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Cambio climático: rendirse no es opción

1 de noviembre de 2017

Destacados meteorólogos e investigadores del clima advierten en forma cada vez más drástica de los efectos del calentamiento global. Ya está todo dicho, a juicio de Jens Thurau, quien insta a no perder el valor.

Oberhausen Kokerei Schwelgern
Imagen: Getty Images/L. Schulze

Quien todavía haya esperado pruebas, las recibe ahora. Una vez más. Pocos días antes de la conferencia de Bonn sobre el cambio climático, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) afirma que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera aumentó como nunca antes en 2016. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advierte que las metas del acuerdo climático de París de 2015, en el mejor de los casos, llevarán a que la temperatura promedio suba tres grados, y no a que el aumento se limite a dos grados o menos. Y los analistas de "Thomson Reuters Financial & Risk" señalan que los 250 grupos empresariales más grandes del mundo son responsables de un tercio de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, materia en la que empresas de India, Rusia y Estados Unidos marchan muy adelante.

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Son cifras dramáticas, ciertamente. ¿Se necesitan todavía más pruebas claras de las consecuencias del cambio climático? ¿O –para los incorregibles- de que este tiene lugar? Desde hace 29 años existe el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, en el que destacados investigadores compilan sus evaluaciones, una y otra vez. Se trata de cientos de expertos de todas las disciplinas: meteorólogos, oceanógrafos, sociólogos y expertos agrícolas.

Su diagnóstico indica, desde hace mucho tiempo, que el cambio climático es obra del ser humano, y avanza con creciente rapidez. Las medidas tomadas para contrarrestarlo no son suficientes. Las advertencias de los científicos han llevado, por lo menos, a que cada vez más países hayan resuelto tomar las primeras medidas contra el calentamiento global. Potencias emergentes como China e India ya no insisten –como lo hicieron durante muchos años- en que eran los países occidentales los causantes del cambio climático y, por eso, les correspondía combatirlo. Ahora también se han sumado a la tarea. Por lo menos.

La ignorancia de Donald Trump

Jens Thurau

Estados Unidos, en cambio, actúa a la inversa. El presidente Donald Trump es inmune a lo que digan los expertos. Da lo mismo que gobernadores promuevan activamente el desarrollo de las energías renovables, y que las ciudades y regiones contradigan a su presidente: Trump abandonó el acuerdo de París de 2015, que en el fondo es solo una compilación de los planes nacionales en materia de protección climática, insuficiente pero mejor que nada. Ya eso era demasiado para Trump, a quien no se podrá hacer cambiar de opinión en política ambiental.

Pero, al margen de la ignorancia de Trump, la comunidad mundial no tiene que esconder la cabeza en la arena. El acuerdo de París constituye una base sólida, las energías renovables ganan terreno en todo el mundo y muchos inversionistas dan la espalda al negocio de los combustibles fósiles. Además, a nivel global, las emisiones de gases de efecto invernadero no han aumentado en los últimos tres años. Un primer rayito de luz.

Tarea internacional

Sin embargo, el problema central persiste, pese a todas las advertencias científicas: una política consecuente contra el cambio climático escapa a los moldes políticos convencionales imperantes, sobre todo en los principales países que lo ocasionan. El abandono de los combustibles fósiles es arduo, afecta hábitos de vida y espanta a electores. Y no reporta éxitos perceptibles dentro de un período electoral. Por eso, una política clara contra el calentamiento global sigue siendo difícil y constituye una tarea internacional.

No sirve de nada asustarse de las nuevas cifras y constataciones alarmantes que siempre se presentan. El escenario para la lucha contra los gases de efecto invernadero está ahí, al igual que la conciencia. La ruta está trazada. Ahora no hay que rendirse. Pese a todas las informaciones terroríficas.

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