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Chile y la apatía democrática

15 de diciembre de 2017

Millonario vs. periodista y presentador de televisión: en la segunda vuelta de los comicios presidenciales en Chile, Sebastián Piñera y Alejandro Guillier luchan sobre todo contra el desgano del electorado.

Chile Kombibild Alejandro Guillier und Sebastian Pinera
Imagen: Reuters/M. Visedo/C. Garcia Rawlins

Tanto el acaudalado Sebastián Piñera, cuya fortuna es calculada por Forbes en unos 2.700 millones de dólares, como el independiente Alejandro Guillier, senador y periodista, no cultivan la imagen de los políticos tradicionales. El hastío con la política marcó la campaña electoral en Chile más que la pugna en torno a contenidos programáticos. Hasta hace no tanto, la polarización provocada por la dictadura militar se hacía sentir en los comicios. Pero, a más de 25 años del término del régimen de Pinochet, ya no está en primer plano la lucha por las libertades democráticas, sino la lucha contra la apatía democrática.

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De acuerdo con las encuestas, el 40 por ciento de la población chilena no se adscribe a ninguna corriente política. Tras el término del voto obligatorio, en 2011, la participación electoral oscila en torno al 50 por ciento. "Cada vez menos personas se identifican en Chile con conceptos como izquierda y derecha", explica el politólogo chileno Rodrigo Cuevas, del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos, con sede en Hamburgo. "Y aquellos que todavía relacionan algo con esos términos, se ubican mayoritariamente en el centro político", agrega.

Al término de su período, los niveles de aprobación a la gestión de la presidenta Michelle Bachelet se hallan en niveles mínimos históricos. Si se da crédito a los sondeos, un 70 por ciento de la población está disconforme con la política de la mandataria socialista.

Bachelet, mal evaluada en las encuestas.Imagen: Getty Images/AFP/J. Silva

Menor crecimiento

¿Qué ocurre en el país que fue considerado "modelo" en América Latina? ¿Cuál es el origen de la gran insatisfacción en un país que, en comparación con sus vecinos sudamericanos, está relativamente bien? El ingreso per cápita de los 17 millones de chilenos casi duplica al de los brasileños. Pese a que Chile registra uno de los mayores índices de desigualdad de ingresos del mundo, la pobreza ha bajado.  Entre 2003 y 2014, el porcentaje se ha reducido de un 20 a un 7 por ciento.

Pero el futuro ya no se ve tan color de rosa. El crecimiento alcanzó el año pasado apenas la tasa de un 1,5 por cinto. Una cifra decepcionante, si se tiene en cuenta que la economía chilena creció en las pasadas tres décadas a un ritmo promedio del 5 por ciento. Las causas no obedecen solo a decisiones políticas del Gobierno de Bachelet. También la caída del precio del petróleo y la reducción de la demanda china contribuyeron a ralentizar el crecimiento, dado que la economía chilena aún depende en gran medida de las exportaciones cupríferas.

Chuquicamata: la mayor mina de cobre a tajo abierto.Imagen: Codelco Chile

En busca de mayorías

Independientemente de quién gane las lecciones el domingo 17, la combinación de la desaceleración económica y las divisiones políticas hace que sea cada vez más difícil gobernar en Santiago. Una razón radica en el cambio de la correlación de fuerzas en el Congreso. La composición del Parlamento se ha modificado sustancialmente. No solo ha aumentado el número de parlamentarios; desde la reforma electoral de 2015, el número de partidos representados en el Parlamento creció de 17 a 26. "Será más difícil alcanzar acuerdos políticos", indica Rodrigo Cuevas, y añade: "Ninguno de los dos candidatos presidenciales dispone de la mayoría en el Congreso". En consecuencia, resultará virtualmente imposible conseguir las mayorías requeridas para realizar reformas profundas en el campo social o el sistema educacional.

El candidato oficialista Alejandro Guillier, que obtuvo un 22,8 por ciento de los sufragios el 19 de noviembre, espera contar ahora con los votos del conglomerado de izquierda Frente Amplio y ya ha recibido el apoyo de candidatos derrotados en la primera vuelta, como Carolina Goic y Marco Enríquez Ominami. Eso le ofrece margen para alimentar aún la esperanza de derrotar a Piñera, que llega a las urnas como favorito tras haber ganado la primera vuelta con un 36 por ciento de los votos.

Astrid Prange (ERS/VT)

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