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Caravana de migrantes: el éxodo de los marginados

Martin Reischke
24 de octubre de 2018

Hace más de una semana que la caravana de migrantes está en camino hacia el norte. Los migrantes desconfían de las autoridades y le temen a una posible deportación.

Caravana de migrantes.
Caravana de migrantes.Imagen: Getty Images/AFP/P. Pardo

Durante cuatro días, miles de personas permanecieron en el puente que une la ciudad fronteriza de Tecún Umán, en Guatemala, con Ciudad Hidalgo, en México. Esperaban que los mexicanos abrieran la frontera, pero el domingo continuaba cerrada. A pesar de ello, los migrantes siguieron avanzando hacia el norte.

En vez de esperar el consentimiento de las autoridades migratorias, los entre tanto más de 5.000 migrantes cruzaron el río Suchiate en pequeñas balsas de madera. Ahora más de 1.000 personas están acampando en la plaza de Ciudad Hidalgo, en la frontera sur de México.

Ya es tarde, y uno de los últimos grupos de la larga caravana quiere continuar con la travesía. Pero todo tiene que transcurrir en orden. "El que cause problemas lo sacamos y se lo entregamos a la policía fronteriza”, dice Javier, un hombre corpulento con rizos oscuros. "A veces sucede, y nosotros queremos avanzar en paz”. La caravana se pone en movimiento y toma la ruta hacia el norte.

Como la mayoría de las personas que la integran, Javier es de Honduras. Este es el éxodo de los marginados, porque en los países centroamericanos no hay futuro para ellos. "Hemos emprendido este viaje, porque queremos una vida mejor”, dice. Honduras no se la puede ofrecer, ya que es uno de los países más pobres de América Latina y uno de los más violentos a nivel mundial. "Era jornalero y la mayoría del tiempo no tenía trabajo, por eso decidí irme”, dice Javier.

Migrantes de Honduras rumbo a Estados Unidos.Imagen: DW/M. Reischke

Ya ha pasado más de una semana. Al principio solo eran un par de cientos, ahora hay más de 5.000 migrantes que caminan tranquilos y pacíficamente. Todos tiene el mismo objetivo: llegar a Estados Unidos. Guatemala ya quedó atrás, y las autoridades mexicanas ya no parecen interponerse en su camino. Mientras tanto, el presidente de estadounidense, Donald Trump, amenazó con enviar a los militares si la caravana llega a la frontera con Estados Unidos.

Tres filas por detrás de Javier camina Joselyn, una muchacha que tomó a su bebé de tan solo once meses de edad y emprendió con el esta travesía. "Aquí, todos caminamos juntos y nos ayudamos entre nosotros”, dice Joselyn mientras señala a Javier, quien carga a su hija. Joselyn, de 28 años de edad, espera tener una mejor vida en Estados Unidos. "Hui del desempleo y de la violencia que se vive en Honduras", dice.

Joselyn y su grupo caminan lentamente hacia el norte. Una gran parte de la caravana ya ha llegado a Tapachula, la próxima parada a su largo viaje. Se han instalado en el Zócalo, la plaza central de la ciudad. El estado de ánimo del grupo es tranquilo y relajado, aunque no todos deben estarlo, ya que no tienen visa para estar en México. Sin embargo, los policías no han detenido a nadie, son más amigables y los dejan pasar.

Hace unos días el panorama era muy distinto. La policía mexicana usó gas lacrimógeno contra los migrantes que estaban varados en el estrecho puente entre Guatemala y México. Según algunos miembros de la caravana, algunos ya habían sido deportados a Honduras en ocasiones anteriores.

El miedo a la deportación está presente, pero la caravana sigue rumbo a Huixtla, al norte de Tapachula.

(bt/er)

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