En Siria y sobre todo en Irak, la organización terrorista Estado Islámico ha sufrido fuertes derrotas. Ya no cuenta con el apoyo de la población civil. No obstante, aún le quedan algunos ases en la manga.
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A finales de junio, el Ejército iraquí finalmente recuperó la ciudad de Faluya que había estado más de dos años en manos de la organización yihadista Estado Islámico (EI). Actualmente, los combatientes iraquíes están estrechando el cerco sobre la ciudad de Mosul, cuya conquista en junio de 2014 fue considerada como el mayor logro militar y simbólico del EI.
También en Siria, los yihadistas están en apuros. Desde principios de junio, el Ejército sirio ataca los barrios tomados por el EI en la ciudad de Alepo en el norte del país. En el último lustro, los combatientes del régimen no han tenido consideración con la población civil. Si bien observadores estiman que el Ejército sirio es responsable de la mayoría de los crímenes de guerra, los terroristas del EI escenifican la muerte de sus víctimas de una forma especialmente cruel y cuelgan los videos de sus actos barbáricos en internet.
Esta brutalidad repercute en el EI. Desde que los yihadistas se empezaron a extender en Siria en 2011 han actuado con brutalidad contra la población civil. Como consecuencia, no solo sembraron el terror, sino que al mismo tiempo impidieron que los habitantes de las zonas bajo su control desarrollaran lealtad hacia sus nuevos soberanos. Hace años, los iraquíes sunitas todavía consideraban a los combatientes del EI como una suerte de potencia protectora ante el gobierno de mayoría chiita. No obstante, fueron decepcionados.
Poco apoyo de la población civil
Como consecuencia, ahí donde el Estado Islámico era atacado, su régimen empezó a colapsar rápidamente desde dentro. No obstante, esto no quiere decir que sea reemplazado inmediatamente por fuerzas seculares.
Tanto en Siria como en Irak, a raíz de la cruenta guerra, el abismo entre los diferentes grupos religiosos es muy profundo. La violenta competencia entre los sunitas y los chiitas ha quedado grabada en la conciencia de las personas. No será fácil para el secularismo hacer olvidar estas experiencias.
Una y otra vez, grupos de derechos humanos criticaron la brutalidad de las milicias chiitas en Irak y Siria contra civiles sunitas. Según el semanario alemán Der Spiegel, esto puede servir todavía de legitimación al EI. “Mientras continúen los ataques de la letal Fuerza Aérea siria y los cazas rusos, mientras los sunitas vivan permanentemente bajo el miedo a los chiitas, el EI podrá recuperarse incluso después de haber perdido su ‘califato'”, señala el medio.
A largo plazo, el reto es sobre todo de carácter político. Tanto en Irak como en Siria será de vital importancia superar la rivalidad confesional. Esto solo puede ocurrir paso por paso, en un proceso que llevará años. Asimismo, se deberá acabar con el mecanismo político-religioso del que abusaron en beneficio propio Al Assad, así como el exdictador iraquí Saddam Hussein y, en parte también, su sucesor, el primer ministro Nuri Al Maliki.
El terrorismo, un cáncer global (03.2016)
En Pakistán, en Afganistán, en Siria y en París, los atentados terroristas causan dolor y angustia. Los últimos datos hablan de un aumento del 80 por ciento en las muertes causadas por estas acciones.
Imagen: Reuters
Europa, una víctima entre tantas
La prensa suele dar amplia cobertura a los atentados perpetrados en Europa. Pero distan de ser los únicos. Los países más afectados por el terrorismo están lejos del Viejo Continente (Irak, Afganistán, Nigeria, Pakistán y Siria, en ese orden según un informe del Instituto para la Economía y la Paz). Acá les mostramos algunos casos. Y nos faltan: Uganda, Mali, Camerún, China, Yemen, Egipto...
Imagen: Getty Images/AFP/E.Dunand
Irak, donde sunitas y chiitas se odian
No pasa una semana sin que las bombas exploten en ciudades de Irak, afectando principalmente a civiles. Las disputas religiosas entre sunitas y chiitas suelen estar detrás de estas acciones, realizadas por milicianos del Estado Islámico, aunque también por miembros de Al Qaeda y otros grupos. El más reciente ocurrió en el estadio de Iskandariya, el 25 de marzo de 2016, donde 41 personas murieron.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/K. Kadim
Pakistán, víctima del horror talibán
El último atentado en Lahore, donde un grupo talibán atacó un parque lleno de cristianos el domingo 27 de marzo, matando a 72 personas, es solo uno más en la larga lista de actos de terror cometidos en ese país. El más tristemente célebre de los ataques de los últimos años es el de la escuela de Peshawar, en diciembre de 2014, cuando seis hombres armados talibanes asesinaron a 145 estudiantes.
Imagen: picture alliance/dpa/R. Dar
Nigeria, a la sombra de Boko Haram
El grupo islamista Boko Haram, que busca crear un califato en el norte de Nigeria, tiene mala fama. Y justificada. Junto a Estado Islámico, son responsables del 51 por ciento de las muertes causadas en el mundo por acciones terroristas. Boko Haram actúa con brutalidad, atacando poblados, saqueando y quemando a la población civil, entre otras barbaridades. Desde 2009 ha matado a 14 mil personas.
Imagen: Getty Images/AFP/Stringer
Siria, una guerra de todos contra todos
Los rebeldes, el Ejército, el Estado Islámico, el Frente Al Nusra, facciones que no responden a grandes grupos... La situación en Siria es tan delicada en términos de seguridad como cabría esperar de un país en guerra con múltiples grupos combatiendo por sus propios intereses. El ranking del Instituto para la Economía y la Paz ubica a Siria como el quinto país del mundo más afectado por el terror.
Imagen: Getty Images/AFP/L. Beshara
Afganistán y las ofensivas talibanes
Famosas son las ofensivas de verano de los grupos talibanes, que en el invierno se refugian en las regiones montañosas de Afganistán y Pakistán. Sus ataques poco a poco han derivado de operaciones contra las fuerzas de seguridad a centrarse en la población civil. Afganistán es, tras Irak, el segundo país con mayor incidencia terrorista del mundo. En 2014 hubo 4.505 muertos por esta causa.
Imagen: Reuters/M. Ismail
Kenia y Somalia, donde Al Shabaab quiere dominar
Al Shabaab desea imponer un estado islámico en Somalia. Controló Mogadiscio hasta que fue expulsado por las fuerzas somalíes, apoyadas por tropas de la Unión Africana. Si bien está en retirada, cuenta con al menos 7.000 hombres y ha perpetrado atentados también en Kenia, que apoya al Ejército somalí, y en Uganda. En septiembre de 2013 atacaron un centro comercial keniano, matando a 72 personas.