zuma/C. Santisteban
Las Tesis: un himno para las mujeres de todo el mundo
La performance “Un violador en tu camino”, del colectivo chileno Las Tesis, formado por Paula Cometa, Daffne Valdés, Sibila Sotomayor y Lea Cáceres, se volvió viral al interpretar a mujeres de todo el mundo. En diversas ciudades salieron a la calle a corear “la culpa no era mía, ni donde estaba, ni como vestía. El violador eres tú”, un himno contra la violencia y la impunidad.