La Unión Europea no debe dejarse chantajear por el Reino Unido en Bruselas. Si los británicos quieren abandonar la UE, deben dejarlos ir. Su salida no sería el fin de la Unión.
Publicidad
"¿Qué nos exige para permanecer en la UE?", pregunta el presidente del Consejo de la UE, Donald Tusk, al primer ministro británico, David Cameron. Su respuesta: "Usted nos debe permitir fingir que no estamos en la UE". Este diálogo, a pesar de ser una broma aparecida en una revista en Bruselas, muestra la realidad y el dilema del referendo propuesto al Reino Unido por Cameron sobre la permanencia como miembro de la Unión Europea.
Cuando se es miembro de un club, se deben cumplir las reglas que valen para todos. No solo se puede disfrutar de las ventajas que ofrece un club, y no querer atenerse a las normas. En la Unión Europea no es diferente. Si los británicos ya no quieren cumplir las reglas de juego, hay que dejarlos ir.
La UE es un club voluntario con un reglamento
Gran Bretaña concibió, como cualquier otro país miembro, las reglas de la UE. Normas que fueron aprobadas por su Parlamento. Nada se les impuso a los orgullosos británicos. Quien quiera trabajar en una comunidad como la de la UE tiene que renunciar a cierta parte de su soberanía. De lo contrario, el sistema no funciona. Todos los miembros del club están sujetos a las mismas reglas.
La pretensión del primer ministro británico de "sacar lo mejor de ambos mundos", o sea de la pertenencia a la UE y la independencia británica, no es más que arrogante y desproporcionada. Si cada uno de los demás miembros puede reclamar lo que los británicos piden, la desintegración de la UE sería cosa de poco tiempo.
Con el fin de mantenerlos contentos, la UE le ha hecho grandes concesiones a los británicos. Eso ha sido un error, porque demuestra que se puede chantajear a Bruselas. ¿Quién asegura que el Gobierno británico no va a volver en cinco años a presionar a Bruselas con un referendo motivado por intereses políticos internos? El mismo David Cameron dice que él quiere mantener a Gran Bretaña en la UE, pero que debe frenar a los anticomunitarios en su propio partido. Dicho referendo tiene mucho que ver con la campaña electoral y la estrategia de su partido, en detrimento de la UE y los británicos.
¿Prevalecerá la razón?
Los británicos siempre han sido un poco diferentes. Por eso disfrutan ya de una serie de cláusulas de exención de las normas en los asuntos de Justicia e Interior. No hacen parte de Schengen ni de la eurozona, pero reciben un descuento en las cuotas obligatorias que paga todo miembro. Si todo esto no es suficiente y una mayoría de los electores británicos quiere seguir los desvaríos populistas de los oponentes a la UE, hay que dejarlos ir.
La salida del Reino Unido sería, por supuesto, una gran pérdida para la Unión. Los británicos, a pesar de todas las críticas, son uno de los grandes contribuyentes de la Unión. Sin Gran Bretaña, el peso político de la UE en el mundo podría descender, pero las pérdidas económicas y políticas serían mayores para el Reino Unido. Por lo tanto, es de esperarse que al final se imponga la razón y los británicos sigan a bordo. Suficientes problemas importantes hay por resolver.
La isla de Helgoland cumple 125 años
El 10 de agosto de 1890, los británicos la entregaron la pequeña isla de Helgoland al emperador Guillermo II. La "única isla de alta mar de Alemania" tiene solo unos metros cuadrados, pero mucha historia para contar.
Imagen: picture-alliance/dpa/C. Charisius
La isla dividida
La isla alemana de Helgoland está situada en el Mar del Norte y tiene 2 km de longitud. La pequeña isla de Düne (Duna), en el este, estaba enlazada a la isla principal por una lengua de tierra, pero esta fue sumergida en el mar por una marejada, en 1721. Helgoland está en mar abierto, pero sobre el continente.
Imagen: imago/H. Feddersen
Helgoland pasa a ser alemana
El Reino Unido cedió la isla a Alemania, según el tratado de Heligoland-Zanzíbar, en 1890, al tiempo que renunciaba a sus intereses en Madagascar a favor de los franceses, a cambio de que estos abandonaran sus pretensiones sobre la isla de Zanzíbar.
Imagen: picture-alliance/dpa
Remilitarización de la isla
Tras la Primera Guerra Mundial, en 1920 florece el turismo en Helgoland, pero a partir de los años 30, los nazis remilitarizan la isla, ampliando el puerto y refaccionando búnkeres y túneles que pueden ser visitados hasta hoy.
Imagen: picture-alliance/dpa/Ch. Hager
Operación "Big Bang"
Luego de que los británicos bombardearon la isla en la Segunda Guerra Mundial, los habitantes de Helgoland fueron evacuados a tierra firme. En 1947, Gran Bretaña hizo explotar las instalaciones militares y las municiones en el operativo “Big Bang”, la mayor explosión no nuclear de la historia.
Imagen: picture-alliance/dpa
Los alemanes quieren recuperar la isla
Los temores de que Helgoland pudiera hundirse por completo debido al “Big Bang” no se cumplieron. La isla sigue en pie, a 61 metros por sobre el nivel del mar. En 1950, dos estudiantes de Heidelberg la ocuparon hasta que el gobierno británico volvió a entregarla a Alemania.
Imagen: picture-alliance/dpa/J. Blume
Aire puro y cigarrillos
El 1 de marzo de 1952, Helgoland volvió a ser territorio alemán, conservando los privilegios de la era británica: hasta hoy, las compras allí están exentas de impuestos y de aranceles aduaneros. Desde 1962 es un balneario oficial del Mar del Norte, y se caracteriza por el aire puro, pero muchos viajan allí a comprar cigarrillos.
Imagen: Imago
Turismo de un par de horas
Muchos turistas recorren las calles con coloridas casitas cercanas al puerto, que eran depósitos de pescado, pero la mayoría solo permanece en Helgoland unas horas, las suficientes como para admirar su belleza. La mayor afluencia de visitantes se produce al mediodía.
Imagen: Imago
"Anna la larga"
Una de las mayores atracciones de Helgoland es "Anna la larga", una aguja de tierra de unos 46 m de altura y más de 25 000 toneladas de peso, que emerge a 48 metros de altura desde el Mar del Norte. Está compuesta por arena roja, rica en hierro, y es hogar de más de 350 especies de aves migratorias.
Imagen: picture-alliance/dpa
Las focas grises de Helgoland
Sobre las arenas de la "Duna" se revuelcan cientos de focas grises y lobos de mar, cuya caza está prohibida desde los años 70, por lo cual constituyen una gran atracción para el turismo. Sin embargo, solo es posible acercarse a estos animales manteniendo una distancia de 30 metros.
Imagen: DW/I.Quaile-Kersken
Energía eólica
Aunque no se ven desde la isla, Helgoland cuenta con centrales eólicas costa afuera. Una de las empresas hasta alquiló por completo el único hotel de lujo para que vivan allí sus empleados por un período de diez años.