Otra ronda de escalada entre Madrid y Barcelona: el primer ministro Rajoy limitará la autonomía de Cataluña y destituye al Gobierno catalán. El sueño de independencia se convierte en una pesadilla, opina Barbara Wesel
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Unos cientos de miles de personas salieron el fin de semana a las calles de Barcelona después de que el primer ministro español, Mariano Rajoy, anunciase la destitución del Gobierno catalán. Difícilmente podría haberlo evitado tras las maniobras del presidente regional, Carles Puigdemont. A pesar de todos los errores políticos que Rajoy y su gobierno han cometido en el periodo previo a esta disputa, ningún estado puede consentir que se burlen de él.
Entusiasmo revolucionario en Barcelona
Una parte de la población en Cataluña da rienda suelta a sus sentimientos revolucionarios. Banderas, cantos y consignas rebeldes crean un sentimiento de unión y orgullo. Existe una atmósfera de fiesta independista que abarca a jóvenes y viejos, parejas burguesas y universitarios rebeldes.
Un portavoz del gobierno en Barcelona dijo que ahora se debe proceder con sensatez sobre el desarrollo de los acontecimientos. Esta advertencia llega un poco tarde, después de que Carles Puigdemont y sus seguidores han hecho todo para echar leña al fuego en los últimos dos años.
Paralelos con el "brexit"
Hay paralelos con el "brexit". El entusiasmo por la independencia de Cataluña en partes de la población se ve impulsado por una campaña masiva de desinformación. Sus partidarios se hacen tremendas ilusiones sobre el futuro político de una "República de Cataluña" y sus posibilidades económicas. Muchos no quieren saber nada de eso. Les estropearía los ánimos y la ilusión.
Muchos independistas todavía creen que Cataluña seguiría siendo un miembro de la UE, que la vida continuaría igual como hasta ahora y que Europa, de alguna manera, vendría a ayudarlos. Cierran los oídos a todas las advertencias. De la misma manera que los seguidores del "brexit" no quisieron escuchar las advertencias sobre las consecuencias de una salida de la UE.
Los líderes del movimiento independista proporcionaron las informaciones falsas a las que ahora se aferra la gente. Ellos fomentaron un entusiasmo ciego que se apartó de la realidad. Y Carles Puigdemont también ayudó en ello. Se puso al frente de un carro que no pudo controlar. Finalmente, también la cadena regional TV3 se convirtió en un instrumento propagandístico a favor de la independencia.
Un campo político minado
Esta semana obligará a todos los actores de este drama a moverse dentro de un campo minado que fácilmente puede producir algunas explosiones incontrolables. Cuando el viernes se suspenda en parte la autonomía en Cataluña, la situación puede empeorar.
Mariano Rajoy necesita escuchar a conocedores de la región para encontrar un camino entre la necesidad legal y la provocación evitable. Será muy difícil manejar una región semiautónoma desde Madrid sin provocar a los catalanes más de lo necesario. Este barril de pólvora puede explotar fácilmente.
A su vez, Carles Puigdemont tiene que demostrar si es capaz de manejar la situación con sensatez y racionalidad. Lo mejor sería que, después de su destitución, abriera paso a un líder menos radical que establezca un diálogo con Madrid. Por otro lado, podría decidirse a proclamar la independencia y hundirse con toda la gloria de un mártir del nacionalismo catalán.
Los próximos días mostrarán que camino tomará Cataluña. Mucho apunta hacia una crisis larga y desgastante que pondrá a prueba la democracia en España y a su economía en riesgo durante años. Pero para Cataluña, el precio político y económico de su sueño independista aumentará a medida que pasen los meses.
Autora: Barbara Wesel (GG/CP)
Origen histórico del independentismo en Cataluña
Ante la escalada de tensión en torno al movimiento independentista de Cataluña, repasamos los momentos históricos de esta comunidad autónoma española en los que ha contado con distintos grados de autonomía.
Imagen: Reuters/A.Gea
Cataluña: concentración de población
Cataluña es la segunda comunidad autónoma más poblada de las 17 comunidades autonónomas de España. Situada en el nordeste de la península Ibérica, tiene una población de más de 7 millones y medio de habitantes que viven en las cuatro provincias que la componen: Barcelona, Girona, Lérida y Tarragona. La ciudad de Barcelona, y su área metropolitana, aglutina a dos tercios de la población catalana.
Pasado colonial diverso
Cataluña vivió la colonización de los pueblos fenicio, etrusco y griego. Los griegos se establecieron en Rosas y también en Ampurias (foto), que tuvo una gran influencia en el territorio hasta la llegada de los romanos. Estos levantaron infraestructuras y ciudades, tal como hoy las entendemos. Fue una posesión del Imperio hasta que pasó a manos de los visigodos.
Imagen: Caos30
Condados catalanes, dominio independiente
Cataluña fue conquistada por los musulmanes que fueron expulsados con el apoyo de Carlomagno. Los llamados condados catalanes se convirtieron, con el tiempo, en un dominio independiente y se confederaron en 1137 con la Corona de Aragón, a raíz de una unión dinástica entre Aragón y Cataluña. En el siglo XIII y principios del XIV la Corona se expande con las conquistas de Mallorca (foto) y Valencia.
Imagen: picture-alliance/Prisma Archiv
Conservando autonomía hasta la Sucesión
En el siglo XIII surgen instituciones como la Diputación del General (Generalitat de Cataluña), las Cortes Generales y administraciones locales, como el Consejo de Ciento de Barcelona. La Corona de Aragón se unió a la Corona de Castilla en 1476, pero conservó sus instituciones autónomas de gobierno hasta el final de la Guerra de Sucesión Española (1714), posterior a la de los Segadores (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archivo
Cada 'Diada' se celebra una derrota
Con la caída de Barcelona, el 11 de septiembre de 1714, el rey Felipe rey promulgó el Decreto de Nueva Planta y se abolieron los privilegios nobiliarios, los fueros locales y las instituciones de autogobierno que eran respetadas por la Casa Austria en todos los reinos declarados austracistas. Cada 11 de septiembre (foto) se recuerda la abolición de las instituciones y libertades civiles catalanas.
Imagen: Getty Images/AFP/L. Gene
Falta de apoyo a la figura monárquica
El Sexenio Revolucionario trajo el fin del reinado de Isabel II de España y la restauración de la dinastía borbónica en 1875. Con la redacción de la Constitución de 1869 surgió el problema de en qué figura debía recaer la monarquía española. Amadeo de Saboya fue elegido como Monarca constitucional en 1871. Lo fue hasta el 1873, al abdicar por falta de apoyo y la tercera guerra carlista (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archiv
Un federalista al frente de la Primera República Española
Tras la abdicación de Amadeo I, el 10 de febrero de 1873, se proclamó la Primera República Española que apenas duró un año. El republicanismo estaba dividido entre aquellos que querían una República unitaria (con un único gobierno para todo el país) y una federal (en la que los estados autónomos se ponen de acuerdo para crear un Estado de rango superior) como Francisco Pi y Margall (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archivo
Intento de creación de un Estado Catalán
La República tuvo que hacer frente a dificultades como las confrontaciones entre los republicanos unitarios y los federalistas, así como el intento de Cataluña de crear un Estado Catalán dentro de la República Federal Española. El pronunciamiento de Martínez Campos en 1874 restableció la Monarquía Española y la dinastía borbónica con el hijo de Isabel II, el rey Alfonso XII de España (foto).
Imagen: picture-alliance/Quagga Illustrations
El catalanismo republicano en lucha
Entre 1923 y 1930, la dictadura del General Primo de Rivera se instauró en España, con el apoyo del rey Alfonso XIII, el Ejército, de la burguesía, los terratenientes y la Iglesia. No obstante, Cataluña se convirtió en uno de los focos más activos de oposición a la dictadura con el crecimiento del catalanismo republicano cuyo líder, Francesc Macià, (foto), fue el luchador más comprometido.
Guerra Civil, consecuencia de poner fin a la Segunda República
En la Segunda República, diputados catalanes elaboraron el Estatuto de Núria que fue aprobado en las Cortes Españolas en 1932. Ese año, Macià fue ratificado como presidente en las elecciones al Parlamento de Cataluña. Luego fue sucedido por Lluís Companys en el cargo hasta el final de la Guerra Civil (1936-1939) que se produjo tras el golpe de Estado de 1936 contra el Gobierno de la II República.
Imagen: picture-alliance/AP Photo
Pérdida de libertades
El franquismo (1939-1975) supuso en Cataluña la anulación de las libertades democráticas, la prohibición y persecución de los partidos políticos no afines al régimen, la supresión del Estatuto de Autonomía (que ya había sido suspendido por el Gobierno de España entre octubre de 1934 y febrero de 1936) y sus instituciones derivadas y la persecución de la lengua y la cultura catalanas.
Imagen: picture alliance/AP Photo
Recuperando autonomía con un nuevo estatuto
Después de las primeras elecciones generales tras el término de la dictadura, en 1977, se restauró provisionalmente la Generalitat con José Tarradellas al frente. Este formó un gobierno de concentración (1977-1980) con doce consejeros para redactar el estatuto de Autonomía de Cataluña de 1979 y convocó elecciones al Parlamento de Cataluña (foto) donde fueron elegidos los primeros 135 diputados.
El nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña, que define a Cataluña como nacionalidad y reconoce el catalán como lengua propia, era superior al de 1932 en aspectos como enseñanza y cultura, pero inferior en otros, como justicia, finanzas y orden público. Tras su promulgación, se celebraron las primeras elecciones catalanas en 1980. Jordi Pujol estuvo al frente de la Generalitat hasta el 2003.
Imagen: Jose Gayarre
El auge de una reivindicación
El independentismo creció en los últimos años debido a los recortes del Tribunal Constitucional al nuevo Estatuto aprobado en 2006 y que establece una nueva
relación prácticamente federal con España, y al rechazo del gobierno de Mariano Rajoy al pacto fiscal, la promesa electoral de Artur Mas, que pretendía acabar con el déficit fiscal que sufre Cataluña con un sistema similar al concierto vasco.
Imagen: Reuters/A.Gea
Primer intento: 9N
Las manifestaciones multitudinarias a favor de la independencia siguieron creciendo en 2013 y 2014 y forzaron a Artur Mas, que firmó un acuerdo de gobernabilidad con ERC, formación política que quedó segunda en escaños por primera vez en la historia posfranquista, a convocar una consulta sobre la independencia en el 2014. La votación se llevó a cabo finalmente el 9 de noviembre de 2014.
Imagen: Reuters/G. Nacarino
Duelo de titanes
En enero de 2016, a raíz del acuerdo entre Juntos por el Sí (formado por Convergencia Democratica de Cataluña y Esquerra Republicana de Cataluña, entre otros) y la CUP, Mas fue sustituido por Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat. Puigdemont ha continuado el proceso independentista convocando un nuevo referéndum para el domingo 1 de octubre, rechazado por el gobierno de Rajoy.