Durante milenios, la respuesta fue muy simple: el ser humano se veía a sí mismo como la cima de la creación, porque solo nosotros podíamos crear arte, conversar, jugar al ajedrez, tirar bombas o pasar la aspiradora. Pero la inteligencia artificial y los robots están relativizando cada vez más nuestra aparente singularidad. ¿Qué define a las personas y su trabajo? ¿Puede una computadora ser creativa? ¿Y qué implica para nuestra sociedad que ya no podamos saber si nos estamos comunicando con un ser humano o con una inteligencia artificial? Los algoritmos también determinan nuestro comportamiento de consumo, escriben volúmenes llenos de poemas de amor, diagnostican el cáncer, controlan sistemas de armas en la guerra y conducen automóviles. El escritor Volker Strübing explora la relación entre humanos y robots. Junto con su IA Thekla, se centra en los valores internos: ¿qué significa la simulación de empatía o amor? ¿Y por qué negamos que una obra de arte lo sea en cuanto nos enteramos de su creación mecánica? El documental "Calculo, luego existo" examina aquellas áreas que estamos dispuestos a dejarle a la IA y aquellas en las que su uso nos desconcierta y nos molesta, desde robots dedicados a cuidados hasta IA que escriben textos teatrales.