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¿UE y América Latina juntas contra el cambio climático?

9 de noviembre de 2017

La UE y América Latina sí trabajan juntas para mitigar el cambio climático. ¿Pero es suficiente? ¿De qué depende que esta asociación dé más de sí?

Honduras Frauen und Landwirtschaft
Imagen: Getty Images/AFP/O. Sierra

"A América Latina le va la vida en avanzar no tanto en la mitigación como en la adaptación a los golpes que sufre por el cambio climático", opina José Alberto Garibaldi, director general de Energeia, una organización no gubernamental mexicana especializada en energía limpia y cambio climático.

"Con respecto a Europa y Estados Unidos, que tienen estructuras con una alta huella de carbono, América Latina tiene una ventaja de la cual aún no es consciente: puede plantearse si quiere crear esas mismas estructuras o transitar directamente hacia otra cosa", planteaba Garibaldi, en una conferencia en el Parlamento Europeo. En ello, la UE puede ser una aliada clave.

Sí se ha avanzado

Cabe resaltar que la lucha contra el cambio climático está en la agenda birregional (que se aprueba siempre en las cumbres UE-CELAC). Fruto de ello son programas de cooperación, como EuroClima, lanzado en 2010.

Entretanto, en una segunda fase del proyecto, desde el acuerdo alcanzado en París en 2015 -con el compromiso asumido por todos los países latinoamericanos para reducir las actividades sensibles al cambio climático-, las tareas de este proyecto se concentran en ayudar a 18 países latinoamericanos a implementar sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs). 

De los 300 millones de euros de fondos europeos que están destinados a la cooperación regional en sostenibilidad ambiental y cambio climático, por lo pronto 80 son para EuroClima. 

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 ¿Tienen claro lo que quieren?

Si la meta de la UE está clara –reducir hasta 2030 al menos en un 40% las emisiones con respecto al nivel de 1990–, las metas de los países latinoamericanos varían mucho en su ambición. Brasil pretende reducirlas en un 43% comparado con las emisiones totales de 2005; Chile en un 30% comparado con 2007; México, 25% comparado con la proyección de lo que emitiría hasta el 2030 de no tomar ninguna medida. También hay algunos países que no han asumido compromisos más que por sectores. Varios de ellos proponen reducciones más altas en caso de tener asistencia internacional.

José Alberto Garibaldi, director de la ONG Energeia, de México.Imagen: DW/M. Banchón

Si bien es cierto que América Latina es responsable sólo del 10% de las emisiones mundiales (la UE del 25%), "la región es altamente vulnerable al cambio climático por su situación geográfica y su situación socio-económica", explica por su parte Grabriela Miño, de POLEA (Políticas y Legislación Ambiental). Por otro lado, la región concentra recursos naturales y gran potencial en energías renovables; cuenta con varias economías emergentes que aumentan sus patrones de consumo con un impacto medioambiental negativo. Y, en realidad, no hay una visión conjunta muy clara.

"Hay esquemas subregionales, con distintos énfasis", explica Garibaldi a DW. "La Alianza del Pacífico tiene más interés en mecanismos de intercambios de emisiones y en cómo generar mecanismos de inversión y financiamiento para  una transición hacia una economía baja en carbono y resiliente. Al Sistema de Integración Centroamericana (SICA) le interesa más cómo puede mejorar su capacidad de adaptación a los cambios climáticos que la están afectando mucho. Hay esquemas para los países amazónicos con varias propuestas para preservar los bosques", dice el especialista. Al proceso de armonización de las propuestas y las visiones confluyen también fondos europeos.

 Por ejemplo

Cartel de la conferencia en el Parlamento Europeo, Bruselas.Imagen: DW/M. Banchón

Según datos de la Comisión Europea, el 57% del total de bosques primarios está en América Latina, y se van perdiendo a un ritmo alarmante. El cambio del uso de la tierra genera un 49% de la emisiones. La cooperación europea enfoca un uso más apropiado de la tierra y la gestión sostenible de los ecosistemas y los bosques.

¿Pero es posible una gestión sostenible de los bosques cuando se trata de extraer recursos del subsuelo, destinados al mercado europeo por ejemplo?  "Vamos a tener que empezar a ver cómo es que sectores y el comercio internacional se tienen que empezar a volver más 'limpios'. Es otro largo trabajo que nos queda por hacer", puntualiza Garibaldi, que detecta muchos campos donde la UE y América Latina podrían colaborar más.

¿Pasa esto por poner más recursos en los programas de cooperación europeos? "No debe ser visto esto sólo como un esquema de cooperación y de recursos. Debe ser un esquema de metas compartidas. Qué y cómo lo vamos a hacer. Ambas partes tienen ciertos acervos y ventajas que pueden poner sobre la mesa. Ambas vamos a ganar si logramos enfrentar el problema. Pero hay que hacerlo rápido, porque no queda mucho tiempo", concluye Garibaldi.   

Autora: Mirra Banchón (VT)

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