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Buscando unión en el Caribe

Evan Romero-Castillo (EL)4 de marzo de 2015

En un mundo donde las alianzas juegan un rol cada vez más importante, CARICOM es el frente común de los Estados antillanos. No obstante, el destino de cada uno de ellos parece seguir dependiendo demasiado de su tamaño.

Imagen: picture alliance/Newscom

Estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) han revelado que el uso de la plataforma logística de Panamá por parte de los Estados antillanos –bien sea como centro de concentración o expedición de mercancías y servicios– puede contribuir a reducir los costos de las transacciones comerciales entre la región insular y la región continental de Centroamérica. Con eso en mente, los representantes de veinte empresas de Barbados, Jamaica, República Dominicana y Trinidad y Tobago se reunirán en la capital panameña del 11 al 13 de marzo para expandir sus negocios en “tierra firme”.

Considerando la crisis que atraviesan los países antillanos, este encuentro –bautizado Panama Trade Mission y auspiciado por la Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ)– no podría haberse organizado en un mejor momento. La mayoría de las islas subsistía gracias al petróleo venezolano proveído por Caracas a costos subvencionados; de ahí que la caída de los precios del crudo represente una amenaza para sus economías. La Comunidad del Caribe (CARICOM) celebra el acercamiento entre Washington y La Habana, pero teme que Cuba termine opacando a sus vecinas a los ojos de los turistas e inversionistas estadounidenses.

Muchos de los problemas que aquejan a los quince miembros plenos de CARICOM –Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, Montserrat, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y Granadinas, Surinam, y Trinidad y Tobago– podrían resolverse si éstos tuvieran mayor acceso a capital extranjero, pero la banca regional es considerada de alto riesgo y ahuyenta a los inversionistas de otras latitudes. Según Gaston Browne, primer ministro de Antigua y Barbuda, y expresidente de CARICOM, es imprescindible sanear la “banca autóctona” para que no se vea obligada a cerrar.

Frank-Walter Steinmeier, ministro de Exteriores de Alemania, se reunió con sus homólogos caribeños.Imagen: picture-alliance/dpa/G. Charisius

La fuerza está en la unión…

Al estancamiento económico de la comunidad antillana y a la mala imagen de su banca se suman sus dificultades para competir en un mundo cada vez más interconectado, donde las alianzas juegan un rol importante. Sin embargo, los socios de CARICOM parecen estar tomando medidas para superar esa deficiencia. Como muestra, un botón: este martes (3.3.2015), Torsten Wetzel, jefe de desarrollo de negocios de Siemens, aplaudió el hecho de que los Estados caribeños hubieran enviado a sus cancilleres a Alemania para sondear las posibilidades de inversión directa y cooperación en materia energética.

Los ministros de Exteriores de los países miembros de CARICOM se reunieron en Berlín con su homólogo germano, Frank-Walter Steinmeier, conversaron con el alcalde de Hamburgo, Olaf Scholz, y asistieron juntos a la conferencia Nuevas fuentes de energía en el Caribe: planeamiento, técnica y logística, organizada por la Asociación Empresarial para América Latina (LAV) en la Kühne Logistics University (KLU), especializada en logística y gerencia empresarial. “Lo positivo del evento fue que se tomó consciencia de lo conveniente que es actuar unidos. Es improbable que Steinmeier o Scholz los hubieran recibido a todos por separado”, dice Wetzel.

Las mayores oportunidades de desarrollo siguen estando en manos de los países antillanos más grandes.Imagen: CC BY 2.0

…pero el tamaño sigue contando

Hace tres años, cuando representantes de la política, la academia y el empresariado alemanes se reunieron para analizar los factores que impedían la consolidación de la sociedad estratégica entre la Unión Europea, América Latina y el Caribe, salió a relucir una inquietante queja de los Estados antillanos: muchos de ellos no se sentían plenamente involucrados en el eje birregional. Y a juzgar por lo que se expuso en la conferencia sobre energía de la KLU este 3 de marzo, esa situación no ha cambiado mucho: como en otras áreas, las mayores oportunidades de desarrollo siguen estando en manos de los países caribeños más grandes.

En eso coincidieron Torsten Wetzel, de Siemens, y Elena Schultes, gerente de iniciativas globales de SOWITEC, una empresa que fabrica centrales eólicas en América Latina y Rusia. Steffen Wiegratz, de la compañía de transporte marítimo Hugo Stinnes, matizó esa idea subrayando que “el potencial de desarrollo de energías limpias en un país caribeño u otro no sólo depende de su tamaño, sino también de su grado de dependencia del petróleo, de la fuerza de su economía, de cuántas inversiones pueda absorber y de cuán atractivo resulte para inversionistas privados”. Sol y viento abundan en el Caribe, señaló Schultes. Lo que falta es dinero, acotó Wetzel.

“De hecho, el gran problema no es si los países antillanos tienen recursos económicos a mano para financiar instalaciones que produzcan energías renovables, sino si están en capacidad de recibir créditos con ese fin, bien sea de la Junta para el Desarrollo de Energía Alternativa (AEDB), del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), o del programa de fomento del Banco Mundial. En todos los países de la zona hay posibilidades de desarrollo; pero, desde la perspectiva de Siemens, los que gozan de mejores condiciones para hacer negocios son los más grandes: Jamaica, República Dominicana, y Trinidad y Tobago. Eso no es nuevo”, comenta Wetzel.

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