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Carla del Ponte: “La paz necesita justicia”

José Ospina Valencia14 de diciembre de 2007

La fiscal del Tribunal Penal Internacional para ex Yugoslavia se retira de su cargo como justiciera de criminales de guerra y transgresores de los Derechos Humanos. Del Ponte asume la embajada de Suiza en Argentina.

Carla del Ponte: En nombre de las Naciones Unidas y las víctimas del crímen y la injusticia.Imagen: AP

El mundo no es tan pacífico como lo es presumiblemente el entorno de la mayoría de personas de nuestros lectores. En alguna parte de la Tierra se prepara en estos momentos un terrorista para atentar contra otras personas, en su mayoría civiles. A esta hora también se libran combates, se oprime, se maltrata, se desplaza, se mutila con bombas anti-persona, se hiere y asesina.

La caída del Muro de Berlín y la Cortina de Hierro abrió una era más pacífica en Europa, más no en América Latina, África o en partes de Asia. Mientras los europeos superaron la confrontación violenta de las ideologías, en América Latina algunos grupos y hasta estadistas siguen anquilosados o presos de ideologías fracasadas en la vida real y liquidadas por la historia. Son muchos aún los que hoy quieren imponer sus ideas por la fuerza de las armas y hacen de la intolerancia un credo destructivo, sea político, religioso o militar.

No paga agredir, ni desplazar, ni matar

Pero mientras los unos generan injusticias, otros luchan porque los violentos sean llevados ante tribunales y reciban el castigo que merecen. La suiza Carla del Ponte es un símbolo de la institucionalización de la justicia en el mundo. Como fiscal principal del Tribunal Penal Internacional para Crímenes de Guerra cometidos en la antigua Yugoslavia y en un corto tiempo del de Ruanda, Del Ponte no sólo se hizo popular como personaje sino que elevó la causa a una conciencia universal: no paga agredir a las minorías, no paga desplazar, no paga matar, ni por una ideología ni por nada que se tenga por justo.

El trabajo de Carla del Ponte en el Tribunal Penal Internacional para ex Yugoslavia, que ahora después de 8 años concluye, era más que identificar a los criminales de lesa humanidad o establecer la culpa y las responsabilidades. Su trabajo como imbatible fiscal, a pesar de las amargas derrotas, fue un trabajo por la paz. No puede haber paz si las víctimas de la injusticia no son apoyadas por el Estado y la sociedad civil en la búsqueda y aplicación de las leyes contra el crimen.


La ruptura de un tabú

Con la captura de Slobodan Milosevic, ex presidente de Yugoslavia, Carla del Ponte logró un hecho sin precedentes: llevar al banquillo de una Corte Internacional a un ex jefe de Estado. El mensaje no podía ser más claro: todo criminal de guerra, todo autor de crímenes de lesa humanidad, sea general o jefe de un grupo ilegal, sea un jefe de Estado o un civil, puede ir a parar ante un tribunal internacional.

Hasta los tiranos, terroristas y transgresores de los Derechos Humanos eran protegidos por las fronteras de sus propios países. Ese tabú fue roto por el Tribunal Penal Internacional y Carla del Ponte fue una de las más visibles arquitectas de tan valioso logro, no sólo para las víctimas, sino para la toda la civilidad.

La existencia del Tribunal Internacional y el trabajo de Carla del Ponte y todos sus colaboradores ha sido un “triunfo de la humanidad”, pero además una victoria de la razón. Un trabajo que tendrá que ser aún reforzado con la voluntad de los ciudadanos y Gobiernos que aún dudan en apoyar el loable Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, la capital de Holanda.

Implacable contra los criminales, solidaria con las víctimas

“Sólo he estado al servicio de la ley”, dijo alguna vez la abogada y juez Carla del Ponte, que le hizo la vida imposible a los lavadores de dinero en Suiza, a los mafiosos en Europa, a los criminales de guerra en la antigua Yugoslavia, a los homicidas y genocidas, pero también a los autores políticos o intelectuales del crimen. Sus enemigos ganados a punta de buen trabajo, la llegaron incluso a llamar “Carlita, la peste”.

Del Ponte trabajó muy de cerca con el juez italiano Giovanni Falcone, asesinado brutalmente por la mafia. Ella misma sufrió un atentado en 1989 del que escapó por un pelo. También adelantó investigaciones contra el hermano del ex presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari, por lavado de dinero y corrupción en los círculos presidenciales de los años 80 y 90. Lo mismo hizo contra el ex presidente ruso Boris Jelzin y muchos otros.

Su coraje le trajo varios premios internacionales, entre ellos el Premio alemán de la Paz de Westfalia en 2002.

Carla del Ponte es una suiza de ascendencia italiana que vino al mundo en 1947, en el poblado de Bignasco, en el plácido cantón helvético de Tessin.

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