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Cabildos populares en Chile: talleres para un nuevo país

Nicole Frölich
7 de noviembre de 2019

A pesar del caos, unas ochenta personas del santiaguino Parque Forestal se han reunido en un hostal del céntrico barrio Bellas Artes para deliberar sobre las posibles salidas a la crisis que está atravesando Chile.

Imagen: DW/S. Boddenberg

"Vemos el cabildo como una forma de protesta ciudadana pacífica que invita a la reflexión crítica, al análisis, al autoexamen y a pensar en cómo queremos construir el Chile del siglo XXI”, dice Aníbal Venegas, uno de los miembros fundadores de este cabildo.

A sólo unas cuadras de Plaza Italia, el epicentro de las protestas multitudinarias que Chile vive prácticamente cada día desde mediados de Octubre, la movilización ciudadana se está elevando al siguiente nivel. "Recomponer el tejido social es una cuestión particularmente importante para poner freno a clases políticas que constantemente nos han defraudado y han hecho de este país un lugar en el que la vida no es digna de vivir”, reitera la abogada Laura Dragnic.  

Más de 10.000 chilenos ya han participado en los cabildos autoconvocados que han surgido en distintos puntos del país. Son personas de cualquier edad, ideología o trasfondo, que se unen para debatir sobre salidas a la crisis. Este tipo de cabildo abierto no es un invento reciente. Sus orígenes en América Latina se remontan en la época colonial, cuando servían de respuesta popular ante emergencias o desastres. E igual que antaño, enfrentarse conjuntamente a retos comunes sigue siendo la esencia del cabildo en la actualidad.

¿De qué servirán las conclusiones de los cabildos?

No obstante, según el sociólogo Octavio Avendaño, históricamente también han presentado una importante debilidad. "El gran problema de los cabildos es generar expectativas y hacerles creer a las personas que están definiendo su propio destino. Pero en realidad lo que están planteando es un anhelo que puede ser tomado en cuenta como no”.

El gobierno asegura que no ignorará los reclamos formulados en los cabildos. Arrancando el 15 de noviembre, el Ministerio de Desarrollo Social encabezará un proceso de diálogo ciudadano de 60 días. Con una agenda y una metodología aún por concretar, pretende reunir a todos los sectores de la sociedad para canalizar las demandas y diagnosticar los males del país. Para maximizar la efectividad del ejercicio, el gobierno tomará en cuenta los insumos de los Encuentros Locales Autoconvocados (ELA) de 2016 – cabildos institucionalizados, realizados durante la presidencia de Michelle Bachelet con la promesa de abrir un proceso constituyente.

"Es un buen antecedente, porque gran parte de los temas que ahí se propusieron son las actuales demandas que aparecen en las movilizaciones”, asegura Avendaño.

Parque Forestal de Santiago de ChileImagen: picture-alliance/robertharding/Y. Levy

María Cristina Escudero fue integrante del Comité de Sistematización del  proceso constituyente del 2016. "Después de la salida de Bachelet, lamentablemente la experiencia se perdió de vista", dice. Pero no todo fue en vano. "La ciudadanía aprendió a organizarse y a deliberar en encuentros autoconvocados. El ejercicio de los cabildos ciudadanos actuales es similar a la experiencia del 2016 y ha servido como referente”.

Al margen de los parecidos, Escudero considera que los retos para los cabildos de nueva creación son otros. "Las organizaciones sociales necesitan aliados en la política formal y ese puente está muy complicado, ya que no hay confianza ni en los partidos, ni en el gobierno, ni tampoco en el Congreso”.

El largo camino a una "nueva institucionalidad”

Para darse cuenta de eso no hay que ir más lejos que al cabildo del Parque Forestal. Para muchos de los participantes, el llamado gubernamental al diálogo social no implica que el pueblo vaya a acceder. Demasiado grande es la desconfianza,  demasiado frágil el tejido social.  "Primero hay que generar fuerza política desde los cabildos. Y una vez ya tengamos una organización suficientemente robusta podremos levantar nuestras demandas y que sean escuchadas por la clase política”, opina Felipe Pino, quien en esta sesión actúa de maestro de ceremonias. "Ahora lo principal es que la gente no tenga miedo a pedir cosas que antes parecían imposibles”.

En un momento en el que se desdibujan los límites de lo posible, aunque sea solo por una tarde, hay que tener cuidado de no caer en imaginarios utópicos. Lo saben los participantes del cabildo del centro de Santiago y reconocen que les queda mucho trabajo por delante. "Pensar en una nueva Constitución es un punto”, dice Dragnic.

"Pero pensar en un país completamente distinto, que es lo que la ciudadanía está exigiendo, requiere un esfuerzo gigante. Una nueva institucionalidad, nuevas formas de relaciones sociales, poner fin al patriarcado... será una lucha de largo aliento”.

(jov)

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