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Chechenia tras Basáyev

Ingo Mannteufel10 de julio de 2006

La muerte del terrorista checheno Shamil Basáyev, de manos de una unidad especial del ejército ruso es un triunfo para el Kremlin. Sin embargo Chechenia y el norte del Cáucaso seguirán siendo un problema para Rusia.

El líder checheno tenía en su haber la toma de rehenes de Beslan, que costó la vida a más de 330 personas.Imagen: picture-alliance


El líder checheno, 'declarado enemigo número uno' del Estado ruso, Shamil Basáyev fue muerto tras un operativo a manos de tropas élite rusas en la República chechena de Ingushetia. Con ello el Kremlin ha tenido una clara victoria en su política anti-terrorista días antes de la cumbre del G-8 en San Petersburgo. La estrategia de Putin, cuya prioridad era liquidar a los líderes rebeldes chechenos, parece a simple vista exitosa.

En marzo de 2005 el antiguo líder rebelde Aslan Maskhadov fue asesinado por una unidad élite parecida. El 17 de junio pasado murió en condiciones similares Abdul Halim Sadulayev. Ahora le ha seguido Basáyev, sucesor de Sadulayev, quien había sido nombrado vicepresidente y jefe de gobierno de los rebeldes chechenos hace dos semanas.

Basáyev no era un rebelde cualquiera. Desde finales de la década de los 90 luchaba contra Rusia por la independencia chechena y quería instaurar a través de la violencia, un estado islámico radical en el norte del Cáucaso.

Fin de una época

Grosny, la capital chechena, fue escenario de enfrentamientos entre rebeldes y las tropas rusas en el 2001.Imagen: AP

Desde antes de la muerte de Maskhadov, Basáyev de 41 años era considerado líder de los rebeldes chechenos. Era la encarnación del terrorismo checheno desde el fin de la Unión Soviética. Entre sus primeras acciones se encuentra el secuestro de un avión de pasajeros en 1991 en Turquía. En 1995 lideró el comando de combatientes chechenos que capturó más de un millar de rehenes tras el asalto a un hospital en la localidad de Budionnovsk, al sur de Rusia.

En agosto de 1999 fue Basayev quien organizó la ofensiva para expulsar a los rusos de la vecina república de Dagestán, lo que dio lugar al inicio de la segunda guerra en Chechenia por parte de Moscú, a la que Basáyev respondió con actos terroristas cada vez más sangrientos.

Reconoció su participación en todos los ataques terroristas chechenos de los últimos años, como la toma de rehenes en un teatro mopscovita y en la escuela de Beslán, en septiembre de 2004. Tuvo un papel protagónico en la expansión del conflicto checheno en el Cáucaso. Como autoproclamado jefe supremo del 'Frente al Norte del Cáucaso' Basáyev fue el autor intelectual de la ofensiva en Nasran en junio de 2004 y la de Naltchik en octubre de 2005. En ambos casos varios centenares de rebeldes armados tomaron por asalto instituciones del Estado asesinando a funcionarios, fuerzas de seguridad y civiles. Una estrategia para desestabilizar el norte del Cáucaso que continuará tras su muerte.

Una mujer chechena protesta en Berlín contra "el genocidio" por parte de Rusia.Imagen: AP

Escenario de guerra

Hoy en día ya no hay grandes enfrentamientos en Chechenia. Sin embargo la república caucásica sigue siendo el núcleo de un polvorín aún más grande que incluye a todas las repúblicas rusas del Cáucaso, particularmente Ingushetia, Dagestán, y de Kabardino Balkaria. Moscú y particularmente Dmitri Kosak, el gobernador de la región nombrado por Putin, están conscientes del origen del problema. Una floreciente corrupción que ha provocado la formación de clanes en todas las áreas públicas, el creciente mercado negro y la cada vez mayor distancia de las elites gobernantes de la población.

La problemática es considerada por Kosak como amenaza a la estabilidad social y causa principal de la crisis económica. El Kremlin por su parte, no parece encontrar ninguna salida a la crisis. El fortalecimiento de la presencia militar, un estilo centralista en la forma de gobernar y el nombramiento de gobernadores desde el Kremlin recrudecen aún más la situación.

El distanciamiento entre Rusia y el norte del Cáucaso, entre rusos y etnias musulmanas aumenta, lo que se refleja en un notable incremento de la xenofobia en Rusia. La falta de perspectivas de la juventud en las repúblicas del Cáucaso átiza la hoguera. Es grande el peligro de que todo esto se transforme en el caldo de cultivo de una nueva generación de terroristas que seguirá la escuela de Basáyev. El terrorismo checheno no ha terminado.

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