La noticia del reconocimiento de Abjazia y Osetia del Sur como estados independientes por parte del presidente ruso la recibió la canciller alemana, Angela Merkel, durante su gira por el Báltico. En Talín, la capital de Estonia, la líder germana criticó duramente el paso dado por Moscú, pero no cierra la puerta al diálogo. En cuanto a la cumbre extraordinaria que tendrá lugar el 1 de septiembre, Merkel se muestra optimista de que de ella saldrá una postura común europea.

De un claro atentado contra el derecho internacional calificó este reconocimiento, por su parte, el presidente del Parlamento Europeo, el demócrata cristiano Hans-Gert Pöttering, quien también apuesta por una doble estrategia en las relaciones con Rusia: un lenguaje claro, sin cerrar las posibilidades al diálogo. El cómo pretenden lograrlo, aún no está muy claro.

Acercamiento al Báltico

Cuando empezó la crisis en Georgia, la postura alemana parecía estar muy lejana a la de los estados bálticos –Estonia, Letonia y Lituania-, miembros de la Unión Europea. Los presidentes de las tres repúblicas bálticas manifestaron rápidamente su apoyo a Tiflis y su reprobación a Moscú. Alemania y Francia -por el contrario- intentaron conciliar, evitando toda inculpación clara y calificaron sólo de “desmedida” la agresión rusa. Una postura común de la UE parecía muy lejana. Ahora, no tanto.

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¿Misión imposible?

“Como en toda situación difícil, haré lo posible porque la UE logre una postura común. Y debo decir honestamente, soy optimista”. Por su parte, el primer ministro estonio, Andrus Ansip, puso ya su grano de arena para ello: ha dejado de exigir la rápida inserción de Georgia en la OTAN y ahora apuesta "sólo" por el control internacional de la región en crisis.

Según analistas, este curso más compatible con la línea de Merkel es la retribución a la atención que les ha prestado Berlín: “Socios fiables y respetuosos de los valores democráticos son especialmente valiosos para los Estados pequeños”, subrayó Ansip.

Regaños a Moscú

Por parte de Merkel, también hubo grano de arena: ha endurecido su tono hacia Moscú y no escatimó críticas a su incumplimiento del plan de 6 puntos acordado con Francia y a la presencia de tropas en territorio georgiano. También, según la canciller, el reconocimiento de Abjazia y Osetia es contrario al principio de la integridad territorial, un principio básico del derecho internacional. “Creo que la Unión Europea debe manifestarse en esa dirección”, aseveró ante políticos e industriales de Talín, añadiendo que la guerra en Georgia no sólo ha cambiado el Cáucaso, sino la política mundial. “Estoy a favor de dejar abiertos los canales de comunicación, de que busquemos el diálogo, de que intentemos hablar. Pero esto sólo tiene sentido, naturalmente, si partimos de una base de valores comunes”, recalcó.

La existencia o ausencia de la base común será sondeada antes de la Cumbre extraordinaria del lunes; por otro lado, a los países bálticos -que miran con gran desconfianza al gran vecino y preferirían un puñetazo sobre la mesa- , ya les ha asegurado su apoyo. Georgia, por su parte, lo demanda: en declaraciones al diario alemán Bild, el presidente Saakashvili aseveró que en la cumbre Bruselas debe manifestar su claro compromiso con Georgia. "Rusia está cambiando de forma arbitraria y con uso de la violencia las fronteras de Europa. Si Europa deja pasar esto una sola vez, Rusia en el futuro volverá a intentarlo".

Con la tensión a ese grado entretejida con los intereses y los compromisos adquiridos, por verse está si hay motivos reales para el optimismo de la canciller y probabilidades de éxito para su doble estrategia.