¡Un proceso más rápido para nueva Constitución en Chile!
Uta Thofern
16 de noviembre de 2019
El hecho de que el Gobierno y los partidos de oposición hayan acordado despejar el camino para una nueva Constitución es, de hecho, un paso histórico. Pero el proceso debe comenzar mucho más rápido, dice Uta Thofern.
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Chile va a tener, por fin, una nueva Constitución. Treinta años después del final de la dictadura de Augusto Pinochet, la Constitución, legitimada democráticamente, será elaborada y respaldada por una amplia mayoría. Este es un éxito increíble de las masivas protestas de las últimas semanas y ese sería realmente un motivo de alegría. Sin embargo, basta con echar un vistazo a los detalles para que el júbilo se convierta en un dolor de cabeza.
Los chilenos votarán en abril si quieren una nueva Constitución y cómo debe estar compuesto el cuerpo de delegados que la redactará. ¡En abril! Eso es dentro de seis meses. Estos delegados serán elegidos en septiembre, y recién dentro de diez meses podrán empezar con su trabajo. El país ha estado en crisis durante semanas, porque una gran mayoría simplemente está harta de todo: la desigualdad, la falta de perspectivas y la falta de responsabilidad social del Estado, que están fijadas en la antigua Constitución. Evidentemente, la gente ya no tiene más paciencia. El llamado "Chile despertó" resuena por las calles, pero los políticos quieren seguir durmiendo.
Es difícil imaginar que una solución tan larga pacifique socialmente al país de inmediato y conduzca al fin de las manifestaciones masivas. El proceso de convocatoria a una asamblea se estaría prolongando hasta tal punto que da la impresión de que no es deseada por algunos partidos. De hecho, muchos diputados del Gobierno no ven necesaria una nueva Constitución, y muchos de la oposición desearían un procedimiento diferente. Pero aun más significativo es que se hayan puesto de acuerdo sobre un compromiso que supera las profundas divisiones políticas y que rompe un tabú de décadas.
Pero para que este compromiso sane las heridas infligidas a la sociedad chilena en las últimas semanas, debe ser implementado con mayor rapidez. Por supuesto, las decisiones políticas toman más tiempo en una democracia y, sobre todo, la redacción de la nueva Constitución será y debe ser un proceso largo. Pero el referéndum y la opción de elegir un nuevo cuerpo que se encargue de redactar la Constitución ya están decididos, sólo tienen que llevarse a cabo mucho antes.
Cada día que pasa, en el que las manifestaciones pacíficas terminan en enfrentamientos violentos con la Policía, divide más al país, daña la credibilidad en un cambio sin violencia de la situación y destruye la confianza en las instituciones democráticas, sin las cuales, en última instancia, no se puede crear ningún Estado. Al final, sin embargo, Chile necesita una amplia mayoría para una nueva Constitución. (ct/dz)
Chile: la semana en que se desató la furia (octubre de 2019)
Las protestas por el alza del pasaje del Metro se convirtió rápidamente en una expresión de descontento popular que no ha logrado ser controlada, ni siquiera por intermedio de la presencia de militares.
Imagen: picture-alliance/AP Images/E. Felix
Todo partió con la evasión
Las manifestaciones contra el alza en el precio del boleto del Metro comenzaron el 14 de octubre y fueron convocadas por secundarios, que se coordinaron a través de las redes sociales. Cuando los entrevistaban, decían hacerlo por sus padres, que ya gastan mucho dinero en transporte. El llamado era a evadir el pago saltando las barreras en las estaciones del ferrocarril urbano de Santiago.
Imagen: Reuters/C. Vera
Vandalismo y enfrentamientos
La manifestación, originalmente pacífica, fue reprimida por la policía militarizada chilena, lo que generó malestar entre los jóvenes. La consigna "basta de abusos", sin embargo, comenzó a permear otras capas sociales en un país donde la desigualdad no ha podido ser eficientemente combatida en los últimos años. Comenzaron, así, los primeros enfrentamientos con la policía.
Imagen: Reuters/I. Alvarado
El caos se extiende
Las protestas se extendieron rápidamente por todo Santiago, y al comienzo tímidamente en otras regiones del país. También empezaron los saqueos a supermercados y la destrucción de bienes públicos y privados. Al mismo tiempo, la ciudadanía siguió expresando su malestar por el alto costo de la vida, bajos salarios, pensiones miserables y otros problemas a través de ensordecedores cacerolazos.
Imagen: Getty Images/AFP/C. Reyes
La destrucción del Metro
Quizás las escenas más desoladoras para los santiaguinos, siempre orgullosos de su Metro, fueron las que mostraban la destrucción de casi un centenar de estaciones del tren urbano, las que fueron incendiadas y vandalizadas por hordas. Algunos ataques parecieron coordinados. A estas alturas, las fuerzas de seguridad se vieron superadas por la acción de inadaptados.
Imagen: AFP/J. Torrest
Militares a la calle
El viernes 18 de octubre, el presidente Sebastián Piñera decretó el estado de excepción y ordenó que las Fuerzas Armadas salieran a las calles para ayudar a restaurar el orden. Pronto los militares, ya a cargo de la seguridad, decretaron toque de queda en la capital y otras ciudades, pues las protestas, pero también los saqueos, se habían extendido a todo el país.
Imagen: picture-alliance/AP Images/AP Photo/E. Felix
Toque de queda y problemas
El toque de queda, una medida constitucional que no se utilizaba desde la dictadura de Augusto Pinochet, generó una serie de dificultades. El aeropuerto de Santiago se vio totalmente colapsado debido a que se suspendieron vuelos porque las tripulaciones no pudieron llegar a trabajar y muchos turistas quedaron varados en el terminal aéreo, sin recibir información ni tener acceso a alimentación.
Imagen: Imago-Images/Aton Chile/D. Yankovic
Medida ineficaz
A pesar del toque de queda y de la cada vez más dura represión, las protestas siguieron su curso, incluso una vez que imperaba la prohibición de salir de los hogares. Las fuerzas de seguridad seguían viendo con impotencia los saqueos, incendios de centros comerciales y siendo muchas veces desbordados por las masivas manifestaciones pacíficas, en las que -de todas formas- actuaban con dureza.
Imagen: imago images/Aton Chile/J. Torres
Numerosas denuncias de abusos
Los desmanes y la represión han dejando una veintena de muertos, casi 200 heridos a bala, más de 5.000 detenidos y daños, solo en el Metro, que superan los 300 millones de dólares. El Instituto de Derechos Humanos denunció que al menos cinco de las muertes fueron obra de la acción desmedida de las fuerzas de seguridad, y en un caso un militar fue detenido por haber disparado contra un ciudadano.
Imagen: Getty Images/AFP/M. Bernetti
Un paquete de medidas
El martes 22 de octubre en la noche, el presidente Piñera presentó un paquete de medidas con las que pretende calmar la furia ciudadana. Entre ellas está un aumento de la pensión básica y del salario mínimo, la reducción del sueldo de los parlamentarios y la creación de un seguro de salud para enfermedades catastróficas. El paquete surgió tras una reunión con partidos de gobierno y oposición.
Imagen: AFP/HO
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