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¿Cómo enfrentar el desafío agrícola del siglo XXI?

Eva Usi17 de enero de 2013

En una conferencia en Berlín se debatió sobre cómo enfrentar el desafío agrícola del siglo XXI, que es erradicar el hambre sin agotar los recursos naturales. Una cooperativa de mujeres en Honduras da el ejemplo.

Imagen: AFP/Getty Images

De cara a la feria agrícola Grüne Woche (Semana Verde) que abre sus puertas en Berlín, una decena de especialistas de distintas disciplinas fueron convocados por la Fundación Henrich Böll, cercana al Partido de Los Verdes, y por organizaciones como Oxfam Alemania y la agencia católica Misereor, entre otras.

El objetivo de la conferencia titulada "Agricultura en Transición" fue debatir sobre la implementación de un nuevo modelo agrícola que sea más sustentable con el medio ambiente y los recursos naturales y permita alimentar a un número creciente de habitantes del planeta.

El presidente de la Agencia para el Medioambiente, Jochen Flasbarth, fue el encargado de abrir la discusión recordando el fracaso de la “Revolución Verde” con la que el científico estadounidense Norman Borlaug prometió el fin del hambre en el mundo basado en una agricultura intensiva. “Hemos multiplicado la producción agrícola pero no hemos erradicado el hambre porque el problema no es la producción sino la distribución. Necesitamos una mejor distribución y una participación de las mujeres en la actividad agrícola”, dijo.

“Con nuestro actual modelo estamos violentando todos los limites de la sustentabilidad”, advirtió. El experto señaló que otro problema derivado de la agricultura intensiva y del actual patrón de consumo de carne es que enormes cantidades de tierra se están degradando como resultado del uso de fertilizantes y abonos. “Enormes extensiones de tierra dejan de ser fértiles, una pérdida a un ritmo anual equiparable al tamaño del territorio de un país como Bulgaria”, advirtió en conversación con DW.

Flasbarth señaló que los países industrializados como Alemania tienen una responsabilidad en particular, por contar con medios financieros y capacidades tecnológicas, pero también por tener un estilo de vida que otros quieren alcanzar.

Críticas a los subsidios agrícolas europeos

Una de las responsabilidades de los países industrializados es eliminar los subsidios agrícolas, ayudas que tan sólo en Alemania este año alcanzarán un monto de 60.000 millones de euros y que significan una competencia desleal para los pequeños productores de países en desarrollo. Barbara Unmüssig, presidenta de la Fundación Heinrich Böll, se preguntó porqué hay tan poco interés en una reforma a la Política Agraria Común (PAC) y criticó que la ministra de Agricultura, Ilse Aigner, sea una de las principales bloqueadoras de dicha reforma.

Los alimentos se han convertido hace mucho en materias primas con cuyos precios se especula en los mercados internacionales, provocando una creciente volatilidad, como es el caso del azúcar, los aceites y cereales, la carne y los productos lácteos. Paralelamente al aumento de la pobreza rural en amplias regiones del mundo hay una competencia por la tierra cultivable, en la que los principales inversionistas provienen de Estados Unidos, el Reino Unido, China y Emiratos Árabes, y los principales países destino son Indonesia, Malasia, India, Brasil y Argentina, entre otros. Los países que subsidian su agricultura son, además de los miembros de la Unión Europea, Japón, Estados Unidos y China, y la India figura entre los nuevos protectores.

Christine Chemnitz, experta en Política Agraria Internacional de la Fundación Heinrich Böll, destacó la necesidad de regulaciones políticas claras que garanticen que, por ejemplo, las inversiones provenientes de países desarrollados, estén vinculadas a criterios ecológicos y sociales. “Argentina y Brasil han aumentado la producción de pienso animal para exportarlo a Europa, extendiendo sus monocultivos de soya a amplias regiones, ocupando cada vez más tierras cultivables. Esto ha dado como resultado una expulsión de pequeños agricultores de sus tierras. En Argentina el número de pequeños agricultores se ha reducido casi a la mitad en los últimos años, viéndose desplazados por grandes empresas agroindustriales que tienen el dinero y el know how para producir soya para pienso animal”, explica.

La experta Christine ChemnitzImagen: DW/E. Usi

“América Latina se encuentra en una situación particularmente vulnerable porque muchos países han cifrado sus modelos de desarrollo en la producción de materias primas y aunque el subcontinente tiene una gran riqueza natural, uno de los mayores desafíos de muchos países es lograr una mayor justicia social en las zonas rurales. El desafío es el desarrollo de un modelo sustentable que mantenga la riqueza natural por el bien de las futuras generaciones”, destacó.

Las mujeres de COMUCAP

Un caso ejemplar de un modelo exitoso de desarrollo de una comunidad rural en América Latina fue el presentado por la Coordinadora de Mujeres Campesinas de la Paz (COMUCAP), una asociación de 256 mujeres de origen Lenca, en Honduras, que fue fundada hace 20 años para mejorar las condiciones de vida de las mujeres en el contexto de una sociedad rural con un machismo muy arraigado.

Flhor de María Zelaya, representante de COMUCAP.Imagen: DW/E. Usi

“Mi mamá es una de las fundadoras de la asociación, que comenzó en 1983 con la defensa de los derechos de las mujeres con un programa radial y siguió con la crianza de gallinas, un proyecto apoyado por la GIZ alemana. Poco después se decidieron por la agricultura orgánica”, cuenta la ingeniera química Flhor de María Zelaya, encargada del desarrollo de nuevos productos en la organización, quien es parte de la segunda generación de socias.

Entre tanto, COMUCAP exporta unos diez contenedores de café orgánico y con sello de Comercio Justo al año, cada uno con unas 16 toneladas. La mayor parte es destinada al mercado alemán, en donde se han desarrollado ya unas doce marcas de café proveniente de las montañas de Marcala, uno de los cuatro municipios habitados por las socias de COMUCAP, situado a unos 170 kilómetros de Tegucigalpa.

Las mujeres se han organizado en 16 grupos que producen una gran variedad de productos. “Nuestras fincas son integrales, lo que significa que están en armonía con el medio ambiente, además tenemos huertos, los naranjos nos dan sombra, al igual que el banano, que mejora la calidad del café”, explica. También producen jugos, cosméticos naturales como cremas, acondicionadores y champús a base de sábila, pero también venden miel, polen y vinos.

Las mujeres han vencido un sinnúmero de obstáculos, desde el acceso a la tierra y la capacitación hasta las licencias de exportación y las certificaciones de sellos orgánico y Comercio Justo. Por eso, Flhor de María Zelaya asegura que “COMUCAP es un orgullo para nuestro país, iniciado por mujeres sin recursos y sin educación, que han luchado y logrado llegar muy lejos”.

Autora: Eva Usi

Editora: Emilia Rojas

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