Caravana retoma su marcha hacia EE.UU. de forma dispersa
11 de noviembre de 2018
A pesar de que utilizaron para agruparse su parada en Ciudad de México, donde fueron llegando desde el pasado domingo, los integrantes de esta masiva movilización, que suma unas 5.000 personas, volvieron a separarse.
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De manera dispersa, la caravana de migrantes centroamericanos retomó este sábado (10.11.2018) su marcha rumbo al norte convencida de llegar a Tijuana, lugar desde el cual quieren pedir asilo a Estados Unidos pese a que el presidente de ese país, Donald Trump, ha endurecido este trámite.
A pesar de que utilizaron para agruparse su parada en Ciudad de México, donde fueron llegando desde el pasado domingo, los integrantes de esta masiva movilización, que suma en total unas 5.000 personas, volvieron a separarse en su camino hacia EE.UU.
El grupo más grande de la caravana, formado por unas 4.000 personas, abandonó hoy las instalaciones del centro deportivo Magdalena Mixhuca, ubicado en el este de la capital, y volvió a ponerse en marcha rumbo a Querétaro, capital del estado homónimo. El mismo paso lo dio el viernes un grupo más reducido de migrantes, quienes anoche durmieron en Querétaro y hoy decidieron continuar hasta Guadalajara, capital del estado de Jalisco.
Las divisiones
En la asamblea celebrada el pasado jueves, en la que participó toda la caravana, se decidió, por votación a mano alzada, salir de la capital el viernes y seguir la ruta que lleva a Tijuana, sin dejar "a nadie atrás" y al ritmo que marcaran mujeres y niños.
No obstante, unas horas después se acordó que se quedarían un día más en Ciudad de México; una decisión que fue rechazada por un grupo de mil personas, la mayoría de ellos hombres jóvenes, que optó por salir de la capital antes.
El Estadio La Corregidora, en el sureste de Querétaro, ha sido el punto que las autoridades del estado han puesto a disposición de los migrantes. Además, se habilitó un albergue en el municipio de San Juan del Río, para brindar alimento, descanso y servicio médico a los integrantes de la caravana.
Para llegar, los migrantes, quienes se repartieron en pequeños grupos, tuvieron que recorrer algunos tramos a pìe, y otros tras pedir viajes en autobuses, camiones y otros vehículos.
CT (EFE, dpa)
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¿Por qué huir de Honduras?
Ante la ola de personas que emigran en busca de un futuro mejor, cabe preguntarse el porqué de esa difícil decisión. A continuación, algunas imágenes que narran el contexto en el que viven miles de hondureños.
Imagen: DW/Aitor Saez
Periferia de Tegucigalpa
Según datos oficiales, el año pasado se registraron 588 asesinatos en la capital hondureña. Es decir, que la tasa de homicidios cayó a 85,09 asesinatos por cada 100.000 habitantes. En un año Tegucigalpa pasó del cuarto puesto al 36 de las ciudades más peligrosas del mundo.
Imagen: DW/Aitor Saez
Patrullaje
Una camioneta de la policía patrulla las calles de la colonia 28 de marzo, "La 28", es uno de los diez barrios más peligrosos de Tegucigalpa. El crimen se ha reducido en esta zona gracias a la iniciativa de "Policía Comunitaria", que consiste en realizar actividades recreativas con los vecinos en lugar de hacer uso de la fuerza.
Imagen: DW/Aitor Saez
"Casas locas"
Varios agentes acceden a una "casa loca", nombre con que se conoce a las viviendas que las Maras utilizan para torturar y ejecutar a sus víctimas.
Imagen: DW/Aitor Saez
Lucha contra la corrupción policial
Otra de las claves de la disminución de la violencia fue la depuración de la Policía. Se separó del cuerpo policial a 4.500 agentes sospechosos de estar involucrados con el crimen organizado.
Imagen: DW/Aitor Saez
Persecución a la extorsión
Las maras han transformado sus actividades criminales: del asalto y el secuestro al narcomenudeo y la extorsión. La Policía ha centrado esfuerzos en perseguir este último delito, que considera origen de otras formas de violencia. Algunas ONG, sin embargo, denuncian detenciones arbitrarias.
Imagen: DW/Aitor Saez
"Mara o muerte"
José, exmiembro de la Mara 18, borró de su cuerpo el tatuaje de la pandilla, pero no las secuelas por haber asesinado a ocho personas. Tras el asesinato de su hermano, se metió a la pandilla como única solución para proteger a su familia. Ahora quieren matarlo los familiares de sus víctimas, bandas rivales y su expandilla, castigo que aplican a aquellos que abandonan a “la familia”.
Imagen: DW/Aitor Saez
Refugio de expandilleros
Unos 80 expandilleros se esconden en el Proyecto Victoria, una de las pocas iniciativas de reinserción de ex mareros. Esta iniciativa se ubica en medio de la montaña con el objetivo de evitar que sean localizados por sus "exhermanos".
Imagen: DW/Aitor Saez
Mareros desde niños
Jesús entró a la Mara 18 cuando tenía tan sólo diez años. Todo empezó como un juego con tareas de vigilancia menores hasta que empuñó un arma. “No tengo miedo a la muerte... Si pensara que voy a morir, nunca estaría tranquilo”, asegura sobre la amenaza de salir de la pandilla.
Imagen: DW/Aitor Saez
Víctimas escondidas
A su hijo de 12 años lo violaron y golpearon durante dos años. Era la cruel forma en que la Mara de su barrio reclutaba a las personas. Cuando su madre denunció lo acontecido, la Mara los amenazó de muerte, motivo que los obligó a abandonar su hogar. Ahora la familia vive escondida en un hostal y sin poder abandonar la habitación desde hace seis meses.
Imagen: DW/Aitor Saez
Cuatro disparos
La agente Medrano se incorporó a la Policía con 20 años. En ocho años ha recibido cuatro disparos de bala. En una ocasión, tuvo que esconderse en un contenedor para salvar su vida. Aun así, no teme a las pandillas.
Imagen: DW/Aitor Saez
Los barberos de la Mara
Estos dos jóvenes abrieron su propia peluquería y al poco tiempo fueron obligados por la Mara de su barrio a ser sus barberos. Uno de ellos vivió una balacera con la policía mientras que le cortaba el cabello a un pandillero. Ahora su abuela los acompaña a todas partes como protección. “Si estoy yo, una anciana, no los van a matar”, dice.
Imagen: DW/Aitor Saez
Huir o morir
Los jóvenes rezan antes de emprender su viaje a Estados Unidos. Tuvieron que cerrar su peluquería por temor a los pandilleros. Debido a las amenazas, no pueden salir de su casa ni trabajar en otro lugar. “Quiero trabajar tranquilo, tener libertad y desde allí ayudar a mi familia”, aseguró uno de ellos sobre el motivo de su emigración.
Imagen: DW/Aitor Saez
Las mujeres, con mayor riesgo
Esta mujer llora al recordar las siete ocasiones en que ha tratado de llegar a EE. UU. En una de ellas la deportaron en la misma frontera estadounidense. Trata de huir de los maltratos de su exmarido y de la pandilla a la que este pertenece. En su último viaje se llevó a sus tres hijos pequeños, pero fueron detenidos por las autoridades mexicanas por una alerta migratoria de su propio exmarido.