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Caspar David Friedrich: lo intangible en la pintura

Mirra Banchón14 de junio de 2006

Un éxito rotundo ha resultado la exposición sobre el pintor alemán "Caspar David Friedrich - La invención del Romanticismo", que el Museo Folkwang de la ciudad de Essen presenta orgulloso del 5 de mayo al 8 de agosto.

Mujer en la aurora de Caspar David FriedrichImagen: Museum Folkwang

Con 80 pinturas y más de 100 trabajos sobre papel a los que se suman sepias y acuarelas, la mayor retrospectiva que se ha hecho sobre el pintor romántico alemán por excelencia ha atraído hasta el momento a más de 100.000 visitantes. Préstamos de los museos de Berlín, Dresde, Hamburgo y San Petersburgo, así como de numerosas colecciones colecciones privadas, hacen posible esta muestra.

La idea básica del Romanticismo

Contraponiéndose a la concepción de Romanticismo que se manosea en los medios -por la creciente individualización y el esteticismo de esta época-, el Museo Folkwang pretende enfocar las ideas básicas de la época temprana del movimiento artístico que marcó el siglo XIX europeo. "En una realidad bastante desencantada persigue el romántico la unidad, la totalidad y cuestiona el sentido de la vida, creando un mundo opuesto a la creciente uniformidad y normalidad de la burguesía", explica el curador de la exposición.

Caspar David Friedrich

Caído en el olvido ya en vida por la aparición y difusión del Realismo, Caspar David Friedrich fue redescubierto entrado ya el siglo XX y entronizado como uno de los pintores centrales del movimiento romántico en Europa. Viajero incansable y de carácter más bien tímido, Caspar David Friedrich (Greifswald 1774-Dresde 1840) encarna el mito del artista atormentado.

La cruz en las montañas (El altar de Tetschen)Imagen: Museum Folkwang

Sexto en una familia de diez hijos y huérfano de madre a los siete años, Caspar David vivió desde los 13 años con el remordimiento de que su hermano Johann Christoffer muriera intentando salvarlo a él del agujero en el hielo en donde se había caído patinando. Según sus biógrafos, este sentimiento de culpa aportó en mucho a la tendencia depresiva que lo acompañó siempre, y lo llevó en 1803 a intentar suicidarse.

Vivió en el centro del pulso romántico de la ciudad de Dresde; fue amigo de Kleist y admirado por Johann Wolfgang von Goethe; entre sus patrocinadores se encontraban el zar Nicolás I de Rusia y Federico Guillermo de Prusia. Y a pesar de haber sido sido un artista admirado y reconocido, miembro de la Academia de Berlín y Dresde, las melancolía jamás lo abandonó y Caspar David Friedrich acaba su vida con la mano paralizada y en el aislamiento total

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El Mar GlacialImagen: Museum Folkwang

Grandes obras presentes

La muestra de Essen se precia de tener los más famosas obras del pintor alemán, aquellas que todo escolar debe conocer, como Peñascos en Rüge o Caminante sobre un mar de niebla: cuadros que uno nunca sabe si son tristes o alegres, por la fascinante capacidad de Friedrich para jugar con los ánimos en sus paisajes.

La melancolía que Friedrich maneja y plasma en su obra se fundamenta en la concepción de la vida como un valle de lágrimas, pasajero. En su manera de ver, el arte debía mediar entre las dos obras divinas: el hombre y la naturaleza. Al acercarse a la belleza de la naturaleza, el artista no la reproduce, lo que plasma en el lienzo es más bien lo intangible, la percepción metafísica. Esto último, dicen los críticos, se manifiesta sobre todo en la sensación de infinito que produce la perspectiva de sus obras.

Lo terreno por lo divino

A pesar de todo éxito que este pomerano decimonónico conoció a profundidad, su obra jamás la reflejó. Es más, la belleza de sus cuadros no le era importante, fundamental era transmitir conceptos tales como contraposición de la fugacidad de lo terreno y la eternidad de lo divino: "para vivir eternamente, hay que entregarse a menudo a la muerte": Um ewig einst zu leben, muss man sich oft dem Tod ergeben.

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