Destacados meteorólogos e investigadores del clima advierten en forma cada vez más drástica de los efectos del calentamiento global. Ya está todo dicho, a juicio de Jens Thurau, quien insta a no perder el valor.
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Quien todavía haya esperado pruebas, las recibe ahora. Una vez más. Pocos días antes de la conferencia de Bonn sobre el cambio climático, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) afirma que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera aumentó como nunca antes en 2016. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advierte que las metas del acuerdo climático de París de 2015, en el mejor de los casos, llevarán a que la temperatura promedio suba tres grados, y no a que el aumento se limite a dos grados o menos. Y los analistas de "Thomson Reuters Financial & Risk" señalan que los 250 grupos empresariales más grandes del mundo son responsables de un tercio de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, materia en la que empresas de India, Rusia y Estados Unidos marchan muy adelante.
Son cifras dramáticas, ciertamente. ¿Se necesitan todavía más pruebas claras de las consecuencias del cambio climático? ¿O –para los incorregibles- de que este tiene lugar? Desde hace 29 años existe el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, en el que destacados investigadores compilan sus evaluaciones, una y otra vez. Se trata de cientos de expertos de todas las disciplinas: meteorólogos, oceanógrafos, sociólogos y expertos agrícolas.
Su diagnóstico indica, desde hace mucho tiempo, que el cambio climático es obra del ser humano, y avanza con creciente rapidez. Las medidas tomadas para contrarrestarlo no son suficientes. Las advertencias de los científicos han llevado, por lo menos, a que cada vez más países hayan resuelto tomar las primeras medidas contra el calentamiento global. Potencias emergentes como China e India ya no insisten –como lo hicieron durante muchos años- en que eran los países occidentales los causantes del cambio climático y, por eso, les correspondía combatirlo. Ahora también se han sumado a la tarea. Por lo menos.
La ignorancia de Donald Trump
Estados Unidos, en cambio, actúa a la inversa. El presidente Donald Trump es inmune a lo que digan los expertos. Da lo mismo que gobernadores promuevan activamente el desarrollo de las energías renovables, y que las ciudades y regiones contradigan a su presidente: Trump abandonó el acuerdo de París de 2015, que en el fondo es solo una compilación de los planes nacionales en materia de protección climática, insuficiente pero mejor que nada. Ya eso era demasiado para Trump, a quien no se podrá hacer cambiar de opinión en política ambiental.
Pero, al margen de la ignorancia de Trump, la comunidad mundial no tiene que esconder la cabeza en la arena. El acuerdo de París constituye una base sólida, las energías renovables ganan terreno en todo el mundo y muchos inversionistas dan la espalda al negocio de los combustibles fósiles. Además, a nivel global, las emisiones de gases de efecto invernadero no han aumentado en los últimos tres años. Un primer rayito de luz.
Tarea internacional
Sin embargo, el problema central persiste, pese a todas las advertencias científicas: una política consecuente contra el cambio climático escapa a los moldes políticos convencionales imperantes, sobre todo en los principales países que lo ocasionan. El abandono de los combustibles fósiles es arduo, afecta hábitos de vida y espanta a electores. Y no reporta éxitos perceptibles dentro de un período electoral. Por eso, una política clara contra el calentamiento global sigue siendo difícil y constituye una tarea internacional.
No sirve de nada asustarse de las nuevas cifras y constataciones alarmantes que siempre se presentan. El escenario para la lucha contra los gases de efecto invernadero está ahí, al igual que la conciencia. La ruta está trazada. Ahora no hay que rendirse. Pese a todas las informaciones terroríficas.
¿Cómo afecta el cambio climático a Latinoamérica?
Inundaciones y sequías son los efectos más visibles del calentamiento global. Junto a Henry Briceño, científico de la Universidad de Florida, revisamos los efectos del cambio climático en América Latina y el Caribe.
Imagen: picture-alliance/dpa/U. Anspach
Las dos caras del cambio climático
En algunas regiones de América Latina, las lluvias, el desbordamiento de los ríos y los deslaves golpean a la población y causan su evacuación y desplazamiento. En otras, largos periodos de sequía deja a la gente sin alimentos y pone en peligro la economía de los países. Henry Briceño, investigador de la Unversidad de Florida, EE. UU., nos explica las causas de este fenómeno.
Imagen: picture-alliance/dpa/I. Risco-Rodriguez
El círculo vicioso del Amazonas
Henry Briceño explica que el Amazonas “es uno de los bosques que mas captura el CO2 de la atmósfera. Lo fija en la vegetación reduciendo su capacidad de absorción, llevando a que este pulmón verde ya no pueda capturar los excesos que ya existen de CO2 en la atmósfera, contribuyendo a que se caliente aún más la atmósfera. Es un círculo vicioso”, dice.
Imagen: picture alliance /dpa/Prisma
Los Andes y sus hielos ya no tan eternos
"Bolivia, Ecuador, Chile, Perú, Colombia, e incluso Venezuela son de los más afectados por el derretimiento glaciar en Los Andes. Esto porque el suministro de agua de esas poblaciones dependen de la nieve que se acumula en el invierno, y no habiendo esta acumulación no hay agua para abastecer el consumo interno, el riego, y para que las plantas hidroeléctricas funcionen”, señala Briceño.
Imagen: picture alliance/dpa/Prisma
Ni una gota de lluvia
La prolongación de periodos sin lluvia es ocasionado por el desequilibrio que provoca el calentamiento global. "Tenemos periodos secos extensos y en otras zonas lluvias intensas por periodos más largos. Eso lleva a sequías como las que ha sufrido Brasil desde el 2010 a 2015, en el norte, mientras que en la costa argentina se registran inundaciones por lluvias copiosas".
Imagen: picture-alliance/dpa/M. Ochoa
Sequía en la selva amazónica
Para el académico de la Universidad de Florida, “en general en Brasil, Colombia, Perú, Venezuela, Guyana, Bolivia y Ecuador hay problemas de largos periodos de sequía en la Amazonía, algo que mata a los bosques tropicales. Como consecuencia también se produce la desaparición de especies”.
Imagen: picture alliance/dpa/Demotix
Inundaciones múltiples
Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador han sido víctimas de intensas lluvias durante este año. Cientos de personas han perdido sus hogares por el desborde de ríos y acumulación de agua. Las imágenes de zonas colapsadas por el agua se comienzan a repetir más de lo normal, debido a que con el calentamiento global "se alimentan los extremos de los procesos climáticos".
Imagen: picture alliance/dpa/AP Photo
La llegada de los huracanes "monstruo"
La potencia de los últimos huracanes es producto del calentamiento global. Irma y Harvey son una muestra de lo que ocurrirá en adelante. "Al calentarse la atmósfera, el mar también aumenta su temperatura, dándole más energía a las tormentas", explica el experto de la Universidad de Florida. En la foto se aprecian los efectos del paso de Irma por Cuba.
Imagen: picture alliance/dpa/AP Photo/J. Balan
Expansión de enfermedades tropicales
Hay diferentes vectores que hace que enfermendades como la malaria y el dengue se expandan. Los mosquitos que transmiten estas enfermedades tiene un área mucho más amplia donde reproducirse y sobrevivir gracias al calentamiento global. "Aparecen enfermedades tropicales donde antes no las había, igual que la aparición de hongos y animales como especies invasivas", indica Henry Briceño.
Uno de los afectados silenciosos son los corales, que están muriendo en todos los oceanos debido al calentamiento del agua. "Al morir los corales, se muere el sustento de comida de muchas especies de peces, que son parte de la dieta de quienes viven en esas zonas. Eso sin mencionar que el turismo disminuye porque dejan de ser sectores atractivos", afirma Henry Briceño.
Uno de los aspectos que hasta ahora parece ignorarse es la desaparición de ciudades completas producto del aumento del mar o de la destrucción de los huracanes. “Me pregunto qué vamos a hacer con los millones de personas que en 30 años van a ser refugiados porque sus ciudades costeras ya no existen”, reflexiona Briceño. En la foto, damnificados por el paso de Irma en República Dominicana.
Imagen: picture-alliance/dpa/AP/T. Fernandez
¿Está preparada Latinoamérica?
El experto de la Universidad de Florida Henry Briceño pone acento en las medidas que se deberían tomar en América Latina frente al problema. "Sin duda, algunos países van en la dirección correcta, pero hay otros, como Brasil, que se niegan a resoluciones fundamentales como evitar deforestar el Amazonas. Hay que esperar que el Acuerdo de París ayude a que trabajemos en una misma dirección".