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Bush en Europa: "Nada podrá separarnos"

Emilia Rojas21 de febrero de 2005

En un discurso sobre los fundamentos de las relaciones entre Estados Unidos y Europa, el presidente estadounidense, George Bush, llamó en Bruselas a abrir una nueva era de unidad transatlántica.

Promesas de amistad eterna en Bruselas.Imagen: AP

El presidente estadounidense cumplió las expectativas que se habían forjado los europeos: el discurso que pronunció en Bruselas, sede de las principales instituciones de la UE, fue toda una oda a la armonía transatlántica. "Nuestra sólida amistad es indispensable para la paz y el bienestar en el mundo y ningún debate transitorio, ninguna breve discrepancia entre gobiernos, ningún poder del mundo logrará jamás separarnos", afirmó George W. Bush , en un claro llamado a dar vuelta la página de las divergencias provocadas por la guerra contra Irak.

Una "Europa fuerte"

Bien sonó en Bruselas el hecho de que el presidente estadounidense haya abogado por una Europa vigorosa. Porque el propósito de forjar una Unión Europea con mayor peso internacional no ha sido concebido con el objeto de desafiar a Washington. Los europeos nunca han perdido de vista la importancia que tiene la alianza con la superpotencia americana para sus propios intereses. El hecho de que Bush reconociera explícitamente que "Estados Unidos necesita una Europa fuerte, un socio fuerte para fomentar la libertad y la paz en el mundo", indica que efectivamente en la Casa Blanca se impone la evidencia de que no puede lograr todo lo que desea si actúa unilateralmente.

Las palabras del huésped estadounidense de seguro no provocan objeción en Europa. A ambos lados del Atlántico se habla con igual intensidad de metas sin duda loables, como la de promover la democracia y el estado de derecho. El problema está en la forma en que se piense conseguirlo. La idea de imponer la democracia por medios militares -como se intenta en Irak- sigue sin convencer a muchos europeos. Y nada indica que se haya producido un cambio sustancial en el modo de pensar de Estados Unidos al respecto.

¿De igual a igual?

Admitir que se necesita un "socio fuerte" implica, lógicamente, no sólo contar con él para ejecutar decisiones ya tomadas, sino involucrarlo en el proceso decisorio, escuchar sus argumentos y, llegado el caso, hacer concesiones. Así funcionan las alianzas entre pares. Por ahora, Europa no está, sin embargo, en condiciones de igualdad con Estados Unidos. Y George W. Bush se lo hizo notar con claridad meridiana en el conflicto iraquí, lo cual no fue precisamente provechoso para afianzar los vínculos transatlánticos.

Si las palabras pronunciadas ahora por Bush en Bruselas han de ser más que un gesto simbólico de reconciliación, tendrá que variar también su política de los últimos años, renunciando a introducir cuñas entre sus aliados. De lo contrario, esta armonía proclamada con bombos y platillos durará lo que dure la coincidencia de pareceres. Pero una amistad sólida es la que se pone a prueba justamente ante las discrepancias.

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