Bruselas blande el garrote y la zanahoria
19 de noviembre de 2003La paciencia de la Comisión Europea se está agotando. Por mucho que las autoridades de Berlín aseguren su plena disposición a colaborar y exhiban un amplio abanico de planes reformistas para demostrar sus buenas intenciones, lo cierto es que el porfiado déficit presupuestario germano se resiste a bajar lo suficiente. Ya es un hecho que Alemania tampoco logrará mantener su nuevo endeudamiento por debajo del 3% del PIB el año entrante y, en consecuencia, transgredirá el pacto de estabilidad monetaria por tercer año consecutivo. Lo mismo ocurre con Francia, involuntariamente solidaria en este punto con sus amigos germanos.
Las exigencias de la Comisión
El comisario europeo de Economía y Finanzas, Pedro Solbes, está dispuesto a ser benevolente, pero sólo hasta cierto punto. Y la Comisión Europea ha seguido sus recomendaciones. En concreto, propone dar un plazo de gracia a los países que están "pecando" contra las normas acordadas para proteger la estabilidad del euro, hasta el 2005. Pero, a cambio, plantea sus exigencias. En el caso de Alemania, éstas consisten en demandar que en el 2004 el déficit se reduzca en 0,8 puntos porcentuales.El ministro de Hacienda alemán, Hans Eichel, no está en absoluto satisfecho con semejante imposición de Bruselas. Replicó de inmediato que Berlín no puede hacer más de lo que ya hace, aludiendo a las reformas proyectadas y a sus medidas de ahorro. Por lo demás, argumenta que la política financiera no puede permitirse prolongar la crisis lo que, en otras palabras, quiere decir que debe atender al imperativo de reactivar la coyuntura. En su defensa esgrimió también la voluntad de colaborar en todo con Bruselas lo que, a su juicio, hace improcedente la aplicación de sanciones.
Los pro y los contra
El Instituto Alemán de Estudios Económicos, DIW, le da la razón. Su presidente, Klaus Zimmermann, instó al gobierno de Berlín a "mantener los nervios" indicando que cuando bajan pronunciadamente los ingresos fiscales por motivos coyunturales, no se puede ahorrar. Pero su opinión parece ser minoritaria entre los economistas. Otros institutos apoyan la línea de Solbes, destacando que el pacto de estabilidad europeo es prioritario y debe ser respetado estrictamente, dado que está en juego su credibilidad.
No estaría de más recordar que Alemania fue uno de los países que más presionó por establecer reglas severas para proteger al euro y convertirlo en una moneda tan firme como lo fuera antaño el marco. Claro está que los tiempos cambian y la necesidad bien puede tener en este caso cara de hereje monetario. Sea como fuere, la decisión final tendrá que tomarla, por mayoría de dos tercios, el consejo de ministros de Finanzas de la Unión Europea. Eichel cuenta con encontrar allí aliados y de seguro tendrá uno en Francia. Pero del otro lado están los países que han hecho bien sus tareas, a costa de rigurosidad presupuestaria.