Cambiando de hábito
22 de noviembre de 2016"Todavía no estamos acostumbrados”, confiesa Ramu, después de un largo silencio. La pregunta era si le gustaba su nuevo inodoro. La letrina, que conduce a dos grandes fosas en el suelo, fue construida hace dos semanas en el pequeño patio frente a su vivienda de un solo habitáculo en el poblado de Mothuka, a dos horas en coche de la capital india de Nueva Delhi. Pero Ramu, al igual que muchos de sus vecinos, no siempre usa la nueva instalación.
"La usamos la mayor parte del tiempo”, asegura su esposa Manji. Al igual que Ramu, tampoco tiene apellido. Ambos trabajan como jornaleros en la agricultura. En realidad, Manji está feliz de no tener que ir a buscar un lugar en la selva cercana para defecar cada vez que ella, o uno de sus cuatro hijos, tienen la necesidad. "Pero todavía es un poco extraño hacerlo tan cerca de tu esposo y de tus vecinos, ¿y si me oyen a través de la pared? Además, huele peor que al aire libre”, explica.
Ramu y Manji pertenecen a una pequeña minoría de hogares rurales indios, que poseen un inodoro construido con una subvención del estado. Más de 600 millones de personas defecan todavía al aire libre por falta de saneamiento. Esto no solo es una cuestión de riqueza, sino también de hábitos culturales, algo evidente si se compara la India con países vecinos más pobres como Bangladesh, donde casi nadie hace sus necesidades al aire libre. El objetivo es conseguirlo también en la India, y para ello el Primer Ministro, Narendra Modi, ha puesto en marcha un ambicioso programa conocido como Swachh Bharat Abhyan (en inglés, Clean India Mission).
En construcción
Desde el lanzamiento de la misión Swashh Bharat, en octubre de 2014, se han construido unos 18 millones de retretes. El gobierno ofrece un subsidio de 12.000 rupias (165 euros) por hogar para este propósito. En otros lugares, como en Mothuka, el comité del pueblo ha asignado un presupuesto para equipar cada casa con un inodoro. Es por eso que casi todo el pueblo se encuentra en obras. Muchas casas tienen una flamante cabina en su patio, con un sistema de saneamiento listo para ser instalado en el suelo. Otras casas solo poseen dos grandes fosas, que servirán para recoger los excrementos. La tubería será desviada al segundo agujero una vez el primero esté lleno. Después, el contenido de este último podrá utilizarse como fertilizante.
Para las personas que no tienen patio, el comité del pueblo ha construido un aseo comunitario y ha contratado a un limpiador para su mantenimiento. Construir un inodoro bajo el mismo techo, donde se come y se duerme, sigue siendo tabú en la India.
No obstante, construir los baños es solo el primer paso, según Upendra Singh, consultor del gobierno local para la implementación de Swachh Bharat. "Nuestro trabajo principal consiste en motivar a la gente para que use las instalaciones. La gente necesita querer usar un baño. Tiene que convertirse en una prioridad para ellos. Para ello, de alguna manera necesitamos cambiar sus hábitos”.
Una curiosa excursión
Una encuesta realizada en 2014 en más de 3.000 hogares rurales indios por el Instituto de Investigación para la Economía Compasiva (RICE, en sus siglas en inglés), desveló que el 40% de las personas que tienen un retrete en casa prefieren utilizar un campo abierto en su lugar. Para ellos, resulta más limpia esta opción que llenar una fosa con excrementos cerca de casa. Tener que vaciar el agujero, en una etapa posterior, es una gran preocupación (aunque se convierta en fertilizante sin olor). Otra cuestión es la escasez de agua para limpiar las letrinas. Aunque en su mayoría son hombres, las mujeres también han admitido preferir el aire libre para defecar. A pesar incluso de los problemas de seguridad, en ciertas regiones las mujeres utilizan esa salida como una de las pocas ocasiones para ausentarse de casa.
Para motivar a la gente, Singh y su equipo de motivadores regionales, que cubren 25 aldeas cada uno, van de puerta en puerta y educan en cuestiones fundamentales de higiene básica. "Lo hacemos de forma muy ilustrativa. Por ejemplo, les muestro cómo toco el estiércol de vaca, y luego les ofrezco un vaso de agua con la misma mano. Si reaccionan enojados, les explico que cuando defecan al aire libre, las moscas primero tocan sus excrementos y después su agua y alimentos”.
Vergüenza
Además de la repugnancia, la vergüenza también forma parte de las técnicas de motivación. Cada aldea tiene un comité de vigilancia, encabezado por un líder elegido por el pueblo, que todas las mañanas recorre las calles para atrapar a la gente infraganti. Algunos pueblos ricos incluso tienen cámaras instaladas para este propósito.
"Si lo haces en el campo de otra persona, te regañarán”, explica Vijay Vishwanath, de 20 años. "Es muy embarazoso”. Su madre, Tara, se encuentra en el patio y se ocupa de la limpieza de la vajilla. Su nuevo retrete está en construcción. Cuando se les pregunta por qué nunca habían construido un baño antes, ella dice: "somos gente pobre”. Sin embargo, detrás de ella, hay tres búfalos y una moto que cuestan tanto como tres baños. Su casa tiene dos plantas.
Más tarde, añade: "probablemente no era importante. Había sitio suficiente en la selva, pero después de la edificación de algunas oficinas y escuelas, el bosque ha desaparecido. Además, el gobierno presiona más hoy en día”.
Singh no se sorprende al oír hablar de una familia con una motocicleta estacionada, pero sin un sistema de saneamiento en casa. "Esto no es nada, he visto hogares donde la gente tiene dos coches, pero no tiene retrete”, exclama.
Sin embargo, es optimista y cree en el éxito del programa Swachh Bharat. "Simplemente tenemos que seguir visitando todos los pueblos, dar seguimiento a nuestras reuniones de motivación y escuchar todos los asuntos y preocupaciones de la población. Finalmente, la gente verá los beneficios”, afirma.
Aletta André