Conor Dillon y Tatiana Vaksberg, desde Bulgaria15 de abril de 2016
Grupos de refugiados buscan evitar la xenofobia y la islamofobia presentes en Bulgaria. Algunos videos muestran cómo milicianos “cazan” a refugiados que llegan a territorio búlgaro.
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Una serie de videos publicados en los últimos dos meses en las redes sociales muestran cómo grupos de milicianos buscan cerrar el paso a refugiados en el sur de Bulgaria. En uno de ellos se ve a solicitantes de asilo atados de manos. Al fondo se escucha cómo un hombre les grita. Las imágenes han sido transmitidas por algunos medios de habla inglesa y provienen de una milicia activa cerca de la frontera con Turquía.
Un miliciano que no aparece en el cuadro grita en inglés imperfecto:
“Turquía”
“¡Regresen!”
“¡Regreso, Turquía!”
“¡Ahora, a Turquía!”
“Bulgaria no, Bulgaria no. ¡Ya!”
Poco antes, una milicia había subido a internet otro video grabado en un bosque. En su blog, la persona que subió el video cuenta cómo su grupo se topó con 23 afganos. Dado que la policía fronteriza no les indicó bien la dirección que debían tomar, el grupo y los refugiados fueron a parar a un pueblo cercano. Los acompañó un equipo de la emisora televisiva NOVA, que filmó el trayecto para la serie “No man's land” o “Tierra de nadie”. Días más tarde fue transmitida una grabación mucho más larga del encuentro. Las imágenes causaron un gran debate tanto en Bulgaria como en el exterior, al ser retomadas por medios internacionales.
En Bulgaria, las actividades de estas milicias son vistas con ojos mucho menos críticos que en el extranjero. Una encuesta reciente llevada a cabo por la emisora estatal de Bulgaria mostró que 84 por ciento de los búlgaros consultados manifestaron apoyo a las acciones de las milicias. Solo 16 por ciento dijo estar abiertamente contra las milicias.
¿Quién está detrás de las milicias?
Las milicias no son organizaciones formales, sino agrupaciones informales de personas con ideas similares. Un luchador semiprofesional llamado Dinko Valev funge como una especie de vocero del grupo. Luego de que apareciera el video más reciente, el pasado 10 de abril, Valev fue interrogado por la policía. También ha aparecido en repetidas ocasiones en programas de la televisión búlgara. Él suele equiparar a los refugiados con yihadistas. Para sus simpatizantes, es algo así como “superhéroe”. En febrero pasado subió a internet un video en el que milicianos sometían a un grupo de refugiados.
“Si ellos pueden explotar bombas, yo también”, dijo Valev a la redacción búlgara de DW en marzo pasado. Durante la entrevista anunció que financiaría a una milicia fronteriza totalmente equipada.
La respuesta oficial
Poco después de que la milicia se hubiera formado y comenzado sus acciones, el ministro búlgaro del Interior calificó a la iniciativa de Valev como “inusual”, y pidió a los medios reportar cualquier anomalía.
El primer ministro Boiko Borissov fue aún más allá. Alabó a las milicias y dijo que la protección de las fronteras búlgaras del sur debía ser un esfuerzo conjunto. El funcionario cambió el tono de sus declaraciones luego de que se hizo evidente la indignación causada por los videos de los milicianos.
El 14 de abril, el ministro de Asuntos Exteriores de Bulgaria, Daniel Mitov, se distanció de las milicias. En una entrevista con DW, dijo que “son algo que bajo ninguna circunstancia vamos a tolerar. En Bulgaria existen autoridades e instituciones que hacen su trabajo. Los ciudadanos pueden, cuando mucho, notificar casos en los cuales se ha violado la ley. Pero por ningún motivo pueden tomar la justicia en su propia mano.”
Francia: la miseria de los refugiados kurdos
En la localidad de Grande-Synthe, cerca de Dunkerque, 2.000 refugiados kurdos aguardan una posibilidad para continuar su viaje a Gran Bretaña. El lodo y el frío agudizan su miseria. El Estado francés no interviene.
Imagen: DW/B. Riegert
Refugiados varados en Francia
Unos 2.000 hombres, mujeres y niños viven en el campamento improvisado en la localidad francesa de Grande-Synthe, cerca de Dunkerque. Allí los refugiados kurdos han construido pequeñas tiendas de campaña. Aquí documentamos sus extremas condiciones de vida.
Imagen: DW/B. Riegert
Esperando
Lizman es originario de la región del Kurdistán iraquí. “En casa hay guerra”, dice. Su meta es llegar a Inglaterra. En el campamento ha instalado un pequeño café en una barraca de madera. Este es el punto de encuentro de los jóvenes.
Imagen: DW/B. Riegert
Meta: Gran Bretaña
El iraquí Asis ha pedido prestado un martillo para repara su tienda de campaña y evitar que entren el lodo y el frío. El joven kurdo quiere atravesar el Canal de la Mancha. Para ello, tendría que pagar a un “coyote” hasta 5.000 euros. “Del otro lado todo tiene que ser mejor”, espera Asis.
Imagen: DW/B. Riegert
Una chispa de esperanza
No se sabe cuántos niños viven en el campamento en medio de la basura y el lodo. Voluntarios han recolectado peluches, y de vez en cuando los reparten en la “tienda de campaña de los niños”.
Imagen: DW/B. Riegert
Hundimiento
Esta muñeca se le cayó a un niño en el lodo. Muchas esperanzas se hunden en el campamento. En las noches el frío es inclemente y no hay luz eléctrica. Solo hay unos cuantos inodoros químicos portátiles y un par de duchas.
Imagen: DW/B. Riegert
Voluntarios de Inglaterra
Chris Bailey fue soldado en Irak. Ahora ayuda a los migrantes que quieren llegar a Inglaterra. “Las condiciones aquí son peores que algunas cosas que vi en la guerra”, dice el veterano. En el campamento, reparte cobijas y botas de hule.
Imagen: DW/B. Riegert
Bienvenidos a Francia
Denise (izq.) y Maryse ofrecen té a los migrantes y platican con ellos. Las señoras viven en una bonita casa particular enfrente del campamento: dos mundos separados por una calle. “Las autoridades no se ocupan” de los refugiados, dice Denise. Muchos de sus vecinos quieren que los migrantes desaparezcan.
Imagen: DW/B. Riegert
¿Dónde están los políticos?
Los voluntarios han bautizado los caminos lodosos con nombres de políticos europeos. La avenida “François Hollande” se llama así porque el Gobierno francés no ha mostrado ningún interés por el campamento improvisado. La Policía tampoco interviene, pese a que algunos habitantes del campamento informan de enfrentamientos violentos entre grupos de migrantes, sobre todo en las noches.
Imagen: DW/B. Riegert
Ayuda alemana
A la ciudad alemana de Múnich ya no arriban tantos refugiados. “Aquí nos necestian”, dice Sinan von Stietencorn, de la cocina popular “Volxküche München”. Junto con amigos ha viajado de Baviera al Canal de la Mancha para repartir comida a los migrantes.
Imagen: DW/B. Riegert
Auxilio
La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) vacuna a los refugiados contra sarampión y gripe. La humedad, el frío y la falta de higiene afectan sobre todo a los niños. MSF construye un nuevo campamento en Grande-Synthe, puesto que el Estado pareciera no sentirse responsable. Se trata del primer campamento de la organización humanitaria en ese país de la UE.
Imagen: DW/B. Riegert
Una cueva en el infierno
Asim cuenta que huyó del Estado Islámico en Irak. En el campamento ha luchado por un lugar limpio. En su pequeña cueva incluso ofreció un té a nuestra reportera de Deutsche Welle Catherine Martens. “Todos quieren continuar su viaje”, dice Asim.
Imagen: DW/B. Riegert
Tan lejos del sueño
El puerto de Dunkerque se encuentra a diez kilómetros del campamento improvisado. No obstante, las posibilidades de los migrantes kurdos de llegar a Inglaterra son mínimas. Casi ninguno quiere solicitar asilo en Francia. ¿Pagarán a algún “coyote”? ¿Regresarán a Bélgica o Alemania? ¿O simplemente seguirán aguardando?