La Central Obrera Boliviana (COB) no participará en las marchas de este 7 de noviembre para apoyar la reelección del presidente en 2019, acción que la mayor entidad sindical nacional calificó como una "traición".
Publicidad
Según el máximo líder de la entidad, el minero Guido Mitma, que "la COB está exigiendo respeto a la Constitución y respeto al voto ciudadano" que rechazó en un referéndum el año pasado la posibilidad de que Morales sea candidato nuevamente en 2019.
Mitma indicó además que la COB cree que "la repostulación de Evo Morales es una traición a los bolivianos" y que no se sumará a las movilizaciones de las organizaciones afines al oficialismo.
Algunos sindicatos y organizaciones campesinas y vecinales partidarias de Morales marcharán este martes en La Paz para expresar su respaldo a la intención de Morales de volver a postular en 2019. Los sectores afines al oficialismo se movilizaron con la misma intención hace dos semanas en Cochabamba (centro) y para los próximos días se espera una marcha similar en Santa Cruz (este).
Oficialismo insiste en "derecho” a ser elegido, pero ¿cuántas veces?
El oficialismo presentó al Tribunal Constitucional (TC) un recurso jurídico para pedir que algunos artículos de la Constitución sean declarados inaplicables y que se anulen otros de la Ley Electoral para habilitar la candidatura de Morales.
El argumento de la acción legal es que debe respetarse el derecho de Morales a ser elegido y el del pueblo a elegirlo, con base en el artículo 23 de la Convención Americana de los Derechos Humanos (CADH), a la que Bolivia se ha suscrito.
Aunque la Constitución establece solo dos mandatos consecutivos, Morales, que preside Bolivia desde 2006, ya pudo presentarse a las elecciones de 2014 para conseguir un tercer período gracias a un fallo del Constitucional que señaló que Bolivia fue refundada con la nueva Carta Magna en 2009.
Si el actual mandatario logra habilitar su candidatura en 2019 y gana esos comicios, gobernará el país hasta 2025.
JOV (efe, tvnPanama)
"Cholitas" en la cima de los Andes
Su meta es alta: un grupo de mujeres indígenas de Bolivia se ha propuesto conquistar las cimas de los Andes. Las escaladoras buscan desafiar la cultura machista de su país. Su rebelión ha contagiado a toda la sociedad.
Imagen: Reuters/D. Mercado
Imparables
Hasta hace poco, estas mujeres aimaras trabajaban como cocineras en los campamentos para escaladores. Hoy día, son guías de montaña y llevan a los turistas a las cimas más altas de los Andes bolivianos. Uno de los destinos preferidos es el “Huayna Potosí” o “Montaña joven”, de 6.088 metros de altura. Este gigante se encuentra a 25 kilómetros de La Paz.
Imagen: Reuters/D. Mayta
Con carisma y sombrero
Berta Vedia (izquierda), Dora Magueno (centro) y Lidia Huayllas (derecha) ya no querían seguir siendo cocineras y cargadoras y permanecer en segundo plano. Fue así como las tres decidieron juntarse y fundar un grupo de escaladoras para hacerle la competencia a sus colegas masculinos.
Imagen: Reuters/D. Mercado
Una vestimenta inusual
En la estación de montaña, las indígenas cambian el sombrero por un casco y bajo sus tradicionales faldas -polleras -se ponen los crampones -piezas de metal con púas que se fijan a las botas para escalar. Una pollera consta de hasta ocho metros de tela y puede llegar a tener hasta diez capas. El traje típico aimara incluye también una manta y un sombrero de fieltro.
Imagen: Reuters/D. Mercado
La pollera: ¿una provocación?
Durante mucho tiempo la falda tradicional de las “cholas” era mal vista. Actualmente la vestimenta tradicional es un símbolo de la creciente autoestima de los pueblos indígenas de Bolivia.
Imagen: Reuters/D. Mercado
Una tradición cara
En el pasado, la pollera era considerada una prenda de vestir para la población indígena pobre. Hoy día, el traje típico se usa en el carnaval, en procesiones religiosas y fiestas populares. Incluso se ha convertido en un negocio lucrativo. Un atuendo completo cuesta alrededor de 274 euros, una manta de lana de vicuña puede llegar a costar hasta 900 euros.
Imagen: DW
Escalar contra el machismo
En Bolivia, las mujeres aimaras sufren doble discriminación, tanto de género como étnica. Si bien la autoestima de los grupos autóctonos ha crecido notablemente desde que el presidente aimara, Evo Morales, gobierna el país, las escaladoras siguen luchando contra la cultura machista en sus propias filas.
Imagen: Reuters/D. Mercado
El llamado de la montaña
Las escaladoras Lidia Huayllas (izquierda), de 48 años, y Dora Magueno, de 50 años, presentan orgullosas su equipo: picahielos, crampones, cuerda, cinturón y casco. Desde hace dos años, las mujeres trabajan como guías de montaña y ayudan a los turistas a superar pendientes y abismos.
Imagen: Reuters/D. Mercado
Lugares sagrados
En la madrugada, las mujeres aimaras se peinan su larga cabellera negra y se hacen trenzas. Después empiezan a escalar las montañas, por ejemplo el "Illimani", de 6.430 metros de altura sobre el nivel del mar. La segunda montaña más alta de Bolivia es un lugar sagrado para los aimaras.
Imagen: Reuters/D. Mercado
Carga pesada, buen pago
Una cargadora se prepara para escalar el "Illimani". Gracias a este trabajo, las mujeres aimaras se han vuelto más independientes en el plano económico. Como cargadoras que acompañan a los turistas ganan alrededor de 35 dólares estadounidenses por día. En comparación, el ingreso salarial de un ama de casa ronda los 175 dólares por mes.
Imagen: Reuters/D. Mayta
Unidas son más fuertes
Las hazañas de las mujeres indígenas han impulsado cambios en la sociedad boliviana. “Las cholas comercian y han alcanzado la independencia económica antes que las mujeres de la clase alta blanca”, dice Justa Elena Canaviri, una famosa presentadora de televisión aimara de Bolivia.