Caso Weinstein: “Las estructuras de poder no han cambiado"
24 de octubre de 2017DW: Lo que se presenta en los medios de comunicación en relación con el caso de Harvey Weinstein es un modelo de hombre que, gracias a su posición de poder, se permite hacer lo que quiere. ¿Cuán difundida está esa imagen?
Rolf Pohl: Este caso demuestra cuán presente está esa imagen, en realidad antigua, del poderoso que consigue todo lo que quiere. Las estructuras subyacentes evidentemente no se han modificado ni han desaparecido.
El productor hollywoodense Weinstein era un peso pesado de la industria cinematográfica y tenía gran influencia. ¿Qué papel desempeña en este asunto el poder?
Esa posición de poder lleva a tener la sensación de que se puede hacer lo que se quiera.
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Opinión: Hollywood está en todas partes
A todas luces, todo Hollywood sabía del comportamiento sexista de Weinstein. Circulaban chistes al respecto y se dice que en su empresa se advertía a las nuevas empleadas que se cuidaran de él. ¿Es este un asunto específicamente sexual o el problema radica en la existencia de un sistema cerrado?
Ambas cosas no pueden separarse, porque las estructuras del sistema generan una masculinidad ligada con el poder. Y todos se dan cuenta de que hay encubrimiento. Es un tipo especial de hombre que ve en los espacios de ese sistema un coto de caza sexual.
A las víctimas se les ha reprochado haber aceptado el sexo en aras de avanzar en sus carreras. ¿Dónde está el límite que marca la diferencia con un abuso sexual?
Cuando alguien dice "no”, y romper esa resistencia es visto como un desafío deportivo y termina imponiéndose por la fuerza. Muchas mujeres al parecer estuvieron ante un dilema al verse confrontadas al inicio de sus carreras con este individuo poderoso, y guardaron silencio por vergüenza; también por vergüenza propia.
El director cinematográfico Quentin Tarantino reconoció haber sabido lo que ocurría, y haberlo minimizado. ¿Hay en estos casos una especie de solidaridad masculina?
Temo que siga existiendo este compadreo masculino, igual que antes. No es que se trame algo en conjunto, sino que, a posteriori, se banaliza, tal vez sobre la base de la propia actitud frente a las mujeres. Se atribuye más importancia a la amistad entre hombres que a la supuesta bagatela de manosear a una mujer.
En principio se trata de una complicidad, aunque no se la repudie socialmente. Hasta el presidente estadounidense ha dicho que, como poderoso, es legítimo meter la mano entre las piernas de una mujer.
Algunas mujeres que se vieron en esta situación con Weinstein no cedieron y se marcharon, entre ellas Gwyneth Paltrow. ¿Cómo no surgió en estos casos el impulso de advertir a otras mujeres?
Eso es algo que tampoco yo entiendo. Las mujeres no son necesariamente mejores personas, tampoco en lo tocante a la forma de enfrentar estas situaciones. En este silencio de años participaron todos, lo cual es dramático. Pero las primeras víctimas de este sistema fueron y son mujeres.
También la élite masculina de Hollywood tenía una relación de dependencia con Weinstein. ¿Explica eso su silencio?
Hay por una parte un aprovechamiento sexual de las relaciones de dependencia y, por otra, un aspecto laboral, eso sí con una frontera difusa con el compadreo.
¿Cómo evalúa las reacciones en todo el mundo, incluyendo la masiva propagación del hashtag #MeToo?
La cantidad de reacciones no me sorprende, porque las estructuras de poder que una y otra vez generan este sexismo no se han modificado sustancialmente. En cuanto a la relación entre los sexos no nos hemos vuelto tan modernos como creemos.
Rolf Pohl es profesor emérito de psicología social de la Universidad Libnitz de Hannover.
Entrevista: Torsten Landberg (ERS/CP)