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La guerra de Putin arruinó el modelo de negocios de Rusia

Andrey Gurkov
30 de diciembre de 2022

Debido a la invasión de Ucrania, la economía rusa perdió a Europa, el principal mercado para sus exportaciones y su mayor fuente de inversión extranjera.

Instalaciones de Nord Stream 2.
Nord Stream 2: un proyecto sepultado por la guerra de Ucrania.Imagen: Stefan Sauer/dpa/picture alliance

El año 2022 comenzó con una perspectiva promisoria para las empresas estatales rusas Gazpromy Rosneft, las mayores contribuyentes a las arcas fiscales rusas. En Alemania, el gobierno había anunciado la construcción de nuevas plantas eléctricas a gas, que debían ayudar a cubrir las necesidades del país en vista del resuelto cierre de centrales atómicas y el adelanto de la fecha de abandono del carbón como fuente energética.

Gazprom se disponía por lo tanto a ampliar sus ventas a Alemania, su mayor mercado en el exterior, que recibía anualmente el 25 por ciento de todas las exportaciones rusas de gas por tuberías. Además, el recientemente terminado gasoducto Nord Stream 2 tenía buenas posibilidades de recibir la certificación alemana, dado que el nuevo gobierno de Berlín, encabezado por Olaf Scholz, seguía considerando el controvertido sistema como "un proyecto económico privado”.

Rosneft, por su parte, se aprestaba a aumentar su participación, de un 54 a casi un 92 por ciento, en la refinería de Schwedt, que por décadas procesó exclusivamente petróleo crudo ruso, llegado por el oleoducto Druschba. Solo faltaba la aprobación definitiva del gobierno alemán.

Un golpe para Gazprom y Rosneft

Ahora, el 2022 termina con un panorama muy diferente. Gazprom ha cesado por completo su suministro a Alemania, el gobierno alemán estatizó su filial Gazprom Germania y sus grandes depósitos de gas, y el proyecto de Nord Stream 2 quedó sepultado. Dos terminales de gas licuado ya comenzaron a operar en Alemania y dentro de un año habrá por lo menos seis, para no tener que depender nunca más de los gasoductos rusos.

Rosneft, por su parte, ha perdido el control de la refinería de Schwedt, que está bajo administración fiduciaria del Estado. Una expropiación podría ser el próximo paso. Además, la planta dejará de refinar petróleo ruso este 31 de diciembre.

La pérdida del lucrativo mercado alemán que han sufrido dos empresas rusas clave, ilustra claramente el enorme daño que ha provocado Putin a la economía de su país con su ataque a Ucrania. No se trata solo del fracaso de proyectos específicos. Esta guerra destruyó el modelo de negocios de la Rusia actual.

Modelo orientado a la UE

Dicho modelo de negocios consistía en vender sobre todo a Europa, y especialmente a los países de la UE, los principales bienes rusos de exportación: crudo, productos derivados del petróleo, gas natural, carbón y metales. Con las divisas así obtenidas, Rusia compraba maquinarias y equipos para modernizar su industria, y bienes de consumo.

Una parte sustancial del modelo en cuestión consistía también en captar inversionistas europeos. Estos aportaban capital tecnologías y conocimientos para la industria del petróleo y el gas, la generación de electricidad, la fabricación de automóviles, la industria alimentaria, el comercio y otros sectores. Muchas inversiones provenían también de empresas norteamericanas. Pero Estados Unidos no era ni de lejos tan importante como Europa como mercado para los productos rusos.

Todo eso ya es historia. Con la guerra que desató en Ucrania, Putin deparó un abrupto fin a ese modelo que funcionaba a la perfección y que el mismo había contribuido a forjar. Numerosas empresas europeas han abandonado Rusia del todo, y otras suspendieron al menos sus inversiones.

Falta de dinero y gente

La pérdida de los mercados alemán y europeo sumirá a la industria rusa del gas en una crisis particularmente profunda. Porque Rusia puede reorientar la exportación de petróleo y carbón en cierta medida hacia el Asia. Pero los gasoductos que desde hace 50 años han sido construidos en dirección a Occidente no pueden ser trasplantadas para enviar gas hacia el oriente.

El Kremlin ha anunciado que instalará nuevos gasoductos con dirección al este, pero para eso Rusia necesitaría mucho de lo que ahora no dispone en cantidad suficiente: tiempo, dinero y especialistas. Porque la pérdida de los mercados europeos se hará sentir más con cada mes que pase. Las reservas financieras propias se seguirán consumiendo en la guerra, mientras el país continúa aislado del mercado internacional de capitales. Demás, Rusia ha sufrido ya muchas bajas en el frente y muchos hombres han escapado al exterior.

En consecuencia, el Kremlin no podrá configurar tan rápidamente una alternativa viable al modelo de negocios orientado hacia Occidente. Y eso lo percibirán con cada vez mayor intensidad muchos rusos en 2023.

(ers/jov)

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