La Unión Europea puede alcanzar un crecimiento del 3 por ciento hasta el 2010 y crear seis millones de plazas de trabajo. Estas son las nuevas metas que se ha impuesto la Comisión Europea (CE), según lo informó su presidente, José Manuel Barroso en Bruselas.

Un esfuerzo sin duda positivo, pero a la vez el reconocimiento de un fracaso si se recuerda que la estrategia decidida hace cinco años en la Cumbre de la Unión Europea en Lisboa tenía una meta mucho más ambiciosa: convertir a la región europea en la primera potencia mundial hasta el 2010.

Combatir la pobreza con trabajo

El nuevo presidente de la CE no trata de maquillar los hechos: “La meta era la correcta, los medios han sido los equivocados”, a lo que agrega que “Europa debe mejorar”. El nuevo camino que llevará a Europa a la mejora está basado en tres pilares.

Deberán implementarse medidas para hacer de Europa una región más atractiva para invertir, vivir y trabajar. Deberán incrementarse las inversiones en el rubro de investigación y desarrollo, y finalmente, crearse más y mejores plazas de trabajo.

La Comisión Europea propone un mayor apoyo a la economía para incrementar su competitividad a nivel internacional y crear el tan mentado empleo.

Una vía no vinculante, pues el incremento de competitividad de una industria no significa necesariamente un incremento de puestos de trabajo.

El acento puesto por Barroso en el crecimiento económico marca un cambio de orientación del Ejecutivo europeo con respecto al seguido bajo anteriores presidentes.

Las palabras aclaratorias del Comisario de Industria de la UE, el alemán, Günter Verheugen, que explica que esta meta no debe hacer pensar en un incremento de las subvenciones o del proteccionismo y que tampoco significa tratar de competir con salarios chinos o condiciones ecológicas latinoamericanas, no son suficientes para combatir las dudas que genera el nuevo rumbo emprendido.

¿Quimeras quinquenales?

Para que la nueva estrategia presentada por la CE tenga más éxito que las propuestas decididas en Lisboa, cada uno de los 25 países miembro de la Unión Europea deberá desarrollar un programa de acción. Acto seguido se determinará a un comisionado que se encargará de observar que todos los países cumplan con el programa propuesto.

“Esta vez la estrategia tendrá éxito, pues no existe ninguna otra alternativa” afirma Barroso. Un argumento débil y poco convincente.