Caravana migrante: jefe del Pentágono llega a la frontera
15 de noviembre de 2018
El secretario de Defensa de EE. UU. visitó a las tropas en la frontera, cuya misión es evitar la entrada de los migrantes. Es el mayor despliegue militar en la frontera desde la Revolución Mexicana.
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El secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, viajó a la localidad texana de McAllen, en la frontera sur, para conocer el estado de los cerca de 5.900 soldados desplegados en la zona. La misión de las tropas es impedir la entrada al país de las caravanas de migrantes que recorren México. El jefe del Pentágono visitó a las tropas y defendió ante los periodistas el despliegue ordenado por Trump.
"Quiero ver cómo están las tropas que han sido desplegadas en apoyo del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés) y de los agentes de la Patrulla Fronteriza", explicó Mattis a los reporteros en el avión militar que le llevó a Camp Donna, a las afueras de McAllen.
Mattis se desplazó al sur de Texas, donde hay 2.800 de los 5.600 soldados en activo desplegados. Los otros están en Arizona (1.500) y California (1.300).
La ley impide a los cuerpos militares participar en la detención de civiles, así que no pueden arrestar a inmigrantes sin papeles. Sus tareas son básicamente de apoyo logístico.
Está previsto que los soldados estén allí hasta el 15 de diciembre, aunque esa fecha podría cambiar.
Despliegue histórico
Se trata del mayor despliegue militar en la frontera desde la Revolución Mexicana. El número de soldados en activo es, además, más del doble de los 2.000 que hay en Siria luchando contra el Estado Islámico.
Junto a ellos hay además 2.100 miembros de la Guardia Nacional -un cuerpo de voluntarios que sirve de reserva al Ejército-. Fueron enviados en abril por Trump ante la llegada de otra caravana.
Este martes (13.11.2018) llegaron a Tijuana, que hace frontera con el estado estadounidense de California, más de 350 migrantes de la caravana más avanzada que atraviesa México.
Mattis, no obstante, admitió que "ciertamente" se trata de "una misión no tradicional" puesto que se desarrolla en suelo estadounidense, por lo que advirtió a los militares: "Los ojos del mundo están puestos en ustedes", dijo.
Mattis recalcó que la mayor parte de los militares desplazados a la región pertenecen a cuerpos de ingenieros que, bajo ninguna circunstancia, se implicarán en tareas de detención de migrantes.
"No preveo que el personal militar entre en contacto directo con los migrantes", concluyó el secretario de Defensa.
DG (efe, dpa)
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La larga marcha de los migrantes latinos hacia EE. UU.
Luego de caminar miles de kilómetros para llegar a la frontera con EE. UU., los migrantes se topan allí con un cerco de ocho metros de altura, de acero u hojalata. Para ellos, simboliza rechazo y discriminación.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
Ocho metros hasta EE. UU.
Se estima que el cerco que conforma la frontera entre México y EE. UU. tiene ocho metros de altura. Los migrantes quieren cruzarla cueste lo que cueste, ya que sueñan con poder llevar una vida digna en ese país. Pero detrás de la frontera los espera la política represiva de Donald Trump, que, como casi ningún otro gobierno estadounidense, continúa azuzando a la gente con su discurso antimigración.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
El ingreso ilegal a la "Tierra prometida"
Uno de los migrantes ha logrado cruzar la frontera y llegar a EE. UU. Pero si podrá permanecer allí, está por verse. Si las autoridades de EE. UU. lo atrapasen, sería deportado de inmediato a México.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
Poco antes del salto hacia una nueva vida
Luego de miles de kilómetros de caminata, solo una pared de hierro separa a los migrantes de su meta. Cruzar el cerco requiere de mucha energía y valor, que ellos ya tuvieron al tomar la decisión de irse de su país en pésimas condiciones. Viajan en grandes grupos, para poder defenderse de la violencia de bandas criminales que aprovechan su indefensión.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
"Somos mexicanos, somos imparables"
Así reza este cartel, en la playa de Tijuana, insuflando coraje a los que se van de México y de países centroamericanos hacia EE. UU., en busca de un futuro mejor. Desde hace generaciones, personas de Centro- y Sudamérica intentan ingresar a EE. UU. desde México para quedarse a vivir y a trabajar allí.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
Cerco de hojalata
Esta parte de la frontera México-EE. UU. aún deja mucho que desear, como lo demuestra la hojalata de la que está hecha. Pasar al otro lado no parece ser tarea difícil para muchos de los que lo intentan.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
Miedo a la invasión
No es un sitio en guerra, sino solo el punto geográfico donde termina EE. UU. y comienza México, en San Diego, California. Esa gran ciudad en la frontera es a menudo un foco de atención debido al temor que tiene EE. UU. de que entren migrantes a través de ella. Por eso reforzaron la zona limítrofe con cientos de soldados y con cercos de alambre de púas.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
Agotamiento después del viaje
Estos migrantes no pueden más: luego de la caminata de miles de kilómetros, tratan de dormir donde y como pueden. Aquí, en Juchitán de Zaragoza, la gente descansa en el suelo, a falta de alojamiento. Luego de una corta pausa, seguirán su largo camino hacia EE. UU., con la esperanza a prueba de todo, y luchando por llegar a cumplir su sueño.
Imagen: Getty Images/S. Platt
La caravana de la pobreza
Al igual que llegaron los migrantes en 2015 desde Siria o Irak, a través de las autopistas austriacas, hasta Alemania, esta caravana marcha por las rutas de México en dirección a la frontera con EE. UU. La mayoría de los migrantes provienen de países donde reinan la corrupción, la pobreza y la violencia, como Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador.